San Bernardo de Claraval

Un hombre con un gran corazón

"El razonamiento sobre los misterios de Dios no vale gran cosa, sin una fe profunda y sin oración" dijo Bernardo, un intelectual brillante, gran teólogo, doctor de la Iglesia y monje, que reformó la vida religiosa de su época, además de fundar la abadía de Claraval, e incluso 72 monasterios en toda Europa. Bernardo, era un hombre con un temperamento íntegro y místico, quien defendía una religión donde la pasión del corazón prevalece sobre los preceptos morales. Él, no dudó ni un momento de que María es el camino para llegar a Jesús y subrayó el lugar privilegiado de la Virgen en la economía de la salvación. En resumen, Bernardo, apodado "la conciencia de su tiempo", por su gran discernimiento, fue ante todo un hombre con un gran corazón.

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Biografía de Bernardo de Claraval

Bernardo de Fontaines nació en 1090 en el castillo de Fontaine-les-Dijon, en el seno de una familia noble noble de Borgoña y era el tercero de siete hijos. Su madre, Aleth, era una mujer muy piadosa. De hecho, cuando estaba embarazada, intuyó, por revelación interior, la vocación excepcional de este tercer hijo. Desde una edad muy temprana, el niño comenzó a sentirse atraído por el silencio y la contemplación y le gustaba leer las Sagradas Escrituras. Este gran amor por el Señor lo hizo estudiar con los canónigos de la iglesia de Saint-Vorles. Una noche de Navidad, Bernardo tuvo un sueño: el pequeño tuvo una visión del Niño Jesús, tras la cual pidió la gracia de permanecer puro. Luego, con el pasar de los años creció y se convirtió en un joven rubio y apuesto, por lo que su familia hizo grandes planes para él. Sin embargo, tras la muerte de su madre, Bernardo renunció a su futuro como caballero y decidió entrar en una vida estricta de ascetismo y oración.

En 1112, sin decírselo a nadie, Bernardo fue a Cîteaux para hacerse monje. No obstante, su familia no estaba de acuerdo e intentó que volviera, pero él lo hizo solo por unos meses, durante los cuales aprovechó para predicar el ideal de vida cisterciense a su alrededor. De hecho, Bernardo tenía tal carisma que, cuando regresó a la abadía, le acompañaron una treintena de compañeros, entre ellos cuatro de sus hermanos. Tres años después de comenzar la vida religiosa, Bernardo fundó la abadía de Claraval, que puso bajo la protección de la Virgen María. De hecho, Bernardo fue abad allí durante 38 años, rechazando los honores y las oportunidades que se le ofrecían en otros lugares. Por otro lado, su dedicación al Señor lo hizo redactar la Carta de caridad, junto a otros abades pertenecientes a las primeras fundaciones.

Bernardo era un hombre con gran firmeza e incluso severidad, que nunca dejó de defender la verdad, aunque tuviera que enfrentarse a grandes teólogos de renombre o a la opinión pública errónea. Por ejemplo, se opuso particularmente al pensamiento de Abelardo, en quién veía peligro y herejía, pues consideraba la fe como una simple opinión y la razón como todopoderosa. A propósito de Abelardo, Bernardo se refería diciendo: "un falso católico es más pernicioso que un impío declarado". 

Por otro lado, la espiritualidad de Bernardo se centraba en la sumisión a la Sagrada Escritura y la entrega a la Voluntad de Dios. Él se confiaba a la Santísima Virgen, mientras sabía reconocer humildemente sus debilidades y faltas. Además, Bernardo sabía cómo tocar las almas con enseñanzas sólidas y profundas que llegaban directamente al corazón. Dicha razón hizo que pronto se hiciera notar por sus cualidades de persuasión, y muy a menudo, la gente le pedía que resolviera todo tipo de problemas y mediara conflictos. De este modo, Bernardo recorrió Europa y participó en asuntos políticos y religiosos de su tiempo: trabajó por la unidad de la Iglesia, por las relaciones con el papado, y así ejerció gran influencia política. Por otro lado, Al ser un hombre contemplativo por naturaleza, Bernardo se hizo predicador por amor y muy reservado. De hecho, solía decir: "Prefiero morir que hablar en público". Cabe la pena destacar que, por petición del Papa Eugenio III, Bernardo predicó la segunda cruzada.

