Día 1: N. Sra. del Perpetuo Socorro pide que le encomendemos nuestros proyectos
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Virgen Santísima, Socorro Perpetuo! de las almas que se acogen a tu amor maternal: dignate pedir por mí a Tu Santísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, para que le sean agradables todos mis pensamientos, palabras y acciones de toda mi vida.
Acepta, ¡Oh tierna madre mía! este pequeño obsequio que te ofrezco en esta Novena, y concedeme las gracias que en ella te pido, si conviene para gloria de Tu Hijo, honra tuya y bien de mi alma. ¡Amén!
DÍA PRIMERO - 19 de junio
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro nos pide que le encomendemos a Ella todos nuestros proyectos.
Levanta la vista ¡oh cristiano! y contempla a la Virgen del Perpetuo Socorro. Mira al Niño Jesús, que con sus manecitas temblorosas toma y estrecha la mano de su tierna Madre. ¿Qué ha sucedido? Resulta que dos ángeles le muestran los instrumentos de su futura Pasión, y que al verlos el adorable infante se llena de espanto, y busca en su dulce Madre protección y amparo. Con lo cual quiere decirnos que, a imitación suya, debemos también buscar siempre en María el socorro perpetuo en medio de las aflicciones de la vida presente.
En Nazaret, Jesús creció en un ambiente sencillo, de discreción y trabajo. Y tú, María tomabas sus pequeñas manos entre las tuyas para unirlas en gesto de oración; tú le enseñaste los salmos y las oraciones de tu pueblo Israel.
María, nosotros miramos a tu hijo. En realidad no es un bebé. Es vivaz como un niño mayor. Volvemos a pensar tu vida cotidiana familiar y tranquila. Tus oficios domésticos: cocinar, hornear, ir a buscar agua y madera; ir a la fuente del pueblo con Jesús de la mano. Tu saludabas a la gente, hablabas con ellos, comentabas las noticias de la comunidad, mientras que los niños incluyendo a Jesús jugaban y se divertían. Sonreías con satisfacción. En tu modestia, tú con José y Jesús tenías una familia israelita, normal y corriente.
Madre mía, sierva del Señor, ama de casa y mujer laboriosa, enséñanos a expresar nuestro amor al construir nuestros hogares con alegría y armonía. Ayúdanos a construir una sociedad fraterna y justa en la que haya trabajo y pan para todos.
Meditemos recitando:
- tres (3) « Avemarías » en honor de la Virgen
- dos (2) « Glorias » en honor de San Alfonso Maria de Ligorio
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro ¡ruega por mí!
Adorado San Alfonso, inspírame el recurrir a Maria ¡en todas mis necesidades!
Oración Final
¡Oh Salvador mío, Jesucristo! Al contemplarte en brazos de tu Madre, veo que en medio de tu santo temor te protejes en su regazo y me invitas a imitarte, recurriendo yo también a la que es mi perpetuo socorro. Quiero, pues, entregarme a Ella sin restricción alguna. ¡Oh María! Dios ha querido honrarte, proporcionando al culto de tu imágenes, su virtud milagrosa.
¡Oh! Madre del Perpetuo Socorro, me gusta venir y orar a tu imagen milagrosa! Tu imagen despierta en mí los más animosos sentimientos de filial confianza hacia ti.
Tu tienes en tus brazos a Jesús, mi Dios y Salvador. Él es el Todopoderoso, el dueño absoluto de la vida y la muerte, el Dador soberano de todo bien y toda gracia. Y tú que eres Su madre tienes todo el derecho a pedirle y ser escuchada. A menudo sabemos que aunque somos pecadores por tu intercesión Jesús no nos niega nada.
Transmíteme ¡oh, Madre del Perpetuo Socorro! confianza ilimitada en tu infinita y poderosa bondad. ¡Amén!
Acción concreta: Oremos para que nuestros proyectos y los de nuestras comunidades puedan responder libremente al llamado del Señor al servicio de todos los que lo necesiten, según su deseo.
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Que vos paroles soient toujours bienveillantes, qu’elles ne manquent pas de sel, vous saurez ainsi répondre à chacun comme il faut. Col 4 : 6