Día 3 - Junio 29, 2019: Madre del Perpetuo Socorro, Corredentora del mundo.

Oración para todos los días 

¡Oh, qué consuelo, qué dulzura, qué confianza, qué ternura siente todo mi ser con sólo repetir tu nombre y pensar en ti, Madre Mía! 

María dulcísima, María de los pequeños y olvidados, haz que tu nombre sea de hoy en adelante el aliento de mi vida. Cada vez que te llame, Madre mía, apresúrate a socorrerme, pues, en todas mi tentaciones, y en todas mis necesidades propongo no dejar de invocarte diciendo y repitiendo: ¡María, María, Madre Mía!

Bendigo y doy gracias a Dios que te ha dado para nuestro bien ese nombre tan dulce, tan amable y bello. ¡Oh, Madre del Perpetuo Socorro! concédeme la gracia de que pueda siempre invocar tu bellísimo nombre ya que él es el Socorro del que vive y Esperanza del que muere, 

¡Amén!


Oración para el Día Tercero

¡Oh, Madre del Perpetuo Socorro! Madre de Dios, Reina poderosa del cielo y de la tierra. Madre nuestra, Abogada de los pecadores, Madre de misericordia y Corredentora nuestra. Maria eres nuestro socorro, porque nos libras de la mayor desgracia de esta vida, o sea del pecado. 

María vela por nosotros, ayúdanos a evitar las ocasiones y disminuye la vehemencia de las tentaciones; María conserva en nosotros la gracia santificante y el amor de Dios, ayúdanos a ser perseverantes y suaviza nuestras penas temporales y espirituales.
Por ultimo,  María eres nuestro Socorro Perpetuo, porque nos auxilias a toda hora y en todo  instante. Ruego que seas nuestro socorro en todo momento oportuno, en el formidable trance de la muerte y en medio de las llamas del Purgatorio.


Meditación del Tercer día - 29 de junio

¡Madre del Perpetuo Socorro, Corredentora del mundo!

Tu Santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro nos indica que Tú eres Corredentora del mundo. 

En la magna procesión conmemorativa de la Redención del linaje humano, avanzan los ángeles con los instrumentos de la Pasión, y en medio, escoltados durante todos los siglos y por todos los hombres, amados, aclamados, venerados, avanzan los dos únicos héroes de esta empresa divina: Cristo Jesús y Tú, Madre nuestra.

No vivo entre sombras; camino a la luz de los resplandores de la fe. Por eso, creo y confieso que solo mi Dios, me puede redimir.

Creo y confieso que, por glorificarte a Ti y por otros fines altísimos dignos de la Sabiduría Divina, Jesús te asoció a la gran obra de la Redención del mundo.

Creo y confieso que, habiendo escogido Jesús, la cruz como instrumento de salvación, no hay para nadie redención sin cruz.

Creo y confieso que mis dolores y penas, las angustias del alma y los tormentos del cuerpo, son los instrumentos benditos que la Providencia Amorosa emplea para purificar mi alma, para expiar mis pecados, para labrar mi corona eterna y para acercarme más a Jesús.

Pero también creo y confieso que Dios en la vida sabe mezclar y santificar las tristezas y las alegrías, y que nos lleva al cielo, a veces derramando lágrimas, a veces cantando himnos de gratitud y de amor.

Adoro, Madre mía, los planes divinos para mí. Permite, sin embargo, que te diga como decía Mi Redentor en el Huerto de Getsemaní: "Aparta de mí este cáliz…, cura mis dolores…, remedia mis penas. Mira que el cáliz de mi corazón rebosa de amargura…"

Madre mía, saname, sálvame, y yo seguiré cantando tus Misericordias por los siglos de los siglos.


Meditemos recitando:

- tres (3) « Avemarías » en honor de la Virgen

- dos (2) « Glorias » en honor de San Alfonso María de Ligorio


Nuestra Señora del Perpetuo Socorro ¡ruega por mí!

Adorado San Alfonso, inspírame el recurrir a María ¡en todas mis necesidades!


Oración Final

¡Oh Salvador mío, Jesucristo! Al contemplarte en brazos de tu Madre, veo que en medio de tu santo temor te proteges en su regazo y me invitas a imitarte, recurriendo yo también a quien es también mi Perpetuo Socorro. Quiero, pues, entregarme a Ella sin restricción alguna. 

¡Oh María! Dios ha querido honrarte, proporcionando al culto de tu imagen su virtud milagrosa. 

¡Oh! Madre del Perpetuo Socorro, me gusta venir y orar ante tu imagen milagrosa! Tu imagen despierta en mí los más esperanzadores sentimientos de filial confianza hacia ti.

Tu tienes en tus brazos a Jesús, mi Dios y Salvador. Él es el Todopoderoso, el dueño absoluto de la vida y la muerte, el Dador Soberano de todo bien y toda gracia. Y tú, que eres Su Madre, tienes todo el derecho a pedirle y ser escuchada. Bien sabemos que aunque somos pecadores por tu intercesión Jesús no nos niega nada.

Transmíteme ¡oh, Madre del Perpetuo Socorro! confianza ilimitada en tu infinita y poderosa bondad

¡Amén!



¡Oh Señora Nuestra, Madre del Perpetuo Socorro! ¡Cuantos tesoros de gracias y bendiciones proporcionáis a los individuos y a las familias que a Vos se consagran ¡Oh Madre mía! Dignaos recibirnos a todos como a hijos vuestros y derramar sobre todas las familias de los que estamos aquí vuestros insignes favores.




Oración de la comunidad

Madre del Perpetuo Socorro

¡Santísima Virgen María, que para inspirarme confianza quisiste llamarte Madre del Perpetuo Socorro! Te suplico me socorras en todo tiempo y en todo lugar; en mis tentaciones, después de mis caídas, en mis dificultades, en todas las miserias de la vida y, sobre todo, en el trance de la muerte. Concédeme, ¡oh amorosa Madre!, el pensamiento y la costumbre de recurrir siempre a Tí; porque estoy cierto de que, si soy fiel en invocarte, Tú seras fiel en socorrerme. Alcanzame, pues, la gracia de acudir a Ti sin cesar con la confianza de un hijo, a fin de obtener tu Perpetuo Socorro y la perseverancia final. Bendíceme y ruega por mí ahora y en la hora de mi muerte. ¡Así sea! ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Ruega a Jesús por mí, y salvame. ¡Amén!

¡Gracias! 75 personas oraron

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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2019 - Novena a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

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