Meditación: ¿cúal es su lugar en la tradición espiritual cristiana?

Hoy en día se habla mucho de la meditación. Sin embargo, a veces es difícil conocer el significado correcto de este término, que forma parte de diferentes enfoques (meditación de conciencia plena, meditación oriental, meditación cristiana...) y prácticas (terapéuticas, filosóficas, espirituales...). 

En el marco de la tradición cristiana, el término meditación, cuya etimología es compleja, puede utilizarse en diferentes contextos, e integrarse a la oración de distintas formas: reflexión espiritual sobre un punto de la fe, interiorización de la Palabra de Dios, meditación, oración silenciosa, actitud contemplativa...

De hecho, la búsqueda de la interioridad y de una relación íntima con Dios ha estado presente desde los inicios del cristianismo, y se ha enriquecido en el transcurso de los siglos, con personajes como los Padres del Desierto, San Ignacio de Loyola o Santa Teresa de Ávila, lo cual ha permitido que se practique de diferentes formas (lectio divina, adoración, oración de recogimiento, ejercicios espirituales, etc.). No obstante, todas estas maneras de meditar tienen el mismo objetivo: tener un encuentro cara a cara con Dios, quien está presente entre nosotros.

"Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por de fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo" (San Agustín de Hipona)

Descubre a continuación más sobre la meditación cristiana y algunos consejos para practicarla.

Evangelio del día
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¿Qué es la meditación cristiana?

Es una relación íntima con Dios

San Juan de la Cruz decía: "El centro del alma es Dios". Meditar es, pues, querer entrar en una relación con Dios mientras nos adentramos en nosotros mismos. 

Debemos saber que, la meditación cristiana y la meditación contemporánea (no religiosa) son bastante similares, en los siguientes aspectos:

  • nos invitan a guardar silencio en nuestro interior, 
  • nos piden que prestemos atención a lo que nos sucede, para no dejarnos abrumar por nuestros pensamientos (tranquilidad de los pensamientos), 
  • nos motivan simplemente a estar y vivir en el momento presente... 

Sin embargo, ambas difieren en su propósito: la meditación contemporánea tiene como objetivo principal calmar y relajar la mente y el cuerpo, mientras que el objetivo de la meditación cristiana es encontrar a Dios en nuestro interior y estar con Él, aunque también se puede sentir una sensación de bienestar y paz, los cuales son sólo una consecuencia de este ejercicio y no su objetivo final.

La meditación cristiana nos invita a tener una relación auténtica, íntima y profunda con el Señor. Ella, como todo encuentro verdadero con Dios, nos transforma y permite que haya un intercambio mutuo, necesario en cualquier relación: le doy al Señor y Él me da a mi.

Por lo tanto, la meditación es, antes que nada, una historia de amor: aceptamos que Dios nos mire con amor y luego aprendemos a mirarnos a nosotros mismos y al mundo con amor.

Es una práctica que se remonta a los orígenes del cristianismo

En el Evangelio de Mateo, capítulo 6, Jesús nos dice: "Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará".

De este modo, Jesús nos enseña que rezar no es una cuestión de reglas o de dogma, sino que se trata de tener un cara a cara, auténtico y sencillo,con nuestro Padre celestial, el cual nos conoce, nos ama y solo quiere que nos dejemos amar por Él.

A partir de este hecho, con el transcurrir del tiempo, se han desarrollado diferentes prácticas que permiten este crecimiento espiritual y la búsqueda de esa paz en Dios. Estas prácticas pueden basarse en la Palabra de Dios. por ejemplo, la lectio divina o la manducación (repetición de un versículo). Esta última era practicada por los Padres del Desierto y su objetivo es dejarnos penetrar por la Palabra para que actúe en nosotros. Además, existen otras prácticas que pueden ser menos repetitivas, es decir, más "libres", como es el caso de la oración de recogimiento practicada por Santa Teresa de Ávila.

De este modo, la práctica de la meditación ha evolucionado a través de los tiempos, nutriéndose de las experiencias espirituales de los grandes santos y santas del Señor, así como de los descubrimientos terapéuticos, por ejemplo, el del Doctor Vittoz, médico cristiano del siglo XX.

Además, todas estas prácticas -que utilizan el cuerpo (respiración, relajación...) y/o la mente (imaginación, repetición...)- permiten aislarse de las preocupaciones externas, para centrarse en uno mismo, dejando así espacio para que haya un encuentro con Dios.

Algunos consejos para practicar la meditación

¿Quieres saber concretamente cómo meditar? A continuación, te presentamos algunos consejos. Precisamos bien que son consejos y no reglas, pues, como toda relación, es viva y personal. Debemos saber que, así como no hay una sola forma de compartir un rato con un amigo, tampoco existe una sola manera de meditar.

La única condición es estar presente y abierto a la presencia de Dios. No te preocupes, aunque a veces no lo logremos, eso no es un problema, pues Él siempre estará ahí para nosotros.

Dispón tu corazón

Dios está ahí, en el secreto de nuestro corazón. Él siempre está ahí, dispuesto a recibirnos, a acogernos. Somos nosotros los que a veces no le abrimos nuestro corazón.

Por lo tanto, meditar consiste en estar verdaderamente presentes y disponibles para este encuentro interior. 