Por último, Bernardo fue un hombre que recibió muchos dones y gracias. Por ejemplo, recibió el don de hacer milagros, pero, al estar inmerso en la contemplación, nunca lo utilizó, y dijo: "No hay ninguna relación entre estos milagros y yo". Por último, tras una vida de trabajo por Cristo, en todas las áreas, tanto temporal como espiritual, Bernardo murió en el año de 1153.

Finalmente, fue canonizado por Alejandro III 21 años después de su muerte, el 18 de enero de 1174. y, en 1830, Pío VIII lo proclamó Doctor de la Iglesia. Su fiesta se celebra el 20 de agosto. 

Contexto histórico de su vida

La vida de San Bernardo está completamente entrelazada con la historia de su época. El escritor Ernest Hello dijo: "es imposible escribir la historia de su vida sin escribir la del mundo entero en la época en la que vivió. Para imaginar un poco a San Bernardo, hay que cuestionar todo, los libros y los campos de batalla, los palacios de los reyes, los concilios, los pueblos y el oratorio donde rezaban los monjes". Por lo anterior, se puede decir que, San Bernardo es uno de los hombres más representativos del siglo XII. Este periodo estuvo marcado por grandes sacudidas en todos los ámbitos: la filosofía, la poesía, las transformaciones económicas y sociales, el nacimiento del urbanismo, la aparición del comercio, la instauración de la realeza (con su centralización frente a la nobleza feudal), sin olvidar los enfrentamientos entre la Iglesia y el Estado, el nacimiento de las herejías, el inicio de las cruzadas que abrieron las puertas de Oriente, etc. De hecho, es precisamente en este contexto, que San Bernardo era bastante solicitado por su gran fe, su potencial intelectual y sus cualidades literarias y oratorias. Debido a su amplitud de dones y talentos, San Bernardo desempeñó un papel destacado en la dirección de los asuntos eclesiásticos y estatales, y contribuyó a la consolidación de Europa Occidental y de la Iglesia en el siglo XII. Cabe destacar que su mayor motivación fue siempre la defensa y los intereses de Dios.

Obras

Fundación de monasterios

Gracias a la contribución de San Bernardo, la comunidad de Cîteaux experimentó una expansión considerable que se desarrolló rápidamente, lo cual permitió la fundación de cuatro nuevas abadías "hijas de Cîteaux" (cómo las llaman en el vocablo cisterciense).Cabe destacar que San Bernardo fundó la abadía de Claraval, tercera hija de Cîteaux, en 1115. Esta última permitió el nacimiento de tres colonias, las cuales fundaron a su vez la abadía de las tres fuentes (1115), la abadía de Fontenay (1118) y la abadía de Foigny (1121). De hecho, a lo largo de su vida, Bernardo no dejó de participar en la organización y expansión de la orden cisterciense, de tal manera que en el momento de su muerte, Claraval contaba con 341 abadías y 700 monjes, y la orden cisterciense contaba con 165 fundaciones.

Escritos de San Bernardo de Claraval

San Bernardo de Claraval dejó numerosos escritos, en particular más de 300 sermones500 cartas que dan testimonio de su gran papel como consejero espiritual. Entre sus libros más famosos podemos citar:

El Tratado de la gracia y el libre albedrío, escrito en 1127.

El Tratado sobre el amor de Dios, escrito en 1124.

El Elogio de la nueva milicia templaria (de laude novae militiae) escrito en 1129.

El "Himno a San Malaquías", escrito en 1148.

Los "Sermones sobre el Cantar de los Cantares", en el que Bernardo revela su corazón enamorado del corazón de Dios y que aspira a la unión con su amado.

