60.000: es el número aproximado de pensamientos que produce un ser humano en un solo día. Todos estos pensamientos se alojan en nuestra alma e influyen en nuestro comportamiento. Cuando tenemos pensamientos de miedo, rechazo, amargura o incluso suicidio, estamos destruyendo nuestro ser interior. Por eso debemos cuidar nuestra alma tanto como cuidamos nuestro cuerpo. De hecho, en la Palabra de Dios, el deseo del Padre para nosotros se expresa de la siguiente manera: “Querido hermano, ruego a Dios que te encuentres perfectamente bien y que goces de buena salud en tu cuerpo, como la tienes en tu alma”. (3 Juan 2). Por lo tanto, conocer el estado de nuestra alma significa comprender la actividad que se desarrolla en nuestro interior, para poder gestionar mejor nuestras emociones y nuestras decisiones. Porque Jesús vino a sanar no solo los cuerpos, sino también los corazones rotos.Veamos estos 10 que tratan sobre el alma.
“Que el Dios de la paz los santifique plenamente, para que ustedes se conserven irreprochables en todo su ser – espíritu, alma y cuerpo – hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo”. (1 Tesalonicenses 5:23)
“Entonces les dijo: «Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí velando». El alma es el lugar donde sentimos emociones”. (Marcos 14:34)
“Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu». Este es el más grande y el primer mandamiento”. (Mateo 22:37-38)
“Como la cierva sedienta busca las corrientes de agua, *así mi alma suspira por ti, mi Dios. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente: *¿Cuándo iré a contemplar el rostro de Dios?”. (Salmo 41:2-3)
“Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio”. (Mateo 11:29)
“Sepan que el que hace volver a un pecador de su mal camino salvará su vida de la muerte y obtendrá el perdón de numerosos pecados”. (Santiago 5:20)
“No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena”. (Mateo 10:28)
“¿Por qué te deprimes, alma mía? ¿Por qué te inquietas? Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias, a él, que es mi salvador y mi Dios”. (Salmo 41:12)
“Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu». Este es el más grande y el primer mandamiento”. (Mateo 22:37-38)
“Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga a su santo Nombre; bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios”. (Salmo 103:1-2)
Al igual que cuidamos nuestro cuerpo y nuestra mente, debemos cuidar nuestra alma a lo largo de nuestra vida, para que pueda descansar junto al Padre eterno cuando muramos.
En la Biblia se hace una distinción entre el espíritu, el alma y el cuerpo, que son tres componentes del ser humano. Aunque, según la traducción, la diferencia entre espíritu y alma no siempre es evidente. El cuerpo, con nuestros sentidos, es lo que nos conecta con el mundo exterior. El espíritu, en cambio, está en el corazón de nuestra vida interior y nos conecta con Dios. El alma es nuestra esencia, lo que nos hace ser quienes somos, con nuestras experiencias, nuestros sentimientos y nuestras emociones.
Según la Biblia y la tradición cristiana, el alma es la parte inmortal de nuestro ser. Tras la muerte, el alma vuelve a Dios, donde espera el juicio.
He aquí un hermoso versículo sobre la vida eterna: “Jesús le dijo: «Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá: y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?"». (Juan 11:25-26)