La resurrección

La resurrección tiene su origen en Cristo, pues Él es el "primero nacido de los muertos" (Col. 1,18). La resurrección constituye la base de nuestra fe cristiana, y el Catecismo de la Iglesia Católica se refiere a este tema en su primera parte. 

A continuación, te invitamos a descubrir las principales preguntas y respuestas en torno a la resurrección según el Catecismo de la Iglesia. Al final de esta lectura, también te invitamos a profundizar en otras preguntas importantes sobre la fe católica.

La resurrección es la base de nuestra fe

El día de la Resurrección de Cristo es "un nuevo día que ha amanecido", dice el número 349 del Catecismo, y constituye uno de los fundamentos de nuestra fe. Al respecto, el número 638 afirma que "la resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, creída y vivida como verdad central por la primera comunidad cristiana, transmitida como fundamental por la tradición, establecida por los documentos del Nuevo Testamento, predicada como parte esencial del misterio pascual junto con la Cruz" (n. 638).

A su vez, la oración del Credo, que escuchamos los domingos en misa, nos recuerda este gran suceso, afirmando que Jesús "resucitó de entre los muertos" y que creemos "en la resurrección de la carne". Por otro lado, el Credo Niceno-Constantinopolitano también se refiere a este tema diciendo: "espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro". Adicionalmente, el  número 988 del Catecismo afirma que el Credo cristiano "culmina con el anuncio de la resurrección de los muertos al final de los tiempos, y en la vida eterna" (n° 988).

Nótese que la Biblia también hace alusión a la resurrección en varios versículos. Por ejemplo, San Pablo escribió estas palabras: "Si Cristo no ha resucitado, nuestra fe es en vano" (1 Cor 5,14). Por tanto, la resurrección sólo puede comprenderse y explicarse a partir de Jesucristo:

"El misterio de la resurrección de Cristo es un acontecimiento real que ha tenido manifestaciones históricamente registradas, como atestigua el Nuevo Testamento" (n. 639).

El descubrimiento de la tumba vacía fue "un primer paso hacia el reconocimiento del hecho de la Resurrección", dice el número 640 del Catecismo, y el número 647 completa esta afirmación diciendo: "La Resurrección es un acontecimiento histórico que puede ser atestiguado por el signo de la tumba vacía y por la realidad de los encuentros de los apóstoles con Cristo resucitado. No por ello la resurrección pertenece menos al centro del misterio de la fe sino que trasciende y supera la historia". (n° 647)

Por otro lado, los números 641 a 644 del Catecismo mencionan las apariciones de Cristo resucitado, explicando que María Magdalena y las santas mujeres "fueron las primeras mensajeras de la Resurrección de Cristo a los propios apóstoles" (número 641). El número 642 añade que: "Estos testigos de la Resurrección de Cristo son sobre todo Pedro y los Doce, pero no sólo ellos: Pablo habla claramente de más de quinientas personas a las que Jesús se apareció a la vez, además de Santiago y todos los apóstoles" (número 642). 

¿En qué consiste la resurrección de la carne?

La resurrección de la carne se trata en el artículo 11 "Creo en la resurrección de la carne" de la primera parte del Catecismo (La profesión de la fe cristiana, Los símbolos de la fe), más concretamente en los números 988 a 1019: , y  se define de la siguiente manera: "La "resurrección de la carne" significa que no sólo habrá, después de la muerte, la vida del alma inmortal, sino que incluso nuestros "cuerpos mortales" (Rm 8, 11) volverán a la vida". (n° 990).

¿Cómo resucitan los muertos?

El número 997 explica el significado de  "resucitar":

"¿Qué significa "resucitar"? En la muerte, separación del alma y el cuerpo, el cuerpo del hombre cae en la corrupción, mientras que su alma va al encuentro de Dios, a la espera de reunirse con su cuerpo glorificado. Dios, en su omnipotencia, devolverá definitivamente la vida incorruptible a nuestros cuerpos uniéndolos a nuestras almas, en virtud de la Resurrección de Jesús" (n° 997).

El n° 998 responde a la pregunta "¿Quién resucitará?”:

" ¿Quién resucitará? Todos los hombres que hayan muerto: "los que hayan hecho el bien resucitarán a la vida, los que hayan hecho el mal, a la condenación" (n° 998).

Los números 999 y 1000 responden a la pregunta "¿cómo sucederá?”:

"¿Cómo? Cristo resucitó con su propio cuerpo: "Mirad mis manos y mis pies: soy yo realmente" ( Lucas: 24:39); pero no volvió a una vida terrena. Del mismo modo, en Él, "todos resucitarán con su propio cuerpo, el que ahora tienen", pero este cuerpo será "transfigurado en un cuerpo de gloria", en un "cuerpo espiritual" (n° 999).

Además, el n° 1000 añade: "Este 'cómo' está más allá de nuestra imaginación y comprensión; sólo es accesible mediante la fe. Pero nuestra participación en la Eucaristía nos da ya un anticipo de la transfiguración de nuestro cuerpo por Cristo" (n° 1000).

