En las lecturas de hoy se nos propone una vez más el camino de la vida y de la plenitud. El camino para ser grande en el reino de los cielos.  

En la primera lectura Moisés habla al pueblo: «Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os enseño para que, cumpliéndolos, viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar.
Mirad: yo os enseño los mandatos y decretos, como me mandó el Señor, mi Dios, para que los cumpláis en la tierra donde vais a entrar para tomar posesión de ella.
Observadlos y cumplidlos, pues esa es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos, los cuales, cuando tengan noticia de todos estos mandatos, dirán:
“Ciertamente es un pueblo sabio e inteligente esta gran nación”.

Una vez más Dios se presenta como un Dios cercano, que quiere dar consignas a sus hijos para que caminen por el sendero de la vida. Esto provoca en Moisés la pregunta: Porque ¿dónde hay una nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos? Y ¿dónde hay otra nación tan grande que tenga unos mandatos y decretos tan justos como toda esta ley que yo os propongo hoy?

A veces pensamos en esos mandatos y decretos como una lista de obligaciones a cumplir. No es ese el sentido que Dios quiso darles cuando los confió a Moisés. Ni tampoco Jesús vino a abolirlos, como nos dice el Evangelio. Jesús viene a llenarlos de sentido y llevarlos a plenitud. La gran clave está en el mandamiento del amor. Amor a Dios, al prójimo y a nosotros mismos. Es ese amor el que nos lleva a evitar algunas cosas y favorecer otras. Es en nuestras opciones de cada día en las que nos comprometemos a vivir en el amor. 

Para que esto sea posible, Moisés nos da una clave importante: guárdate bien de olvidar las cosas que han visto tus ojos y que no se aparten de tu corazón mientras vivas; cuéntaselas a tus hijos y a tus nietos. Estamos de nuevo ante la importancia de la memoria en nuestra vida espiritual. Lo importante que es conocer la acción de Dios en las generaciones que nos han precedido y de poder transmitirla a aquellos que vienen detrás de nosotros. 

Claves para el camino: Toma un tiempo para identificar si tu vida está orientada hacia el amor a Dios, al prójimo y a ti mismo. Piensa si esta opción de vida se manifiesta en las pequeñas opciones de cada día.

¡BUEN CAMINO HACIA LA PASCUA!