15-La Preciosísima Sangre de Jesucristo alivia a las almas del Purgatorio

Oración de Santa María Magdalena de Pazzi y Acto de Contrición

Padre Eterno, cubre mis labios con la Preciosísima Sangre de tu amado Hijo, de manera que mis oraciones sean purificadas antes de ascender a tu divino altar.

Dios mío, me arrepiento de todo corazón de todos mis pecados y los aborrezco, porque al pecar, no sólo merezco las penas establecidas por ti justamente, sino principalmente porque te ofendí, a ti sumo Bien y digno de amor por encima de todas las cosas. Por eso propongo firmemente, con ayuda de tu gracia, no pecar más en adelante y huir de toda ocasión de pecado.

Amén

Reflexión sobre la obra redentora del Señor

Considera, alma mía, que no puede entrarse en el Paraíso a no estar enteramente purificado aun de la más pequeña mancha y después de haber satisfecho plenamente a la divina justicia, pues nada manchado puede entrar en la feliz Sion.
De aquí resulta que Dios, juez infalible, retiene en el Purgatorio las almas que han salido de este mundo imperfectamente purificadas y las detiene allí con el fin de admitirlas, después de su purificación, en el descanso eterno. Y como en su ternura paternal no puede sufrir que sus Benditas Almas vivan lejos de Él, el deseo de verlas prontamente libres de sus penas le ha empeñado a poner en nuestras manos el precio de su libertad.
Y ¿cuál es este precio? Es la Sangre Preciosísima de su Hijo único. ¡Oh! ¡Qué consuelo, qué alivio proporciona a las Almas esta Sangre benéfica! Ella apaga sus llamas, rompe sus cadenas y abre la cárcel de tomentos donde están encerradas. Volviéndose al Señor, estas almas pueden con justo título repetir: «Con vuestra Sangre eficaz, libradnos, Señor, del lago de las miserias y de las amargas penas que sufrimos en el Purgatorio.»
II. ¡De cuántas maneras puede aplicarse a las almas del Purgatorio la Sangre del Redentor! ¡Qué eficaz es cuando se les aplica por medio del Sacrificio del Altar! ¡Oh! ¡Cuántas de estas almas salen de su prisión por Él! Cuántos Ángeles descienden para apagar aquel fuego ardiente, cuando se ofrece por ellas a la Majestad divina esta Sangre adorable en los santos Altares ¡Con qué impaciencia están las desdichadas esperando el momento en que es derramada sobre sus llamas la Sangre Preciosísima que es el más consolador de los refrigerios! ¿Quién será el que rehúse pensar en Ellas, cuando tenemos a nuestra disposición el medio de librarlas de las penas? ¿Quién será tan duro que se desentienda de sus voces, para cerrar sus entrañas a sus necesidades? Surgite, os diré con San Bernardo, surgite in adjutorium: «Levantaos, socorredles». Y ¿cómo? Aplicándoles el Santo Sacrificio, ofreciendo por Ellas a la Majestad del Padre la Sangre Inmaculada del divino Cordero: «Conjurad con vuestros gemidos, interceded con vuestras oraciones, satisfaced con el sacrificio único», como a ello nos exhorta en su favor el mismo santo: ¡Oh! ¡Cuántas veces el Señor hace ver, y de una manera sensible, que estas Almas vuelan al Cielo en el instante mismo en que se ofrece por ellas la Sangre Preciosísima! Tomaos, pues, mucho interés por la libertad de estas Almas; que si por vosotros entrasen en posesión de la gloria, jamás se olvidarán de interceder ante el Trono de la misericordia y de la gracia por los amigos que fueron sus bienhechores.

Rosario a las Santas Llagas/Rosario de la Preciosísima Sangre (A elección)

(Se usa un rosario normal, se presentan en paralelo)

Al inicio:

Oh Jesús, divino redentor, sé misericordioso con nosotros y con el mundo entero. Amén

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Amén

¡Perdón! ¡Misericordia, Jesús mío!; durante los peligros presentes, cúbrenos con tu preciosa sangre. Amén

Padre Eterno, ten Piedad y Misericordia por la Sangre de Jesucristo, Tu Único Hijo. Ten Misericordia de nosotros, Te suplicamos.