San Bernardo de Claraval y la Virgen María

San Bernardo era conocido como el cantor de María por su estilo entusiasta y alegre. Se puede decir que su pensamiento retomaba el de los Padres de la Iglesia; una prueba de ello son las numerosas palabras y citas de San Bernardo, a través de las cuales mostraba su gran amor por la Madre de Dios. De hecho, fue un hombre que profundizó en gran manera en el misterio de la Encarnación del Verbo y se mostraba bastante maravillado ante el instrumento elegido por Dios para lograr dicho fin, es decir, la Virgen María. Al respecto, San Bernardo se refirió diciendo: “procuremos también nosotros, amadísimos, subir por él al mismo Señor que por ella bajó a nosotros y venir por ella a la gracia del mismo que por ella vino a nuestra miseria”. También dijo : “Cuando pensamos en ella, no nos extraviamos”. San Bernardo fue un hombre que hizo énfasis en el lugar de la Virgen como un ser que permite el acercamiento del hombre a Dios, gracias a su papel de mediadora. De hecho, san Bernardo dijo: “Si quieres un abogado cerca de Jesús, recurre a María. Lo digo sin dudarlo: María será escuchada por la consideración que se merece. El hijo escuchará a su Madre y el Padre a su Hijo. Esta es la escalera para los pecadores: la confianza absoluta, y en esto se basa mi esperanza”.

Por último, cabe anotar que San Bernardo plasmó su espiritualidad mariana en varias de sus obras. Por ejemplo, en sus sermones: sermón para el Adviento, para el 2 de febrero (Purificación de María), para la Asunción, para la Anunciación, para el 8 de septiembre (Natividad de María).

Oraciones de San Bernardo de Claraval

La oración "acordaos" de San Bernardo

“Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que han acudido a vuestra protección,
implorando vuestro auxilio,
haya sido desamparado.
Animado por esta confianza, a Vos acudo,
oh Madre, Virgen de las vírgenes,
y gimiendo bajo el peso de mis pecados
me atrevo a comparecer ante Vos.
Oh madre de Dios, no desechéis mis súplicas,
antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente.
Amén.”

Oración "Mira la estrella, invoca a María” de San Bernardo de Claraval
¡Oh! tú, quien quiera que seas, que te sientes lejos de tierra firme,
arrastrado por las olas de este mundo, en medio de las borrascas y tempestades,
si no quieres zozobrar, no quites los ojos de la luz de esta estrella.
Si el viento de las tentaciones se levanta,
si el escollo de las tribulaciones se interpone en tu camino,
mira la estrella, invoca a María.
Si eres balanceado por las agitaciones del orgullo,
de la ambición, de la murmuración, de la envidia,
mira la estrella, invoca a María.
Si la cólera, la avaricia, los deseos impuros
sacuden la frágil embarcación de tu alma,
levanta los ojos hacia María.
Si perturbado por el recuerdo de la enormidad de tus crímenes,
confuso ante las torpezas de tu conciencia,
aterrorizado por el miedo del Juicio,
comienzas a dejarte arrastrar por el torbellino de tristeza,
a despeñarte en el abismo de la desesperación, piensa en María.
Si se levantan las tempestades de tus pasiones,
mira a la Estrella, invoca a María.
Si la sensualidad de tus sentidos quiere hundir la barca de tu espíritu,
levanta los ojos de la fe, mira a la Estrella, invoca a María.
Si el recuerdo de tus muchos pecados quiere lanzarte al abismo de la desesperación,
lánzale una mirada a la Estrella del cielo y rézale a la Madre de Dios.
Siguiéndola, no te perderás en el camino. Invocándola no te desesperarás.
Y guiado por Ella llegarás al Puerto Celestial.
Que su nombre nunca se aparte de tus labios, jamás abandone tu corazón;
y para alcanzar el socorro de su intercesión, no descuides los ejemplos de su vida.
Siguiéndola, no te extraviarás, rezándole, no desesperarás,
pensando en Ella, evitarás todo error.
Si Ella te sustenta, no caerás; si Ella te protege, nada tendrás que temer;
si Ella te conduce, no te cansarás; si Ella te es favorable, alcanzarás el fin.
Y así verificarás, por tu propia experiencia,
con cuánta razón fue dicho: “Y el nombre de la Virgen era María”.

Esta oración tan célebre ha sido retomada por la comunidad del Emmanuel e interpretada en forma de canción: puedes mirar el video de la canción “mira la estrella, invoca a María” aquí.