La Lectio divina: ¿qué es, cómo hacerla?

La lectio divina, que también se llama lectura sagrada o lectura en oración, es un método de lectura de la Biblia, para entablar conversación con Dios. La oración se fundamenta y se alimenta de la escucha previa de la palabra divina. Durante mucho tiempo se consideró como una práctica monástica, y, se le asoció específicamente a la tradición carmelita; esta forma de nutrirse de los textos bíblicos se ha ido desarrollando en los círculos laicos durante las últimas décadas. Esta tendencia fue promovida por los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, después del Concilio Vaticano II, quienes instaron a todos los cristianos a reapropiarse de la lectio divina. "No hay mayor prioridad que esta: abrir de nuevo al hombre de hoy el acceso a Dios, al Dios que nos habla y nos comunica su amor para que tengamos vida en abundancia"." (Verbum Domini 2)

¿Qué es la lectio divina?

Se trata de un camino que comienza con una lectura  de las Sagradas Escrituras, serena y  pausada, que lleva a "escuchar" lo que el Señor quiere decirnos hoy. A partir de ella, se produce un diálogo entre Él y nosotros para llevarnos a una comunión de espíritu. Esta práctica, inspirada en los Pardes de la tradición hebrea, es accesible para todos. Si bien la exégesis puede nutrir la meditación, no es una condición necesaria ya que se trata sobre todo de dejarse tocar. La lectio divina no busca conocer mejor los textos bíblicos, sino conocer mejor a Dios.

La puerta de Orígenes

Gracias a Orígenes, un teólogo del siglo III, descubrimos el término "lectio divina". Él hizo alusión a una práctica de oración en tres pasos, a través de una lectura profunda de la Biblia.
• Primero, tocar o llamar: es un paso consciente y voluntario por parte del  orante.
• Luego, buscar: Dios nunca fuerza el encuentro. Él se deja encontrar por quien lo busca.
• Para finalmente pedir: por lo tanto, esta etapa nos lleva hacia la oración.
Tres gestos hechos en la fe que Cristo mismo nos había transmitido: "Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá". (Mateo 7: 7)

La escalera santa de Guigues el Cartujo

Esta es una práctica mucho más antigua. Fue un monje del siglo XII quien ilustró este camino de lectura sagrada, evocando la imagen de la escalera del sueño de Jacob. "Y soñó. Y he aquí, una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo llegaba al cielo. Y he aquí, los ángeles de Dios que subían y bajaban por ella" (Génesis 28:12). Debemos separarnos de lo puramente terrenal por etapas; la última etapa de este ascenso es la comunión con Dios. Partiendo de las palabras, nos acercamos al Verbo.

¿Cómo practicar la lectio divina?

Apertura al Espíritu Santo

Sobre todo, es importante invocar al Espíritu Santo. Necesitamos su ayuda para que nos dé la capacidad y la calidad de escucha necesaria, la luz para captar lo que se nos dice y comprenderlo, y encontrar las palabras para expresar nuestra oración. "Dios mío, envíame tu Espíritu que me haga conocer lo que soy y lo que eres Tú". (San Juan María Vianney, párroco de Ars)
Por supuesto, es posible hacer otras oraciones al Espíritu Santo.

Las etapas de la lectio divina

Tradicionalmente, la lectio divina se divide en cuatro etapas (aunque a veces solo se mencionan tres etapas):
Lectio, la lectura pausada del pasaje bíblico
Meditatio, la meditación y la búsqueda de lo que nos dice
 Oratio, la oración dirigida a Dios
Contemplatio, el momento de adoración
Todos estos pasos son importantes, pues se enriquecen recíprocamente y permiten avanzar. Juntos, perfilan la posibilidad de un diálogo: ya no hay oración ascendente, ni palabra descendente, sino escucha recíproca y un intercambio vivo.
Dios nos habla (lectio), debemos escuchar, acoger. Después de escuchar, tenemos que escucharlo, comprenderlo (meditatio). Después de escuchar su mensaje para nosotros hoy, podemos responderle, hablar con Él, pedirle… (oratio). Finalmente, después de este intercambio, podemos entrar en comunión con Él, acordando nuestros deseos a los suyos (contemplatio). Es importante darse el tiempo suficiente para estas cuatro etapas; al menos veinte minutos es lo ideal (aproximadamente cinco minutos para cada etapa).

¿Lectio divina solo o en grupo?

La lectio divina permite el diálogo y la intimidad con Dios, y, por lo tanto, es muy personal. De hecho, nuestro Padre, que nos conoce íntimamente, a través del mismo texto, tendrá un mensaje para cada uno.
No obstante, compartir la palabra también es muy beneficioso, especialmente en la etapa de meditación. Podemos decidir practicar la lectio divina con otros: en pareja, en familia, entre amigos, en un grupo de feligreses.
Es en la diversidad de sentimientos, de entendimientos, que percibimos cuán vivos están estos textos. Por tanto, es importante tener una actitud de acogida y escucha benevolente del otro. No olvidemos que el Espíritu Santo viene a iluminar cada uno de nosotros, para que nos iluminemos mutuamente.

¿Por qué practicar la lectio divina?

La Iglesia, a partir del Concilio Vaticano II, ha fomentado esta pedagogía divina, porque permite a todos los cristianos experimentar un encuentro con Dios, y comprender mejor la relación que se desea forjar con Él.
Esta práctica promueve nuestro crecimiento espiritual. La palabra de Dios, así como una semilla sembrada, debe dar fruto; cualquier proceso de germinación toma tiempo y requiere que el terreno esté preparado para recibirla. Dentro de la semilla ya hay todo, pero es el encuentro con el suelo lo que hará que nazca el fruto. Nuestra oración adquiere otra dimensión cuando se convierte en una respuesta (y no solo en una petición de nuestra parte).

¡Aliméntate de la palabra de Dios con las comunidades de oración de Hozana!

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También puedes hacer depositar una intención de oración, para que otros cristianos oren contigo por tu petición.