Amén. Amén. Amén.

Cuentas grandes:

Bendita sea la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, que con ella nos redimió.

/

Padre Eterno, te ofrezco las Santas Llagas de Nuestro Señor Jesucristo, para sanar las llagas de nuestras almas.

Cuentas pequeñas:

Preciosísima Sangre de Cristo, lávanos. Preciosísima Sangre de Cristo, defiéndenos.

/

Jesús mío, perdón y misericordia, por los méritos de tus Santas Llagas.

Cadena:

Jesucristo, aplaca tu ira, tu justicia y tu rigor. Líbranos de esta epidemia, misericordia Señor.

/

María, madre llena de aflicción, las llagas de tu Hijo graba en mi corazón.

Al finalizar:

Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.

/

Padre Eterno, te ofrezco las Santas Llagas de Nuestro Señor Jesucristo, para sanar las llagas de nuestras almas (3 veces).

Gozos (Opcional)

Pues morís, Padre y Señor,

En una Cruz afrentosa,

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Esposo de sangre hermoso,

Que en vuestra Circuncisión,

Con ternura y compasión

La derramáis cariñoso:

Y aunque tierno y amoroso

Lloráis por el pecador:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Entre el huerto de las penas,

Entre angustias y agonías,

Dais amante por mil vías

La Sangre de vuestras venas:

Y pues con dulces cadenas

Rendís nuestro desamor:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Ríos de Sangre corrieron

De vuestro Cuerpo sagrado,

Cuando a golpes maltratado

Con tanto azote le hirieron:

Todo una llaga os hicieron,

Siendo el hombre el ofensor:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Vos de espinas coronado

Tanta Sangre derramáis,

Que casi, mi bien, cegáis,

Todo el rostro ensangrentado:

Y pues tierno y lastimado

Pagáis por vuestro deudor:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Al llegar desfallecido

Y sin aliento al Calvario,

Un aleve y temerario

Os arrebata el vestido:

Piel y Sangre, mal herido,

Nos dais en este rigor:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Clavos son nuestros delitos,

Que en una Cruz os fijaron,

Y pies y manos rasgaron

Con dolores exquisitos:

La sangre de Abel da gritos

En favor de su agresor:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Difunta vuestra hermosura,

Un ciego, el más atrevido,

El dulce pecho os ha herido,

Derramando con ternura

Raudales de gran dulzura

La Fuente del Salvador:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Pues morís, Padre y Señor,

En una Cruz afrentosa,

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.

 

℣. Nos redimiste, Señor, con tu Sangre.

℟. Y nos hiciste un reino para tu Padre y Dios nuestro.


ORACIÓN: Omnipotente y Eterno Dios, que por la Preciosa Sangre de tu Hijo quisiste aplacarte y redimirnos, concédenos te suplicamos, recordarte el precio de nuestra Redención, para que merezcamos alcanzar en esta vida el perdón, y la gloria en la eterna. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Coloquio

Amabilísimo Jesús, acordaos de que si sois Juez también sois Padre y Esposo de esas hijas de Sion, que para purificarlas las entregáis en lo profundo del Purgatorio a los ardores de un fuego devorador; aceptad pues los méritos de vuestra Sangre derramada también por Ellas y que nosotros ofrecemos ante el trono de vuestra Majestad por su descanso y alivio. Por esa Sangre divina libradlas de tan crueles penas; una sola gota de Ella basta para apagar todos sus ardores, y nosotros os la ofrecemos por Ellas. Haced que sea abundante la redención; libradlas a todas de esa cárcel; llamadlas todas al Cielo; coronadlas de gloria, a fin de que también Ellas vayan a cantar hoy en el Cielo aquel cántico de alegría y de regocijo, repitiendo entre los resplandores de la luz eterna; Señor, Vos nos habéis redimido con vuestra Sangre, no cesen de alabaros y de amaros por toda una eternidad feliz.

