San Romero de América, San Romero del mundo.

Ven a conocer la vida y el corazón del nuevo santo. Martirizado por odio a la fe, por su amor a los pobres y su invitación a la conversión. ¿Por qué la Iglesia propone poner la mirada en él?

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Proponemos entrar en el corazón del hombre y la vida del mártir centro americano. El obispo de San Salvador Monseñor Oscar Arnulfo Romero. Que después de su asesinato mientras celebraba una misa junto al altar, el pueblo latinoamericano lo ha nombrado San Romero de América. Treinta y ocho años después, la Iglesia lo declara Santo, modelo para el mundo. ¿Quién fue Monseñor Romero? ¿Cuál fue la razón de su persecución? ¿Era realmente la vos de los excluidos?

San Oscar Romero vive en una América Latina de los años 70 atravesada por las injusticias sociales suscitadas por la oligarquía y militares insensibles a los derechos humanos y a su vez, es testigo del auge de diferentes movimientos sociales, políticos y revolucionarios, que exigían entre otras vías una reivindicación violenta de la justicia social.

El Salvador es por tanto un país sumergido en el caos político, con escuadrones de la muerte al servicio de la oligarquía, ejerciendo torturas, desapariciones y muertes a quienes consideraban sus enemigos. Entre ellos, una iglesia activa y consiente de la fe de su pueblo, se ve perseguida. Muchos sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos se ven enfrentados a una muerte violenta.

En un país dividido y un continente americano polarizado, nuestro mártir, a través de sus homilías ofrecía luz de esperanza en la mirada del evangelio para convertir las estructuras del terror de la que era víctima la población salvadoreña. Su mensaje no era otro que pedir la conversión. Por lo que ha recibido el apelativo de “La voz de los sin voz”.

Hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que dé un hombre, debe de prevalecer la Ley de Dios que dice: NO MATAR… Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios… Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla… Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado… La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el Gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre… En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión! (Homilia del 23 de marzo de 1980)

San Oscar Romero un 24 de marzo de 1980, por orden del mayor Roberto d'Aubuisson, recibió un disparo durante la celebración de la eucaristía. Las amenazas de muerte se habían cumplido. La razón: una vida entregada a la imitación del evangelio. Por su fe en Cristo invitaba a la conversión de los opresores, proclamaba la reconciliación del pueblo herido, amaba a los pobres y exigía la justicia y su liberación, en definitiva, fue martirizado porque amó su fe, porque amó su pueblo. 

Concretamente, en esta comunidad recibirán:

Dos lunes al mes:

  • Fragmentos de la biografía de San Oscar Romero
  • Fragmentos de sus homilías, que nos acercaran a su pensamiento
  • Meditaciones a la luz de su pensamiento, vida y muerte.
  • Videos, audios en relación a su vida y martirio.
  • Terminando cada vez con la oración de San Oscar Arnulfo Romero.

Oración de la comunidad

Oración a San Oscar Arnulfo Romero. Obispo y Mártir

¡Oh! Dios Padre Misericordioso, que por mediación de Jesucristo y la intercesión de la Virgen María, Reina de la Paz; y la acción del Espíritu Santo concediste a San Óscar Arnulfo Romero la gracia de ser un Pastor ejemplar al servicio de la Iglesia; y en ella preferentemente a los pobres y los necesitados. Haz, Señor, que yo sepa también vivir conforme al Evangelio de tu Hijo y concédeme por la intercesión de San Óscar Arnulfo Romero, el favor que te pido … (pídase). Así sea. Padre Nuestro. Ave María y Gloria.