Las 10 plagas de Egipto

El Antiguo Testamento, concretamente el libro del Éxodo, relata la esclavitud que sufrieron los judíos en Egipto tras la muerte de José, hijo de Jacob. Afortunadamente, Dios escuchó sus gritos y les envió a Moisés para traer liberación, y defenderlos de la obstinación y crueldad con las que el faraón los trataba. Estas 10 plagas son 10 pestes que Dios envió a Egipto para obligar al Faraón a dejar ir a su pueblo. Te invitamos a descubrir cuales fueron estas plagas, y cómo Dios utilizó a Moisés y Aarón para liberar al pueblo judío del poder del Faraón.

Moisés y el Faraón: la lucha para lograr el éxodo

Cuando los israelitas estaban bajo la esclavitud de los egipcios, Dios envió a Moisés y Aarón para ordenar al faraón que liberara a su pueblo. Sin embargo, el Faraón se negó rotundamente, provocando la ira de Dios. De este modo, el Señor decidió enviar 10 tipos de calamidades sobre su país para obligarlo a liberar a su pueblo.

Las diez plagas enviadas a Egipto

El agua convertida en sangre

“ Moisés y Aarón hicieron lo que el Señor les había ordenado. El levantó su bastón y golpeó las aguas del Nilo, a la vista del Faraón y de todos sus servidores. Y toda el agua del Nilo se convirtió en sangre” (Éxodo 7:20).

Las ranas

“Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y las ranas subieron hasta cubrir el país. (...) Cuando Moisés y Aarón se separaron del Faraón, Moisés rogó al Señor para que alejara las ranas con que había castigado al Faraón, y el Señor accedió el pedido de Moisés. Las ranas quedaron muertas en las casas, en los patios y en los campos” (Éxodo 8:2; 8-9).

Los mosquitos

“Aarón extendió la mano empuñando su bastón, golpeó el polvo del suelo, y en seguida, nubes de mosquitos se lanzaron contra la gente y los animales. Todo el polvo del suelo se transformó en mosquitos, a lo largo de todo el país” (Éxodo 8:13).

Las moscas

“Así lo hizo el Señor, y una gran cantidad de tábanos se precipitó sobre el palacio del Faraón y sobre las casas de sus servidores; y todo el territorio de Egipto fue devastado por los tábanos” (Éxodo 8:20).

La muerte del ganado

“En efecto, al día siguiente el Señor cumplió su palabra y entonces murió todo el ganado de Egipto. A los israelitas, en cambio, no se les murió ni un solo animal” (Éxodo 9:6).

La epidemia de úlceras

“Ellos recogieron el hollín y se presentaron ante el Faraón. Moisés lo arrojó hacia el cielo, y tanto los hombres como los animales se cubrieron de úlceras”. (Éxodo 9:10)

La tormenta de granizo y fuego

“Moisés extendió su bastón hacia el cielo, y el Señor envió truenos y granizo. Cayeron rayos sobre la tierra, y el Señor hizo llover granizo sobre Egipto. El granizo y el fuego que formaba remolinos en medio de él, se precipitaron con tal violencia, que nunca hubo en Egipto nada semejante desde que comenzó a ser una nación”. (Éxodo 9:23-24)

La invasión de langostas

“Moisés extendió su bastón sobre el territorio de Egipto, y el Señor envió sobre el país el viento del este, que sopló todo aquel día y toda la noche. Cuando llegó la mañana, el viento ya había traído las langostas. Las langostas invadieron todo el país y se abatieron sobre el territorio de Egipto en una cantidad tal, que nunca se había visto una invasión semejante, y nunca más volvería a verse”. (Éxodo 10:13-14)

Oscuridad durante 3 días

“Moisés extendió su mano hacia el cielo, y una profunda oscuridad cubrió todo el territorio de Egipto durante tres días.Todo ese tiempo estuvieron sin verse unos a otros y sin que nadie pudiera moverse de su sitio. Pero en las viviendas de los israelitas había luz”. (Éxodo 10:22-23)

La muerte del primogénito

“A medianoche, el Señor exterminó a todos los primogénitos en el país de Egipto, desde el primogénito del Faraón –el que debía sucederle en el trono– hasta el primogénito del que estaba preso en la cárcel, y a todos los primogénitos del ganado. El Faraón se levantó aquella noche lo mismo que todos sus servidores y todos los egipcios, y en Egipto resonó un alarido inmenso, porque no había ninguna casa donde no hubiera un muerto”. (Éxodo 12:29-30)

La sangre del Cordero como señal de liberación

La última señal dada por Dios antes de la liberación fue la sangre del Cordero Pascual. Este signo fue una pre-figuración del sacrificio de Jesús, a quien se conoce como el Cordero de Dios, y fue utilizado para anunciar la liberación de los que estaban esclavizados por el pecado. Por eso, debemos tener en cuenta que, así como la sangre en los dinteles de las puertas libró a los israelitas de la muerte, la sangre de Jesús derramada en la cruz nos da la victoria sobre el pecado y la muerte. Porque está escrito: “Y ahora que estamos justificados por su sangre, con mayor razón seremos librados por él de la ira de Dios”. (Romanos 5:9)

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