Los benedictinos

Historia de los benedictinos

San Benito de Nursia (480-547) es el fundador de la orden benedictina: entre los años 529 y 530 estableció varias comunidades religiosas en Italia, especialmente la de Montecassino. Además, en 540, Benito preparó una Regla para los monjes católicos, con el fin de organizar la vida de los hermanos y orientar su espiritualidad.

En el año 594, San Gregorio Magno, el primer biógrafo de San Benito, se encargó de relatar su vida en los Diálogos y de transcribir la Regla de San Benito. Esta Regla sirvió de fundamento común para los monasterios, los cuales estaban bastante desorganizados por aquel entonces. Cabe anotar que, la Regla de San Benito, aunque no es la más antigua, tuvo bastante acogida por la Iglesia. De hecho, la tradición monástica se vio identificada en la Regla benedictina y le concedió su autoridad y universalidad. Además, con la ayuda de Carlomagno, la Regla de San Benito se convirtió en el fundamento y la base cultural e identitaria común de toda la vida monástica en Europa. Por dichas razones, San Benito era comúnmente llamado "el Padre de los monjes de Occidente".

También cabe destacar que, en la Edad Media, la orden benedictina era bastante popular entre los nobles y señores, quienes hacían grandes donaciones a los monasterios (dinero, tierras) para redimir sus pecados mediante las oraciones de los monjes. Esto permitió que se desarrollaron lugares religiosos como la abadía de Cluny, la cual ejerció una fuerte influencia en los pueblos aledaños, puesto que allí se estableció una liturgia suntuosa, la cual cautivaba la atención de los asistentes. 

Por otro lado, en aquella época la vida monástica estaba en plena expansión, lo que permitió la fundación de numerosos monasterios. De hecho, a finales del siglo XI, la orden benedictina contaba con 1.450 establecimientos y 10.000 monjes. Para ese entonces, las abadías se habían convertido en lugares de encuentro que reunía a los poderosos de la Edad Media. Como resultado de dicho crecimiento, los monjes abandonaron el trabajo manual progresivamente, y lo confiaron a los hermanos laicos. El hecho de preferir el trabajo intelectual, por ejemplo, la copia de manuscritos, y de dedicarle menos tiempo a la oración, hizo que los hermanos se fueran alejando del ideal de vida de San Benito. 

Por otro lado, cabe anotar que la influencia de la orden benedictina ha sido bastante considerable. De hecho, existen grandes personalidades que marcaron esta orden. Por ejemplo, en el siglo XII, San Bernardo de Claraval causó un impacto muy positivo a los benedictinos, lo cual permitió a  la orden alcanzar su apogeo, con 100.000 monasterios en Europa. Notemos que, en esta época nacieron las principales órdenes religiosas que conocemos hoy en día: los premostratenses, con San Norberto, los franciscanos y las clarisas, con San Francisco de Asís y Santa Clara, los dominicos con Santo Domingo, los cartujos con San Bruno y los carmelitas. No olvidemos que, la orden cisterciense, conocida como orden trapense, también forma parte de la familia benedictina. Esta fue fundada en 1098, y también cumple a cabalidad la Regla de San Benito. 

La Orden Benedictina hoy en día

La vida de los monjes benedictinos

Rezar, leer y trabajar son las tres palabras que mejor resumen la vida de un monje benedictino. De hecho, el lema "ora et labora" (reza y trabaja) describe perfectamente la orden, y a esto agregamos la lectura, que ocupa un lugar central para los benedictinos. 

Se puede decir que, los monjes dividen sus actividades diarias entre :

  • Tiempos de oración: San Benito pide en su Regla "que nada se prefiera sobre la obra de Dios". Para esto, los hermanos tienen momentos de oración personal, conocida como oración. La oración comunitaria ocupa un lugar importante para los benedictinos; además de la celebración de la Eucaristía, que es el centro de la jornada, los hermanos unen sus voces siete veces al día en el coro, con el propósito de hacer las oraciones litúrgicas (vigilias nocturnas, Laudes, las horas menores de tercia, sexta y nona, Vísperas, Completas).
  • Lectio Divina: es la lectura, meditación y estudio en profundidad de la Palabra de Dios. Los hermanos también estudian la Tradición de la Iglesia, los Padres de la Iglesia y las vidas de los santos.
  • Trabajo: en su regla, San Benito explica que "la ociosidad es el enemigo del alma". De hecho, para los benedictinos el trabajo es necesario y muy valioso por muchas razones. En primer lugar, ellos consideran que el trabajo es la voluntad de Dios para el hombre y así contribuye al equilibrio personal de cada uno: el trabajo permite a los monjes que viven en el monasterio dedicarse a una actividad útil. Además, el trabajo de los monjes permite la subsistencia del monasterio: los hermanos realizan, en la medida de lo posible, todo el trabajo necesario para el bien del monasterio. Además, se motiva a los hermanos con talentos artísticos a que los utilicen.

La Orden Benedictina en el mundo

Actualmente, la Orden de San Benito, u Orden Benedictina, cuenta con 8.000 monjes y 16.000 monjas en todo el mundo. En términos de organización, las congregaciones benedictinas de todo el mundo están agrupadas en una Confederación, dirigida por un Abad-Primado, el cual es elegido por todos los abades benedictinos del mundo. Esta confederación tiene su sede en Roma y actualmente cuenta con 22 congregaciones masculinas y 61 congregaciones y federaciones de monjas y hermanas, reunidas en 840 abadías y otros monasterios femeninos.

Para terminar, podemos agregar el hecho de que, la familia benedictina incluye también a los oblatos benedictinos: hombres y mujeres laicos que comparten el ideal de vida benedictino y están unidos al monasterio por oraciones específicas. Allí, con ayuda de la Regla de San Benito, estos hermanos ponen la perfección cristiana en el centro de sus vidas.