Vocación

El bautismo, vocación de vocaciones, nos compromete de diversas maneras. Una sección del Catecismo de la Iglesia Católica nos da las pautas sobre la vocación del hombre, desde el punto de vista de la vida en el espíritu. Aunque no tenemos capítulos específicos dedicados a la vocación en el Catecismo, sí podemos consultar una decena de números que hablan de ella. Al final de esta lectura, te invitamos a descubrir otros artículos que explican las preguntas de la vida cristiana.

La vocación a la comunión con Dios

Los numerales 27 y 44 del Catecismo de la Iglesia Católica tratan este tema. 

"«La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios. El hombre es invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento; pues no existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor; y no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su Creador» (GS 19,1).". (n° 27) 

"El hombre es por naturaleza y por vocación un ser religioso. Viniendo de Dios y yendo hacia Dios, el hombre no vive una vida plenamente humana si no vive libremente su vínculo con Dios.". (n° 44) 

El principio y fundamento de los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola asocia la idea de la vocación del hombre a la comunión con Dios cuando dice: "El hombre ha sido creado para alabar, venerar y servir a Dios nuestro Señor y salvar así su alma".

La vocación a la vida en el Espíritu

La vida en Cristo es el título de la tercera parte del Catecismo de la Iglesia Católica, y el título de la primera sección es "La vocación del hombre: vida en el Espíritu".

El artículo 1669 nos dice que: "La vida en el Espíritu Santo realiza la vocación del hombre (capítulo primero). Está hecha de caridad divina y de solidaridad humana (capítulo segundo). Es donada como salvación (capítulo tercero)". 

La primera sección habla en particular de nuestra vocación a la bienaventuranza, nuestra vocación a la libertad, a la formación de la conciencia, a la práctica de las buenas obras y de  las virtudes

La vocación a la bienaventuranza y a la libertad

El artículo 2 de la primera sección ("La vocación del hombre: vida en el espíritu") del Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda nuestra vocación a la bienaventuranza. El numeral 1728 nos dice: "Las bienaventuranzas nos colocan ante opciones decisivas con respecto a los bienes terrenos; purifican nuestro corazón para enseñarnos a amar a Dios sobre todas las cosas". (n° 1728) 

El artículo 3 de la primera sección, también nos recuerda nuestra vocación a la libertad. "Para ser libres nos libertó Cristo", se nos recuerda en los numerales 1741 y 1748, citando un pasaje de la Biblia. Para saber más sobre la libertad, te invitamos a leer nuestro artículo.

La vocación a la formación de nuestra conciencia y a actuar bien

El artículo 6 de la primera sección nos recuerda la importancia de educar y formar nuestra conciencia. Por ejemplo, el numeral 1798, afirma que: “Una conciencia bien formada es recta y veraz. Formula sus juicios según la razón, conforme al bien verdadero querido por la sabiduría del Creador. Cada cual debe poner los medios para formar su conciencia". (n° 1798)

Los artículos 4 y 7 de la primera sección nos invitan a llevar a cabo actos moralmente buenos, que suponen a la vez "la bondad del objeto, del fin y de las circunstancias" (n° 1755). También se nos invita a practicar las virtudes. Estas son "disposiciones estables del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y la fe". (n° 1834)

La vocación bautismal

El artículo 1213 establece que el bautismo "es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos". (nº 1213) Además del Catecismo, el Concilio Vaticano II recuerda el vínculo entre el bautismo y nuestra vocación a la santidad. La vocación bautismal consiste también en buscar el reino de Dios. El numeral 898 dice que: "Los laicos tienen como vocación propia el buscar el Reino de Dios ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas según Dios [...] A ellos de manera especial corresponde iluminar y ordenar todas las realidades temporales, a las que están estrechamente unidos, de tal manera que éstas lleguen a ser según Cristo, se desarrollen y sean para alabanza del Creador y Redentor". (n° 898). Podemos añadir que la vocación bautismal implica también el ejercicio de la triple función del sacerdote, profeta y rey. Por último, el numeral 2030 nos recuerda que: "El cristiano realiza su vocación en la Iglesia, en comunión con todos los bautizados". (nº 2030).

La vocación específica

Por vocación específica entendemos a su vez la vocación al matrimonio y la vocación sobrenatural, que es la vocación a la consagración (sacerdotal, religiosa, etc.). 

La vocación a la santidad

Los numerales 784 y 1533 hablan de este tema.

“Al entrar en el Pueblo de Dios por la fe y el Bautismo se participa en la vocación única de este Pueblo: en su vocación sacerdotal: “Cristo el Señor, Pontífice tomado de entre los hombres, ha hecho del nuevo pueblo "un reino de sacerdotes para Dios, su Padre. Los bautizados, en efecto, por el nuevo nacimiento y por la unción del Espíritu Santo, quedan consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo”. (n° 784).

“El Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía son los sacramentos de la iniciación cristiana. Fundamentan la vocación común de todos los discípulos de Cristo, que es vocación a la santidad y a la misión de evangelizar el mundo. Confieren las gracias necesarias para vivir según el Espíritu en esta vida de peregrinos en marcha hacia la patria”. (n° 1533) 

También te invitamos a leer nuestra guía de los santos para profundizar en el tema de la santidad. 

La vocación a la fidelidad y a la vida eterna

Podemos decir que, debido a la naturaleza indeleble de ciertos sacramentos, como el bautismo, la confirmación y el orden, los cristianos tienen vocación a la fidelidad.

El numeral 1998 nos recuerda que: "Esta vocación a la vida eterna es sobrenatural. Depende enteramente de la iniciativa gratuita de Dios, porque sólo Él puede revelarse y darse a sí mismo. Sobrepasa las capacidades de la inteligencia y las fuerzas de la voluntad humana, como las de toda creatura" (n. 1998).

Con Hozana, ¡oremos para ser fieles a nuestra vocación!

Con Hozana, oremos para ser fieles a nuestra vocación: ya sea bautismal, sobrenatural o el llamado a la santidad.

Esta fidelidad implica estar bien cimentados en Cristo, mediante la oración, los sacramentos y el ejercicio de su sacerdocio (ya sea el sacerdocio común de los fieles o el sacerdocio jerárquico).

Hozana te ofrece diferentes comunidades de oración en línea para que seas fiel a tu vocación. Por ejemplo:

Association Hozana - 8 rue du Palais de Justice, 69005 Lyon

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