Por último, el número 1001 responde a la pregunta del "cuándo": 
"¿Cuándo? Definitivamente "en el último día" ( Juan: 6, 39-40. 44. 54; 11, 24); "en el fin del mundo" (Lumen gentium 48). En efecto, la resurrección de los muertos está íntimamente asociada a la Parusía de Cristo: Porque a la señal dada por la voz del arcángel y al toque de la trompeta de Dios, el mismo Señor descenderá del cielo, y los muertos que están en Cristo resucitarán primero (1 Tes. 4,16)" (n° 1001).

La muerte es el final de la vida en la tierra

La muerte es el término de la vida terrena, como nos recuerdan los números 1007 y 1013 del Catecismo.

"Nuestra vida está medida por el tiempo, durante el cual cambiamos, envejecemos y, como sucede con todos los seres vivos de la tierra, la muerte aparece como el final normal de la vida. Este aspecto de la muerte confiere una urgencia a nuestra vida: el recuerdo de nuestra mortalidad sirve también para recordarnos que sólo disponemos de un tiempo limitado para realizar nuestra vida" (n. 1007).

El número 1013 complementa este enunciado, diciendo que no hay otra vida terrena y no hay reencarnación después de la muerte: "La muerte es el final de la peregrinación terrena del hombre, del tiempo de gracia y de misericordia que Dios le ofrece para realizar su vida terrena según el plan divino y para decidir su destino último". Una vez terminado el "único curso de nuestra vida terrena", no volveremos a otras vidas terrenas. "Los hombres mueren una sola vez" (Heb 9:27). No hay reencarnación después de la muerte" (n° 1013).

¿A qué nos invita la resurrección?

La resurrección puede ser para nosotros un llamado a muchas cosas: por ejemplo, a recordar que ya estamos participando desde aquí abajo en la muerte y resurrección de Cristo. La resurrección también puede constituir un mayor deseo de estar con Cristo, un llamado a la conversión y a vivir nuestra vocación a la santidad.

A participar en la muerte y resurrección de Cristo aquí abajo

Como decíamos en nuestro artículo sobre el Cielo, la vida eterna comienza aquí abajo. De este modo, también podríamos decir que la participación en la Resurrección de Cristo comienza también en la Tierra. Al menos, eso es lo que nos dice el número 1002 del Catecismo: "Si es verdad que Cristo nos resucitará "en el último día", también es verdad que, en cierto modo, ya hemos resucitado con Cristo. En efecto, gracias al Espíritu Santo, la vida cristiana es, ya en la tierra, una participación en la muerte y resurrección de Cristo" (n° 1002). A su vez, el n. 655 del Catecismo complementa esta afirmación diciendo: "En espera de este cumplimiento, Cristo resucitado vive en el corazón de sus fieles. En él, los cristianos 'gustan el poder del mundo futuro' (Hb 6, 5) y sus vidas son arrastradas por Cristo a esta vida divina (cf. Col 3, 1-3) 'para que ya no vivan para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos' (2 Corintios: 5, 15)" (n° 655).

A desear estar con Cristo

El número 1011 del Catecismo nos invita a tener el deseo de estar con Cristo: "En la muerte, Dios llama al hombre hacia sí. Por eso, el cristiano puede sentir hacia la muerte un deseo semejante al de san Pablo: 'Tengo deseo de ir y estar con Cristo' ( Fil. 1, 23); y puede transformar su propia muerte en un acto de obediencia y de amor al Padre, siguiendo el ejemplo de Cristo (cf. Lucas: 23, 46)" (n. 1011). Además, en el mismo número se destacan las hermosas palabras deSanta Teresita de Lisieux: "Quiero ver a Dios, y para verlo debo morir".

El deseo de estar con Cristo se ilustra también mediante nuestra participación en la misa, donde recordamos la muerte y resurrección de Jesucristo.

A la conversión

La resurrección puede interpretarse también como un llamado a la conversión, ya que precederá el Juicio Final. Al respecto, el número 1038 del Catecismo se refiere diciendo: "La resurrección de todos los muertos, 'justos y pecadores' (Hch.  24,15), precederá al Juicio Final. Será 'la hora en que los que yacen en el sepulcro resucitarán a la voz del Hijo del hombre; los que hicieron el bien resucitarán para la vida, los que hicieron el mal para la condenación' (Jn. 5, 28-29)" (n. 1038).

A la santidad

La resurrección también puede darnos un deseo muy grande de convertirnos en santos y de ir directamente al Cielo, al recordarnos que "sólo tenemos un tiempo limitado para realizar nuestra vida" (nº 1007). Por esto, la resurrección también puede suscitar nuestro deseo de Cielo y de Santidad.

Con Hozana, oremos para acercarnos a Cristo, muerto y resucitado

Debido a que la resurrección es el centro de nuestra fe, ella también nos hace una invitación para vivir aún más intensamente con Cristo, muerto y resucitado. Para esto, Hozana te ofrece diversas comunidades de oración en línea para que desarrolles tu relación con Dios.

Por ejemplo: