Jesús

Todos hemos escuchado alguna vez uno de los apelativos de Jesús: Jesús de Nazareth, Hijo de Dios, Hijo del Hombre, pero ¿sabemos realmente quién es realmente Jesús? De hecho, la Biblia nos enseña que, en primer lugar su existencia fue anunciada en el Antiguo Testamento, y posteriormente, tanto su vida como su mensaje fueron descritos en el Nuevo Testamento. Descubramos, a la luz de la Biblia, por qué para los cristianos Jesús es el Cristo.

Jesucristo en la Biblia

Jesús de Nazaret

No podemos negar que Jesús es un personaje histórico. De hecho, no solo los cristianos lo reconocen como el Mesías y el Hijo de Dios, sino que también la humanidad entera reconoce su existencia de diferentes maneras. Por ejemplo, en el Corán (libro sagrado del Islam) se menciona a Issa (Jesús en árabe) como el precursor de Mahoma. Además, los musulmanes también reconocen sus milagros y su nacimiento a través de María. Por otro lado, en el Talmud, uno de los textos fundamentales del judaismo, también se hacen algunas referencias a Jesús. 

Si lo miramos a la luz de la Biblia, se puede decir que Jesús nació en Belén, Judea, durante el reinado de Herodes, y que vivió los primeros 30 años de su vida en Nazareth. De hecho, su nacimiento o Natividad ha sido plasmada en los Evangelios.

Además, el episodio de la Presentación en el Templo nos muestra que Jesús fue educado según la tradición judía por su madre María y su padre adoptivo José, quien era carpintero de oficio. Cuando cumplió 30 años comenzó su "vida pública", y tres años más tarde fue arrestado y condenado a la muerte en cruz.

El Hijo de Dios: la tercera persona de la Trinidad

Para los cristianos, Jesús es más que un hombre y un profeta. Es el Hijo de Dios, el Verbo encarnado:

“Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios” (Juan 1:1); “La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre” (Juan 1:9)

Tengamos presente que, Dios se hizo hombre por medio de Jesús, para compartir nuestra humanidad y trascenderla. Él es la segunda persona del Dios Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Por otro lado, podemos ver que, según la Biblia, en los tres evangelios (Evangelio de Marcos, Evangelio de Mateo y Evangelio de Lucas) se narra el bautismo de Jesús, como un hecho importante de su vida en la tierra:

 “En aquellos días, Jesús llegó desde Nazareth de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y al salir del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu Santo descendía sobre él como una paloma; y una voz desde el cielo dijo: «Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección” (Marcos: 1:9-11).

De hecho, las Escrituras plasman estas hermosas palabras que el Padre dedicó a su Hijo en el momento de la Transfiguración.

Recordemos que el amor entre Jesús y su Padre es incondicional, y que Jesús nos muestra su vínculo filial con Dios al llamarle “Padre” (por ejemplo en la oración del Padre nuestro, esa bella oración de los cristianos que Jesús enseñó a sus apóstoles). Para terminar esta parte, podemos ver que los Evangelios relatan un sinnúmero de señales y milagros que hizo Jesús durante su “vida pública”, entre estos podemos mencionar las bodas de Caná, el día que Jesús caminó sobre el agua, la resurrección de Lázaro, la multiplicación de los panes y muchos más… Tengamos presente que, durante sus 3 años de vida pública, Jesús manifestó el poder del Padre liberando, sanando, aliviando y consolando a todos aquellos que acudían a Él.

El Cordero de Dios

Jesús también se conoce como el Cordero de Dios: de hecho, Juan el Bautista lo presentó diciendo: “Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” (Juan 1:29). Tengamos presente que Jesús se entregó como el Cordero Pascual del Antiguo Testamento, cuando se ofreció como sacrificio por la humanidad, cumpliendo su misión de redimir a los hombres y lavar el pecado original que ha dañado a los hombres desde Adán.

