4 razones por las que la oración puede cambiar tu vida
La Iglesia nos invita a rezar en comunidad, pero también a rezar a solas. La práctica de la oración es fundamental para los cristianos. San Juan Pablo II decía: "La oración es como el aliento de la vida cristiana". Pero, ¿por qué? ¿Qué sucede en la oración? ¿Cuáles son los beneficios de la oración? La Biblia y la vida de los santos nos muestran el poder de la oración. Jesús mismo, en los Evangelios, ora a menudo. Pero, ¿estamos convencidos de que la oración puede tener un impacto real en nuestra vida cotidiana?
Aquí tenemos 4 (muy) buenas razones para dedicar un tiempo a la oración en nuestras vidas.
1- ¡Porque la oración funciona!
Dios escucha todos nuestros problemas, incluso los más pequeños. No, Dios no está demasiado ocupado en otra cosa como para prestarnos atención. No, nuestros problemas, incluso los cotidianos, no son insignificantes ante sus ojos.
El Señor se preocupa de todo lo que nos sucede. Podemos confiárselo todo: cada pequeña pregunta, cada miedo, la más pequeña de nuestras preocupaciones... No tengamos miedo de pedirle ayuda. El primer milagro que hizo Jesús tuvo lugar en una boda, cuando escaseaba el vino. Dios nos tiende la mano en nuestra vida cotidiana, en nuestras pequeñas y grandes alegrías, en nuestras pequeñas y grandes tristezas. Y está dispuesto a hacer milagros por nosotros todos los días.
Al crearnos libres, se hizo dependiente de nuestro consentimiento para actuar en nuestras vidas. En la oración, permitimos que Dios actúe. Por eso la oración es fuerte y poderosa. A través de ella, mostramos nuestra fe, y es nuestra fe la que hace posible lo imposible. Jesús mismo nos dijo: "Todo lo que pidan en la oración con fe, lo alcanzarán" (Mateo 21, 22)
¿Qué hacer, pues? De todos modos se van a enterar de que has venido.
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Aquí tenemos algunas oraciones que podemos dirigirle, para confiarle nuestras dificultades y pedirle su ayuda y su apoyo:
- ante la enfermedad
- en nuestros momentos de ansiedad y estrés
- en nuestras dificultades en el trabajo, nuestra búsqueda de empleo
- en nuestras preocupaciones familiares
- en nuestros problemas de pareja o nuestro deseo de encontrar a nuestra media naranja
2- Porque la oración nos permite desconectarnos... y volver a conectarnos con lo esencial: Dios.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que la oración es "una relación viva y personal con el Dios vivo y verdadero" (nº 2558).
En la oración, también aprendemos a estar en silencio y a escuchar a Dios. Los pensamientos y las imágenes que podemos tener en la oración son mensajes que Dios nos da para guiarnos. La oración nos permite discernir, comprender mejor una situación, tomar la decisión correcta. Hoy en día tenemos tantas obligaciones. En la oración, Dios no nos pide nada y nos ofrece todo. Podemos beber de la fuente de su amor y saciar toda nuestra sed. Reponer nuestras energías.
Como en cualquier relación, cuanto más tiempo pasamos juntos, más nos conocemos. ¿No es maravilloso tener una relación íntima con Dios?
3- Porque la oración es la mejor manera de encontrarnos con nosotros mismos y conocernos mejor
La oración desarrolla nuestro interior. Es un espacio de libertad en el que nos ponemos bajo la mirada benévola de Aquel que nos ha creado y nos ama infinitamente. Orar es dejarse mirar por Dios, como decía Santa Teresa de Ávila. Despojándonos de nuestras máscaras, de los papeles que desempeñamos en el mundo, descubrimos que somos amables y amados tal como somos.
San Agustín decía: "Conviértete en lo que eres". Es bajo la mirada de Dios donde podemos revelarnos a nosotros mismos, y es en la oración donde Dios nos revela quiénes somos.
"Tú creaste mis entrañas, me plasmaste en el seno de mi madre: te doy gracias porque fui formado de manera tan admirable. ¡Qué maravillosas son tus obras! Tú conocías hasta el fondo de mi alma" (Sal 139,13.14).
La oración silenciosa y la meditación cristiana son dos tipos de oración silenciosa que ayudan a desarrollar esta interioridad.
4- Porque la oración embellece
Y sí, puede que ésta no sea la primera razón que se nos viene a la mente al pensar en la oración, pero es verdad. La oración nos calma, nos relaja, nos da energía, nos ilumina... Cada oración que rezamos, cada momento que pasamos con Dios, aumenta nuestra belleza ¡Cristo transfigurado es una prueba de ello!
Volver la mirada hacia Dios cambia nuestro rostro. "Miren hacia él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán" (Salmo 34,6).
Todos hemos sido tocados por un rostro radiante. Esto es lo que ocurre cuando desarrollamos nuestra vida de oración.
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