DÍA 1 : Infancia y vocación / Homilía “La libertad don de Dios” (I)
Nacido en una familia española profundamente cristiana, San Josemaría Escrivá de Balaguer entra en el seminario a los quince años. Una vez sacerdote, entiende poco a poco que está llamado a abrir una nueva vía : la de la santificación de los laicos, a través de la práctica de las virtudes cristianas hasta el heroísmo en la vida cotidiana.
Años más tarde, el concilio Vaticano II incitará a su vez a los católicos a obrar para la transformación del mundo desde el interior.
Cómo nace una vocación
San Josemaría Escrivá de Balaguer nació en Barbastro, en España, el 9 de enero de 1902. Tuvo cinco hermanos : Carmen (1899-1957), Santiago (1919-1994) y tres hermanas menores que murieron siendo niñas.
Sus padres dieron a sus hijos una profunda educación cristiana. Su madre lo encomendó a la Virgen del santuario vecino de Torreciudad cuando cayó gravemente enfermo con dos años de edad, y lo llevó allí a rezar en acción de gracias por su curación. Al final de su vida, San Josemaría mandó agrandar considerablemente la capilla, para facilitar las peregrinaciones marianas. En 1915 la familia se muda a Logroño, en el norte de España. En esta ciudad el joven Josemaría -tiene quince años por entonces- percibe por primera vez la llamada de Dios. Una mañana del invierno de 1917 ve las huellas de pies descalzos en la nieve dejadas por un carmelita descalzo. Ante tanta generosidad, comprende que Dios espera algo de él, ¿pero qué exactamente? Convertirse en sacerdote le parece ser la respuesta, pues le permite estar disponible para lo que la Providencia pueda reservarle. Empieza a prepararse, primero en el seminario de Logroño, después en el seminario mayor de Zaragoza, y paralelamente cursa estudios de Derecho Civil.
Textos de San Josemaría Escrivá de Balaguer
La libertad, don de Dios (extracto 1 de la homilía “La libertad don de Dios”, publicada en “Amigos de Dios”)
San Josemaría decía de sí mismo con humor que era “el último romántico”. Para él, sólo se podía amar a Dios en un clima de libertad. Pero, como decía con fuerza San Pablo, la libertad nos libera a través de Cristo.
No acepto más esclavitud que la del Amor de Dios. Y esto porque la religión es la mayor revuelta del hombre que no tolera vivir como una bestia, que no se resigna, que no se apacigua hasta que no frecuenta y no conoce a su Creador. Os quiero rebeldes, libres de cualquier atadura, porque os quiero -Cristo os quiere- hijos de Dios.
Esclavitud o filiación divina : éste es el dilema de nuestra vida. Hijos de Dios o esclavos del orgullo, de la sensualidad, de ese egoísmo angustiado en el que tantas almas parecen debatirse.
...continuará mañana
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Que vos paroles soient toujours bienveillantes, qu’elles ne manquent pas de sel, vous saurez ainsi répondre à chacun comme il faut. Col 4 : 6