El rosario y la coronilla son dos oraciones dirigidas a María que hacen parte de la tradición católica y de las que nunca deberíamos privarnos, ya que son tantas las gracias que recibimos de él. Para conocer el origen de esta oración hay que retroceder bastante en el tiempo antes de verla difundida por toda la Iglesia universal. Además, esta meditación sobre la vida de Jesús, pedida especialmente por la Virgen, ha conquistado a muchos santos y ha inspirado a los Papas a promoverla.
Tenemos que remontarnos al siglo XI para descubrir y comprender el origen del rosario. Aunque, la coronilla apareció mucho más tarde porque es la forma abreviada del Rosario. Por eso, para rezar el rosario, hay que meditar tres coronillas. Cabe resaltar que en aquella época, no todos los monjes del convento sabían leer y durante los distintos oficios del día, los monjes y monjas recitaban (incluso hoy en día) numerosos salmos. De hecho, sabemos que la Biblia está compuesta por 150 salmos. Así que, no es casualidad que haya 150 Avemarías en el Rosario, por esta razón esta valiosa ayuda de un Ave María por salmo permitía a los monjes unirse a Dios mediante la oración y ofrecer a la Virgen este hermoso regalo de 150 Ave María.
Por último, esta nueva forma de oración se extendió entre los laicos en la Edad Media y posteriormente recibió el nombre de “salterio de María”.
Puesto que, los monjes ya no eran los únicos que rezaban el salterio de María, la Iglesia difundió esta práctica, enriqueciéndola y enseñándola a los fieles.
Dentro de la orden dominica, el rosario ocupa un lugar muy importante. Según la leyenda, el castellano santo Domingo recibió el rosario de manos de la Virgen María. Si bien, fue el fraile Alain de la Roche quien atribuyó la propagación del Rosario a Santo Domingo, esta información es errónea; ya que en realidad, Santo Domingo y otros monjes participaron en la difusión de la oración mariana. Por otro lado, se dice que la Virgen dijo a Santo Domingo: “Difunde mi Rosario; será el remedio de tantos males.” Santo Domingo difundió sin demora esta oración a la Virgen. De esta manera, el rezo se propagó y ayudó a los cristianos en sus oraciones. Asimismo, surgieron cofradías del Rosario por iniciativa de los dominicos.
El 7 de octubre de 1571 se ganó la batalla de Lepanto contra los turcos y el cristianismo se salvó gracias a las cofradías del rosario que se reunían en Roma para rezar estas 150 Avemarías. Fue así como el Papa Pío V, que era dominico, estableció el 7 de octubre como la fiesta de Nuestra Señora del Rosario.
No fue hasta 1479 y bajo el pontificado del papa Sixto IV, que la Iglesia aprobó el rezo del rosario. Desde entonces, esta oración forma parte de la tradición católica y la Iglesia ha enriquecido regularmente esta devoción mariana, especialmente en 1572, cuando San Pío V introdujo los 15 misterios del rosario, es decir, los misterios gozosos, dolorosos y gloriosos.
A partir de ahí, la Iglesia, mediante distintos papas, ha recomendado a los fieles el rezo del rosario o de la coronilla. Por ejemplo, el Papa León XIII escribió una encíclica Laetitiae sanctae el 8 de septiembre de 1893, en la que recomendaba rezar el rosario:
“El remedio para estos males debe buscarse en el Rosario de María, que se basa en un orden bien definido de oraciones y meditación sobre los misterios de Cristo Salvador y de su Madre.”
Más tarde, el santo Papa Juan XXIII confesó que rezaba una decena del rosario, en particular por los recién nacidos en las últimas 24 horas.
En 1974, tras el Concilio Vaticano II, el Papa Pablo VI recomendó vivamente la meditación del rosario. Se basó en el trabajo realizado durante el Concilio sobre la historia del Rosario para explicar a los fieles el uso de esta hermosa oración mariana. “Quisiéramos ahora, en continuidad con las intenciones de nuestros Predecesores, recomendar vivamente el rezo del Rosario en familia.”
“El Rosario es una oración excelente, pero el fiel debe sentirse libre, atraído a rezarlo, en serena tranquilidad, por la intrínseca belleza del mismo.” (Exhortación apostólica Marialis cultus, Pablo VI, 1974)
Sin embargo, los católicos no son los únicos que utilizan esta oración, ya que los ortodoxos también rezan el rosario.
Juan Pablo II también es apóstol de la Virgen María, él completa la meditación del rosario con los misterios luminosos. De hecho, a través del rosario o de la coronilla se meditan diferentes acontecimientos de la vida de Jesús y estas meditaciones sobre los 4 misterios nos ofrecen un resumen del evangelio. Precisamente en su carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, publicada en 2002, el Papa expone su doctrina sobre esta hermosa oración, remontándose a sus orígenes y concluye diciendo: “Me dirijo a vosotros, hermanos y hermanas de toda condición, a vosotros, familias cristianas, a vosotros, enfermos y ancianos, a vosotros, jóvenes: tomad el rosario en vuestras manos con confianza, redescubriéndolo a la luz de la Escritura, en sintonía con la liturgia, como parte de vuestra vida cotidiana.”
La Santísima Virgen habló mucho del rosario, durante sus apariciones en Francia y en todo el mundo. Ella animó a los niños a rezar el rosario por la paz en el mundo o por otras intenciones, como rezar por los pescadores.
En Lourdes, María no dijo nada al principio. Ella llevaba un rosario en las manos y Bernadette siguió el ejemplo de la hermosa Dama. Tener o fabricar su propio rosario, o cualquier otro objeto que sirva para contar las diez Avemarías, es el primer paso hacia la oración.
En Fátima, la Virgen también llevaba un rosario en la muñeca. Incluso, podemos verlo en las diversas representaciones de sus apariciones.
Y si en ciertos lugares de las apariciones, como Pontmain u otros, la Virgen no especifica que recemos el rosario, pide explícitamente que nos dirijamos a ella. De hecho, rezar el rosario es la manera más fácil de perpetuar esta devoción.
“Pero rezad, hijos míos, Dios os responderá en poco tiempo. Mi hijo se deja tocar.” (mensaje de la Virgen María durante las apariciones de Pontmain)
Con Hozana, puedes profundizar en la meditación del rosario a través de diferentes comunidades.