El sacramento de la Confirmación es uno de los sacramentos de la iniciación cristiana, junto con el Bautismo y la Eucaristía. Este sacramento se aborda de manera específica en el artículo 2 de la segunda sección del Catecismo de la Iglesia Católica dedicada a los sacramentos, concretamente en los números 1285 a 1321. A continuación, te invitamos a descubrir las principales preguntas y respuestas en torno a este sacramento.
Los números 1306 a 1311 y 1318 a 1319 del Catecismo de la Iglesia Católica responden a esta pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez:
De manera general, podemos observar que cualquier bautizado "aún no confirmado puede y debe recibir el sacramento de la Confirmación" (n. 1306), teniendo en cuenta que se requiere una "edad de uso de razón" para recibir la Comunión. Sin embargo, en caso de peligro de muerte, un niño debe recibir la confirmación, aunque no haya alcanzado dicha "edad del uso de razón" (nº 1307), que requiere el sacramento de la reconciliación para recibir la confirmación (nº 1310).
Por otro lado, el Catecismo también nos muestra que quien desee la confirmación debe buscar "la ayuda espiritual de un padrino o de una madrina" (n. 1311), y que "el candidato a la Confirmación que ya ha alcanzado el uso de razón debe profesar la fe, estar en estado de gracia, tener la intención de recibir el sacramento y estar preparado para asumir su papel de discípulo y de testigo de Cristo, en la comunidad eclesial y en los asuntos temporales" (n. 1319).
Los números 1312 a 1314 del Catecismo nos dan información al respecto: en el rito latino, el obispo es el ministro ordinario (n. 1313), y puede "en caso de necesidad, conceder a los sacerdotes la facultad de administrar la Confirmación" (n. 1313). De hecho, el Catecismo también precisa que cualquier sacerdote puede dar la Confirmación a un cristiano en peligro de muerte (nº 1314).
La preparación al sacramento de la Confirmación se trata en el número 1309 del Catecismo. En él se afirma que esta preparación "debe tener como meta conducir al cristiano a una unión más íntima con Cristo, a una familiaridad más viva con el Espíritu Santo, su acción, sus dones y sus llamadas, a fin de poder asumir mejor las responsabilidades apostólicas de la vida cristiana". Por último, este número recuerda la importancia de la catequesis para suscitar el sentido de pertenencia tanto "a la Iglesia universal como a la comunidad parroquial".
La celebración del sacramento de la Confirmación se aborda principalmente en los números 1297 a 1301, y en los números 1320 a 1321 del Catecismo de la Iglesia Católica, lo cual se resume a grandes rasgos como sigue: en el rito romano, la confirmación se celebra en un momento diferente del bautismo, excepto "cuando es bautizado un adulto, recibe inmediatamente la Confirmación y participa en la Eucaristía" (n. 1298). Este sacramento "comienza con la renovación de las promesas del Bautismo y la profesión de fe de los confirmandos" (n. 1298 y 1321). “En el rito romano, el obispo extiende las manos sobre todos los confirmandos, gesto que, desde el tiempo de los Apóstoles, es el signo del don del Espíritu. Y el obispo invoca así la efusión del Espíritu" (n. 1299). Además, "el sacramento de la Confirmación es conferido por la unción del santo crisma en la frente, hecha imponiendo la mano, y con estas palabras: "Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo" (n. 1300 y 1320). Finalmente “El beso de paz con el que concluye el rito del sacramento significa y manifiesta la comunión eclesial con el obispo y con todos los fieles” (n. 1301).
Los efectos para los que reciben este sacramento son: un arraigo más profundo en la filiación divina, una unión más fuerte con Cristo, un aumento de los dones del Espíritu Santo, un vínculo más perfecto con la Iglesia, una "fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y defender la fe mediante la palabra y las obras como verdaderos testigos de Cristo" (n. 1303).
Como ya hemos dicho anteriormente con respecto al bautismo, la confirmación es indeleble. De hecho, el nº 1317 afirma que: "la Confirmación, como el Bautismo, imprime en el alma del cristiano un signo espiritual o carácter indeleble; por eso este sacramento sólo se puede recibir una vez en la vida".
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