Día 2: N. Sra. del Perpetuo Socorro quiere que acudamos a Ella en toda necesidad
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Virgen Santísima, Socorro Perpetuo! de las almas que se acogen a tu amor maternal: dignate pedir por mí a Tu Santísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, para que le sean agradables todos mis pensamientos, palabras y acciones de toda mi vida.
Acepta, ¡Oh tierna madre mía! este pequeño obsequio que te ofrezco en esta Novena, y concédeme las gracias que en ella te pido, si conviene para la gloria de Tu Hijo, honra tuya y bien de mi alma. ¡Amén!
DÍA SEGUNDO - 20 de junio
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro quiere que acudamos a Ella en todas nuestras dificultades.
Vemos que la Santísima Virgen del Perpetuo Socorro, cuando el Niño Jesús le estrecha su mano, en vez de volver su mirada hacia Él la vuelve hacia nosotros. Sin duda así quiere mostrarnos su ardiente deseo de que acudamos a Ella. Con esta tierna y amorosa mirada nos esta diciendo: « Yo soy Madre de Dios, pero también soy vuestra Madre. ¿Que mayor deseo puede tener una madre que el de ayudar y socorrer a sus hijos? Vengan, pues, ¡hijos míos! Acudan a mí en todas sus necesidades y miserias; en sus penas, en sus desfallecimientos, en sus momentos de duda; y si alguna vez llegan, por desgracia, a desfallecer, después de la caída vengan: yo soy la Madre del Perpetuo Socorro; yo los consolare, yo los confirmare, los defenderé, y los conduciré al bienaventurado hogar del cielo. »
Meditemos recitando:
- tres (3) « Avemarías » en honor de la Virgen
- dos (2) « Glorias » en honor de San Alfonso Maria de Ligorio
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro ¡ruega por mí!
Adorado San Alfonso, inspírame el recurrir a Maria ¡en todas mis necesidades!
Oración Final
¡Oh, dulce Madre mía! Si yo no viera en tí mi perpetuo socorro, mis pecados me inducirían a temer que no hay misericordia para mí. Pero Tú eres la misericordia perpetua: después de Dios en Tí quiero poner toda mi confianza, y desde ahora, me propongo acudir siempre a Tí en todas mis necesidades. ¡Oh, Madre del Perpetuo Socorro! Dígnate socorrerme en todo tiempo y lugar, en mis tentaciones y dificultades, en todas las miserias de esta vida, y sobre todo a la hora de mi muerte.
¡Oh, Madre del Perpetuo Socorro! la ingratitud con que hasta ahora he pagado tu misericordia y la de Dios merecería que me castigaras privándome de tus favores, pues una persona ingrata no debería ser digna de tus beneficios. Pero ¡Oh, dulce Madre! por grande que sea mi ingratitud tu bondad la supera; tu no desdeñas dones para rescatar a un pobre pecador que confía en tí!
Tu corazón está lleno de amor para todos; nunca se ha escuchado que alguien sea tan desafortunado que se haya alejado de tí sin que tú le hayas enjuagado sus lágrimas. Te ruego no te olvides de mis tristezas, intercede por mí ante Dios bondadoso que no te niega nada. Tengo la certeza que tu siempre haces honor a tu nombre del Perpetuo Socorro.
¡Oh, Madre del Perpetuo Socorro! que tu nombre nunca se aparte de mis labios ni que tú te alejes de mi corazón.
Transmíteme ¡oh, Madre del Perpetuo Socorro! confianza ilimitada en tu infinita y poderosa bondad. ¡Amén!
Acción concreta: Oremos por todos los hombres y mujeres, del mundo entero, que están buscando deseosos de conocer a Dios, y para que los que ya lo conocemos seamos capaces de mostrar la Bondad de Dios y su Reino a toda la humanidad.
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Que vos paroles soient toujours bienveillantes, qu’elles ne manquent pas de sel, vous saurez ainsi répondre à chacun comme il faut. Col 4 : 6