Esto significa :

  • Dedicar tiempo a esta práctica. No es necesario que sea mucho tiempo, sino que sea constante. Cuanto más regular sea la práctica, idealmente a diario, más fructífera será.
  • Aislarse de las preocupaciones externas durante el tiempo de meditación. Es bueno ponerse en un lugar tranquilo y apagar el teléfono, para asegurarse de que no nos van a molestar durante los próximos minutos.
  • Volver a centrarse en el momento presente haciendo, por ejemplo, un ejercicio de respiración, relajación y prestando atención a nuestras sensaciones físicas y corporales.
  • Calmar el flujo incesante de nuestros pensamientos. Para lograrlo, podemos, por ejemplo, poner música suave o sagrada, observar la llama de una vela o una imagen relajante...

También podemos practicar "la guarda del corazón", enseñada por los Padres del desierto, la cual consiste en tomar conciencia de los pensamientos que se cruzan en nuestra mente y apagar aquellos que consideramos perturbadores o distractores. Según Juan Damasceno, "que los pensamientos nos perturben o no forma parte de esas cosas que no dependen de nosotros. Pero que permanezcan o no en nosotros, que susciten o no las pasiones, es parte de lo que sí está en nuestro poder”.

Ejercicios Espirituales ignacianos 
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Apóyate en la Palabra de Dios

Juan Casiano, un monje cristiano del siglo IV, sugería repetir una palabra continuamente y orientarla hacia un elemento sonoro, para ayudar a calmar nuestra mente. A continuación, algunos ejemplos:

  • Abba, Padre, como el mismo Jesús nos enseñó.
  • Jesús, como hizo San Francisco de Asís

Este ejercicio puede ayudar a enfocarse antes de entrar en un tiempo de silencio. Además, puede practicarse de forma continua, y en este caso se le llama la oración del corazón.

Del mismo modo, podemos elegir un versículo bíblico y tomarnos el tiempo de dejarlo penetrar en nosotros, repitiéndolo, prestando atención a cada palabra y escuchando lo que Dios nos dice...

La lectio divina y los ejercicios espirituales de San Ignacio proponen una práctica meditativa especialmente enraizada en la Palabra de Dios. (encuentra más detalles abajo).

Busca la relación, antes que nada

"En el silencio, Él nos escucha; en el silencio, Él habla a nuestras almas. En el silencio, se nos concede el privilegio de escuchar Su voz: silencio de los ojos,  silencio de los oídos,  silencio de la boca, silencio de la mente ....en el silencio del corazón Dios habla" (Madre Teresa de Calcuta).

Es importante siempre recordar que, en la sencillez de la meditación, sólo buscamos estar con Dios y para Dios. Además, tengamos en cuenta que, todos los ejercicios que nos llevan a estar presentes y los elementos que nos ayudan a volver a centrarnos, son sólo medios que algunos días nos ayudarán a sentir la presencia interior de Dios. Por lo tanto, a veces no serán suficientes.

Esto es totalmente normal y forma parte de una relación viva, así que no debe preocuparnos ni desanimarnos. Lo más importante es hacer un acto de fe (yo sé que, sin importar lo que sienta, Dios está ahí en mí ser) y mostrar nuestra voluntad de pasar un tiempo con él (le doy un tiempo, aunque sienta que hoy es más difícil).

4 tipos de prácticas meditativas en la tradición cristiana

Lectio divina

Este tipo de meditación cristiana se basa en las Escrituras. La práctica de la lectio divina consiste en dejarse guiar por la Palabra a través de 4 etapas: lectio, lectura lenta de un texto; meditatio, tiempo de interiorización del texto y búsqueda de lo que nos dice en profundidad; oratio, tiempo de oración; y comtemplatio, momento que permite mantener el corazón abierto a la presencia de Dios.

Oración de recogimiento

Correspondiente al tiempo de "oratio" de la lectio divina; la oración silenciosa es una forma de oración en sí misma. De hecho, es el mismo movimiento interior que se tiene en la lectio divina, pero extendido durante más tiempo. Para practicar la oración silenciosa, debemos entrar en lo más profundo de nosotros mismos con la firme convicción de que Dios está ahí en todo momento; es tener el intenso deseo de ir a su encuentro, de acercarse a Él lo más posible.

Adoración 

Cuando hablamos de adoración, pensamos en particular en la adoración eucarística, practicada por los católicos y algunos anglicanos. Se trata de mirar a Cristo y dejarse mirar por Él, pues Él está presente en la hostia y se presenta ante los ojos de los fieles en el ostensorio. Se trata de ponernos en presencia de Jesús, quién nos mira y nos ama, y unirnos a Él como miembros del cuerpo de Cristo.

Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola 

San Ignacio de Loyola, padre de los jesuitas, logró plasmar en un libro los ejercicios espirituales para acompañar a los que meditan en la práctica de la oración y la meditación, a través de pasajes del Evangelio. El objetivo de estos ejercicios es que vivamos un verdadero encuentro personal con Jesús, y experimentemos el plan de Dios para nosotros.

En Hozana, encuentra meditaciones guiadas y orientación espiritual en la práctica de la meditación.

Aunque la meditación sea un viaje personal e íntimo, puede ser importante dejarse guiar en los primeros pasos para sentirse más cómodo y sentir toda su belleza. Por lo tanto, Hozana te ofrece pequeños retiros en línea y comunidades para guiarte y ayudarte en este proceso: 

  • A través de esta comunidad, te invitamos a orar en comunidad y a recibir una meditación del evangelio cada día, pues la oración es el alimento del alma. ¡Recarga tus fuerzas día a día, sólo tomando un momento!
  • Inscribiéndote a este retiro, podrás sentir los tesoros de la interioridad y sentir y gustar la cercanía de Dios, guiado por Ignacio de Loyola. 
  • Por último, en esta comunidad encontrarás cada día una meditación sobre textos y temas bíblicos, contextualizados para nuestro tiempo, de manera que puedas reflexionar, crecer y fortalecer tu fe.