Hoy contemplamos los Misterios Dolorosos

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Meditaciones del rosario basadas en el Mensaje del Santo Padre Francisco para la XXXI Jornada Mundial de la Juventud Cracovia 2016

MISTERIOS DOLOROSOS 
1. La oración en el Huerto.

Tenemos que suplicar al Señor que nos dé la gracia de ser misericordiosos con quienes nos hacen daño. (…) La misericordia es el único camino para vencer el mal. La justicia es necesaria, cómo no, pero ella sola no basta. Justicia y misericordia tienen que caminar juntas.También en nuestra vida tantas veces tenemos que aceptar el sufrimiento, rendirnos. Sin embargo eso no nos hace perdedores, al contrario: si con la obediencia a Dios y a sus intenciones somos capaces de decir “hágase tu voluntad” – nos volvemos a ser participantes del sufrimiento de Jesús. Oremos para que procurando conseguir la justicia, nunca olvidemos que la misericordia es su cumplimiento perfecto y algo más grande aún.


2. La flagelación.

El mensaje de la Divina Misericordia constituye un programa de vida muy concreto y exigente, pues implica el obrar. Una de las obras de misericordia más evidente, pero quizás más difícil de poner en práctica, es la de perdonar a quien te ha ofendido, a quien te ha hecho daño, a quien consideramos un enemigo.El perdón, aunque parece superar a menudo nuestras fuerzas, ¡es siempre posible! Si Cristo, aunque sufrió inocentemente, perdonó a sus perseguidores, ¡cuanto más nosotros que somos pecadores! Oremos por la gracia de mirar a cada persona con los ojos misericordiosos de Jesús.


3. La coronación de espinas.

La misericordia de nuestro Señor se manifiesta sobre todo cuando él se inclina sobre la miseria humana y muestra su compasión hacia quien necesita comprensión, curación y perdón. En Jesús, todo habla de misericordia, es más, él mismo es la misericordia.„Este es el hombre” - dijo Pilato de Jesús. En su grande misericordia, Dios se identifica con cada uno de nosotros, sobre todo cuando sufrimos, estamos enfermos o pobres. Oremos por los ojos y corazones misericordiosos, por la gracia de ser cerca de los que están mal.


4. El camino del Monte Calvario.

Y usted, querido joven, querida joven, ¿ha sentido alguna vez esta mirada de amor infinito que, más allá de todos sus pecados, limitaciones y fracasos, continúa fiándose de usted y mirando su existencia con esperanza? ¿Es consciente del valor que tiene ante Dios que por amor le ha dado todo?Jesús no dejó de amar ni por un momento, también a los que Le pusieron la cruz a la espalda y luego le crucificaron. Oremos para que profundizando la infinita misericordia de Dios, sepamos tener compasión por la pobreza humana, también la nuestra. Seamos misericordiosos - con nosotros y con los demás - así como Dios es misericordioso.


5. La crucifixión y muerte de Jesús.

(…) La cruz es el signo más elocuente de la misericordia de Dios. Ella nos da testimonio de que la medida del amor de Dios para con la humanidad es amar sin medida. En la cruz podemos tocar la misericordia de Dios y dejarnos tocar por su misericordia. Quiero recordar aquí el episodio de los dos malhechores crucificados junto a Jesús. (…) ¿Con cuál de los dos nos identificamos? ¿Con el que es engreído y no reconoce sus errores, o quizás con el otro, el que se sabe necesitado de la misericordia divina y la implora de todo corazón?Estando junto a la cruz – tenemos que callar frente a la inmensidad de amor que no merecemos. A veces, ante la nuestra propria debilidad, podemos sólo pedir la salvación de Dios. Ojalá tengamos tanta humildad y esperanza increíble como el buen ladrón. Dios sólo espera para darnos todo.

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Consagración a Nuestra Sra. del Rosario

En comunión con Jesucristo, nos consagramos a Ti, Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, Señora del Rosario. Con este acto queremos expresar nuestra disponibilidad a la voluntad de Dios, guiados por tu solicitud maternal. Es un acto que nos compromete a vivir según las exigencias de nuestro bautismo, como personas consagradas a Cristo y miembros de la Iglesia Santa. ¡Madre nuestra, Señora del Rosario!, ayúdanos a vivir como hijos de Dios. Nos consagramos a Ti, a tu Corazón Inmaculado, para que con tu ayuda podamos vivir con fidelidad en obsequio de Cristo. Acepta, Madre de la Iglesia, nuestra consagración, y ayúdanos a ser fieles en todo. Amén. Soy totalmente tuyo y todas mis cosas tuyas son.

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Que vos paroles soient toujours bienveillantes, qu’elles ne manquent pas de sel, vous saurez ainsi répondre à chacun comme il faut. Col 4 : 6

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