Ejemplo de la vida de un santo

El bienaventurado Enrique Surone, dominico, se hallaba estudiando en Colonia y convino con un religioso de su orden en que, a la muerte de uno de los dos, el que sobreviviese celebraría, no habiendo inconveniente, por el alma del difunto el lunes la Misa de Difuntos y el viernes la de la Pasión. El Santo, habiendo sobrevivido a su amigo y sabida su muerte, aplicó por él muchas oraciones y otras obras de piedad; pero no celebró las Misas. Un día, el difunto se le apareció echándole en cara la falta de su promesa cuyo olvido le retenía aún en el Purgatorio. Respondióle Enrique que jamás había dejado de encomendarle al Señor; mas el difunto le replicó: “Sangre, Sangre es lo que yo pido, ¿dónde están las Misas que me prometiste y que nos son tan preciosas?”. Entonces el bienaventurado confesó su olvido, y habiendo celebrado las Misas prometidas libró del Purgatorio a su amigo.

Jaculatoria

Padre Eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo en expiación por nuestros pecados y por las necesidades de la Santa Iglesia.

(Rezar la cantidad de veces que se quiera)

Letanías

Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo, ten piedad de nosotros.

Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo óyenos.

Cristo escúchanos.

Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.

Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.

Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.

Santa Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

Sangre de Cristo, hijo único del Padre Eterno, sálvanos

Sangre de Cristo, Verbo encarnado,

Sangre de Cristo, Nuevo y Antiguo Testamento,

Sangre de Cristo, derramada sobre la tierra durante su agonía,

Sangre de Cristo, vertida en la flagelación.

Sangre de Cristo, que emanó de la corona de espinas,

Sangre de Cristo, derramada sobre la Cruz,

Sangre de Cristo, precio de nuestra salvación,

Sangre de Cristo, sin la cual no puede haber remisión,

Sangre de Cristo, alimento eucarístico y purificación de las almas,

Sangre de Cristo, manantial de misericordia,

Sangre de Cristo, victoria sobre los demonios,

Sangre de Cristo, fuerza de los mártires,

Sangre de Cristo, virtud de los confesores,

Sangre de Cristo, fuente de virginidad,

Sangre de Cristo sostén de los que están en peligro.

Sangre de Cristo, alivio de los que sufren,

Sangre de Cristo, consolación en las penas,

Sangre de Cristo, espíritu de los penitentes,

Sangre de Cristo, auxilio de los moribundos,

Sangre de Cristo, paz y dulzura de los corazones,

Sangre de Cristo, prenda de la vida eterna,

Sangre de Cristo que libera a las almas del Purgatorio,

Sangre de Cristo, digna de todo honor y de toda gloria,


Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, escúchanos Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.


V.- Nos rescataste, Señor, por tu Sangre.

R.- E hiciste nuestro el reino de los cielos.


Oremos: Dios Eterno y Todopoderoso que constituiste a tu hijo único Redentor del mundo, y que quisiste ser apaciguado por su sangre, haz que venerando el precio de nuestra salvación y estando protegidos por él sobre la tierra contra los males de esta vida, recojamos la recompensa eterna en el Cielo.

Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén

Oración de la comunidad

Tres ofrecimientos de cierre

Padre Eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de Jesucristo, en satisfacción por mis pecados, en súplica por las santas almas del Purgatorio y por las necesidades de la Santa Iglesia, especialmente por el alma de... Inmaculado Corazón de María, ofrece al Padre Eterno la Preciosa Sangre de NSJC, por la conversión de los pecadores, especialmente... Padre Eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de NSJC en unión a todas las Santas Misas celebradas hoy en el mundo entero, por todas las benditas almas del purgatorio. Amén.

¡Gracias! 39 personas oraron

"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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