Es así como su pasión, que comenzó en Getsemaní después de la Última Cena, y continuó hasta su muerte en la Cruz, no solo fueron pasos necesarios para lograr la salvación del mundo, sino que nos abrieron las puertas de acceso al Reino de los Cielos.

El Mesías, el Salvador del mundo

El Nuevo Testamento presenta a Jesucristo como el Mesías esperado por el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento.

De hecho, Jesús es el Salvador que las Escrituras anunciaron en el libro de Isaías diciendo: “ Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel” (Isaías 7:14).

Además, Jesús es una señal de la nueva alianza entre Dios y los hombres: “Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo, hombre él también, que se entregó a sí mismo para rescatar a todos. Este es el testimonio que él dio a su debido tiempo” (1 Timoteo 2:5-6)

Recordemos Jesús sufrió violencia, humillación, rechazo e injusticia por nosotros, pero respondió a la hostilidad con amor y perdón. Él se entregó a nosotros hasta la muerte, sin restricciones o condiciones, de este modo redimió al mundo y su resurrección nos recuerda la victoria del amor sobre la muerte. 

El Resucitado

Jesús resucitó tres días después de haber sido crucificado, y como cristianos celebramos su resurrección el día de Pascua. Jesús resucitó de entre los muertos para abrirnos las puertas del Reino y darnos la Buena Noticia

 Como hijos de Dios, no estamos destinados a morir, sino que nuestra vida en la tierra tiene un sentido: estamos llamados a la vida eterna, pues el amor y la misericordia de Dios han prevalecido sobre el pecado, así que del mismo modo que los peregrinos de Emaús, podemos tener la alegría de poder sentir su presencia en nuestras vidas

Frases de Jesús

En el Nuevo Testamento, los cuatro evangelistas narran la vida de Jesús y sus palabras; a decir verdad, durante los tres últimos años de su vida, Jesús nos enseñó y transmitió muchos mensajes, ya sea por medio de parábolas, o a través de sus encuentros (como sucedió con la mujer samaritana).

Recordemos que Él solía enseñar a las multitudes, y fue así que nos reveló las Bienaventuranzas en el Sermón del Monte o de la Montaña.

Descubre a continuación algunas de las palabras del Señor, para que las guardes y medites en tu corazón:

“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6)

“El Padre y yo somos una sola cosa” (Juan 10:30)

“Yo no lo juzgo, porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo” (Juan 12:47)

“Jesús le dijo: «Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá: y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás” (Juan 11: 25-26)

“Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores” (Mateo 9:13)

“Todos los que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas” (Mateo 7:12)

“Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros” (Juan 13:34)

“Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón” (Mateo 6:20-21)

“Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos” (Mateo 18: 4)

“El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra” (Juan 8:7)

“Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20)

“Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré” (Mateo 11:28)

“Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos” (Apocalipsis 3:20)

“Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes” (Juan 14:3)

¿Cómo rezar a Jesucristo?

“Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán” (Juan 15:7)

Cuando oramos, podemos dirigirnos a la Santísima Trinidad, a Dios Padre (como cuando decimos el Padrenuestro), al Espíritu Santo o a Jesucristo. 

Orar a Jesús es muy sencillo y no requiere protocolos complicados. Por ejemplo, podemos simplemente hablarle de corazón a corazón, usando nuestras propias palabras, o rezarle hermosas oraciones asociadas a devociones específicas:     

¡Ten un encuentro con Jesús con Hozana!

Jesús viene a nuestro encuentro allí donde estamos: ¡Él viene a nosotros con amor!. Para tener un encuentro con Jesús es necesario acogerlo y saber reconocer su presencia. Para esto, podemos apoyarnos de los Evangelios, que nos ayudan a identificar los pasos de Jesús en nuestras vidas. A propósito,  Hozana te propone diferentes comunidades para recibir los Evangelios del día, en forma de audio o escritos, con una meditación o un comentario de un líder espiritual: ¡elige la que más se ajuste a tus necesidades!

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