NOVENA por la conversión de los hijos con SANTA MÓNICA
Novena por los padres y los hijos, especialmente por la conversión de quienes se encuentran pasando una situación difícil. ¡Santa Mónica, patrona de las madres, acompaña nuestra oración!
¡Un especial para las mamás y los hijos!
San Agustín en sus confesiones alaba a Dios por la persona de su mamá, reconociendo que tan notable bondad procedía del gran amor de Dios.
Estaremos contemplando a Santa Mónica, madre de San Agustín y patrona de las madres.
Ella es una fuente de inspiración que anima por su perseverancia y su fe: oró 15 años por la conversión de su hijo San Agustín. Su ejemplo de mujer creyente, nos anima, a mantener la confianza y la paz, aún en medio de las grandes dificultades.
En ella, se refleja el amor de Dios que cuida de sus hijos.
Resaltamos la figura de las madres que nos muestran la profundidad, ternura y grandeza del amor divino que opera en nuestro día a día de modo que podamos dar gracias también por nuestras madres y el don de la maternidad.
Demos gracias por nuestras madres: ¡oremos por ellas!
Y madres y padres: ¡oren por sus hijos, en familia!
Cada día, recibirás💡:
Un texto bíblico, un texto agustiniano, una breve meditación escrita y una oración para cada día.
Programa de la novena:
Día 1: ¡mamás orando!
Día 2: mamá y papá orando por la familia.
Día 3: ¡hijos orando!
Día 4: madres y padres oren por sus hijos, hijos oren por sus madres y padres
Día 5: mamá ora por tu esposo, papá ora por tu esposa.
Día 6: madres hallen consuelo en Dios frente a la pérdida.
Día 7: madres e hijos cultivando el amor.
Día 8: la oración de mamá pone a la familia en manos de Dios.
Día 9: madres y padres: su impacto en la fe de los niños y jóvenes.
Una breve reseña de la vida de Santa Mónica
Nace en Tagaste, hoy Souk Ahras, Argelia en el año 331/332 en el seno de una familia cristiana de buena condición social. Era todavía una adolescente cuando fue dada como esposa a Patricio, quien no era cristiano. Ganó para Cristo a su marido que era de un carácter muy áspero, recibiendo el bautismo antes de su muerte; tiempo después ve con alegría respondidas sus plegarias con la conversión de Agustín, “el hijo de tantas lágrimas”.
Murió en Ostia Tiberina, a las puertas de Roma, en el otoño del año 387, antes del 13 de noviembre. Tenía 55 años. Dos semanas antes madre e hijo habían experimentado el dulce éxtasis de Ostia.
“en el cual en un supremo impulso del corazón llegaron a rozar la sabiduría hacedora de todas las cosas, dejando allí prendidas las primicias de nuestro espíritu” (Confesiones 9, 10, 24).
Sus restos mortales se veneran en la iglesia de san Agustín de Roma. Para conocer más de su vida es conveniente leer las “Confesiones” de San Agustín. La celebración de su memoria es el 27 de agosto.