La oración se puede hacer de diferentes formas, por lo cual existen diversos tipos de oración: oración de recogimiento, oraciones litúrgicas, oración jaculatoria, oración fúnebre… de acuerdo a prácticas muy diferentes. La oración contemplativa o de recogimiento, que también se puede llamar oración mental, oración del corazón, oración meditativa, es una oración silenciosa que tiene su origen en la creencia de los cristianos de que Dios habita en nosotros. Entrar en oración es, por tanto, entrar en uno mismo, recogerse para acercarse al Señor. Esta oración es muy practicada en las órdenes monásticas, y los carmelitas pueden dedicarle hasta dos horas diarias.
"Conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros" (Juan 14:20)
Cristo hace su morada en nosotros. Así que es en nosotros donde tenemos que encontrarlo. Es tan sencillo y a su vez tan difícil. Nuestros miedos, nuestras debilidades, nuestras heridas, nuestro orgullo, son tantos muros que construimos entre Él y nosotros. Y, sin embargo, solo está esperando que nos acerquemos y lo encontremos para dejarnos amar. La oración es una forma de recuperar el camino y permitir este encuentro divino entre nuestra alma y Dios.
"¡Muy tarde te amé, oh belleza tan vieja y tan nueva, muy tarde te amé! Tú estabas adentro y yo afuera, y ahí es donde te estaba buscando, y por la gracia de estas cosas que hiciste, yo pobre desgraciado, ¡me torturaba! Tú estabas conmigo y yo no estaba contigo; ellas me mantuvieron alejado de ti, esas cosas que aún, si no existieran en ti, ¡no existirían! Llamaste, gritaste y rompiste mi sordera, brillaste, resplandeciste y disipaste mi ceguera; tú me embalsamaste, yo respiré y jadeando aspiré a ti, probé, y tuve hambre y sed; me tocaste y me alcé en llamas en tu paz." (San Agustín)
Para santa Teresa de Ávila, la oración es una "relación de amistad con aquel por quien sabemos que somos amados". "He considerado nuestra alma como un castillo, hecho de un solo diamante, o de un cristal muy puro, en el que hay, como en el cielo, varias viviendas. De hecho, mis hermanas, el alma del justo, si uno se pone a pensarlo, no es otra cosa que un paraíso, donde Dios, como él mismo dice, se deleita. Si es así, ¿qué puedo decir? ¡Y qué idea deberíamos hacernos de la morada donde le gusta vivir a un monarca tan poderoso, tan sabio, tan puro, tan magnífico! Para mí, no encuentro nada con lo que se pueda comparar la belleza deslumbrante y la prodigiosa capacidad de un alma. No, por fuerte que sean las facultades de nuestras mentes, no lograrán hacerse una idea perfecta. ¿Y debemos sorprendernos, cuando este gran Dios, que nuestro entendimiento está lejos de comprender, Él mismo declara que nos creó a su imagen y semejanza?" (Santa Teresa de Ávila - El castillo interior del alma)
"Tómame, Señor,
en la riqueza divina de tu silencio,
plenitud capaz de colmar todo en mi alma.
Haz callar en mi lo que no sea Tú,
lo que no sea tu presencia
toda pura,
toda solitaria,
toda apacible.
Impón silencio a mis deseos,
a mis caprichos,
a mis sueños de evasión,
a la violencia de mis pasiones.
Cubre con tu silencio
la voz de mis reivindicaciones,
de mis quejas.
Impregna de tu silencio
mi naturaleza demasiado impaciente por hablar,
demasiado inclinada a la acción exterior y ruidosa.
Impón incluso silencio en mi oración,
para que sea impulso puro hacia ti;
Haz descender tu silencio
a lo más profundo de mi ser
y haz subir este silencio hacia ti
en homenaje de amor! "
Necesitamos alejarnos de nosotros mismos para enfocarnos en Dios. No hay protocolo ni código para este encuentro amoroso con Jesús, sino la necesidad de estar plenamente presente, con fervor y humildad, ante este huésped que nos espera con los brazos abiertos.
• Es bueno ponerse en buenas condiciones: una posición estable, un lugar tranquilo… que nos pueda ayudar en esta interiorización.
• Hay que estar en silencio consigo mismo para recibir la presencia de Dios; como en cualquier meditación nuestra mente puede distraerse, –algunos días más que otros– no es grave, volvámosla pacientemente a Dios cada vez que la sintamos extraviada, tantas veces como sea necesario.
• Y sobre todo, ¡no desanimarse! Es un regalo y una gracia sentir esta presencia amorosa. La práctica de la oración requiere perseverancia y humildad.
Podemos pedirle a un consejero espiritual que nos acompañe en este proceso. Otra forma de caminar hacia la oración es practicar la lectio divina; ese método que, a partir de la lectura de un pasaje de la Biblia, nos lleva a la oración y la contemplación.
"[La oración] es fuente de luz y cumple con respecto a la caridad el papel de la inteligencia frente a la voluntad; la precede, la dirige y la ilumina a cada paso. Al convertirse en contemplativo, la oración transforma el alma, según la palabra del apóstol, de claridad en claridad hasta la semejanza de Dios." (Padre María-Eugenio del Niño Jesús en La oración de los principiantes)
Dejarnos amar por Cristo y entregarnos a esta mirada que nos ilumina nos convierte en lo que realmente somos. Nos vemos en la verdad, como las maravillas que somos para Dios, pero también aceptando nuestras debilidades, nuestras heridas. Permitimos al Señor, –Consolador y Salvador– que lleve a cabo su obra de conversión.
"Más gente de la que uno cree sería capaz de hacer oración, pero nadie les enseña. Entonces, sin esta interioridad, los bautizados pierden fuerza, su acción se convierte en un címbalo sonoro, y hasta su práctica religiosa se diseca" (San Juan -Pablo II)
La oración permite acoger nuevas virtudes, en particular la humildad, pero también el espíritu de pobreza, de caridad... Al hacerse más íntima nuestra relación con Dios; ésta también se vuelve más fecunda. Estamos listos para dar frutos. El cristiano cuya alma está iluminada por esta unión con Dios puede brillar así en el mundo.
La palabra oración es sinónimo de ruego. Por tanto, lo encontramos en otro tipo de prácticas distintas de la oración de meditación:
• La oración fúnebre, cuando esta noción se refiere sobre todo a un género literario similar al discurso y la alabanza, tiene su origen en las oraciones que se escribían para los difuntos.
• Oración jaculatoria, oración breve y espontánea.
• Oración dominical, que es de hecho el Padre Nuestro u oraciones más específicas como las 15 oraciones de Santa Brígida.
Hozana te ofrece diversas propuestas espirituales para que puedas aprender a orar y crecer en tu vida espiritual.
Por ejemplo, para practicar la oración de recogimiento, deja que Santa Teresa de Ávila te guíe por el "castillo interior" de tu alma hasta el Señor, uniéndote a esta novena de Hozana.
Además, si deseas aprender a orar, te invitamos a hacer parte de esta comunidad en línea para que la oración empiece a hacer parte de tu diario vivir.