Novena a San Agustín

Durante nueve días oraremos con San Agustín: ¡un gran santo! ¡Conoce cómo fue su conversión e inspírate en su vida!

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¿Quién es San Agustín ?

San Agustín (353-430) es uno de los santos más famosos, conocido ¡por tener una juventud bastante agitada!

Después de haber recibido una educación cristiana, se alejó de la fe y se desvió del camino del Señor.

San Agustín fue un hombre que se caracterizó por la búsqueda de lo absoluto y la prevalencia de la verdad en su vida, por lo terminó dejándose envolver por el amor de Cristo, a quien solo pedía una cosa: ¡su conversión por completo!

Después de su conversión, Agustín se convirtió en obispo de Hipona (en la actual Argelia), y no dejó de proclamar la Palabra de Dios, de profundizar en la sabiduría de la fe y de luchar por la unidad de la Iglesia.

Objetivo de la novena

Durante nueve días, te proponemos descubrir un poco más sobre la vida de San Agustín, su recorrido y legado espiritual a través de cortos pasajes de su vida.

Contenido de la novena

Cada día recibirás:

  • El resumen de una etapa de la vida de San Agustín
  • Una intención de oración para acompañarle a lo largo del día.

Programa de la novena

  • Día 1: una juventud tormentosa.
  • Día 2: una búsqueda espiritual que quedó mucho tiempo sin fruto.
  • Día 3: una conversión radical.
  • Dís 4: una camino hacia el bautismo.
  • Día 5: una búsqueda de un « ocio sano ».
  • Día 5: una acción pastoral firme.
  • Día 7: la interioridad, camino de vida espiritual.
  • Día 8: un sólo corazón, una sola alma, mirando a Dios »
  • Día 9: « Obispo para Ustedes, cristiano con ustedes »

Oración de la novena

Oración a San Agustín de San Juan Pablo II

¡Oh gran Agustín, nuestro padre y maestro!, conocedor de los luminosos caminos de Dios, y también de las tortuosas sendas de los hombres, admiramos las maravillas que la gracia divina obró en ti, convirtiéndote en testigo apasionado de la verdad y del bien, al servicio de los hermanos. Al inicio de un nuevo milenio, marcado por la cruz de Cristo, enséñanos a leer la historia a la luz de la Providencia divina, que guía los acontecimientos hacia el encuentro definitivo con el Padre. Oriéntanos hacia metas de paz, alimentando en nuestro corazón tu mismo anhelo por aquellos valores sobre los que es posible construir, con la fuerza que viene de Dios, la "ciudad" a medida del hombre. La profunda doctrina que con estudio amoroso y paciente sacaste de los manantiales siempre vivos de la Escritura ilumine a los que hoy sufren la tentación de espejismos alienantes. Obtén para ellos la valentía de emprender el camino hacia el "hombre interior", en el que los espera el único que puede dar paz a nuestro corazón inquieto. Muchos de nuestros contemporáneosparecen haber perdido la esperanza de poder encontrar, entre las numerosas ideologías opuestas, la verdad, de la que, a pesar de todo, sienten una profunda nostalgia en lo más íntimo de su ser. Enséñales a no dejar nunca de buscarla con la certeza de que, al final, su esfuerzo obtendrá como premio el encuentro, que los saciará, con la Verdad suprema, fuente de toda verdad creada. Por último, ¡oh san Agustín!, transmítenos también a nosotros una chispa de aquel ardiente amor a la Iglesia, la Catholica madre de los santos, que sostuvo y animó los trabajos de tu largo ministerio. Haz que, caminando juntos bajo la guía de los pastores legítimos, lleguemos a la gloria de la patria celestial donde, con todos los bienaventurados, podremos unirnos al cántico nuevo del aleluya sin fin. Amén.