Segunda Aparición: 13 de junio de 1917

La segunda aparición de nuestra Señora en Fátima, tiene lugar el 13 de Junio de 1917 y en ella, la Santísima Virgen hace especial énfasis en el rezo correcto de esta bella oración diciéndole a los tres pastorcitos:

«Es necesario que recen el rosario y aprendan a leer.»

Lucía contaba que tanto ella como sus primos, tenían una manera muy peculiar de rezar el Santo Rosario: 

En cada cuenta pequeña decían las palabras Ave María y en las cuentas grandes, decían muy despacio Padre Nuestro.

Es decir, no recitaban la oración completa, sólo se limitaban a aquellas palabras y así, en un par de minutos, «completaban» el rezo del Rosario.

Cuando La Virgen se les apareció ese 13 de junio de 1917, les indicó que continuaran rezando el Rosario todos los días.
Y les indicó una segunda oración para añadirla al Rosario.

Después de cada uno de los misterios, mis hijos, quiero que oren de esta manera: 

«Oh, Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno. Conduce a todas las almas al cielo, especialmente a las más necesitadas de Su misericordia.»


Antes de la segunda aparición, los videntes notaron nuevamente un resplandor, al que llamaban relámpago, pero que no era propiamente tal, sino el reflejo de una luz que se aproximaba.

Después de rezar el rosario con algunas personas, vieron de nuevo, solamente Lucía, Jacinta y Francisco el reflejo de la luz, que se aproximaba; corrieron hacia la encina y se arrodillaron. Momentos después la Señora estaba sobre la encina, tal cual sucedió en la priomera aparición, el 13 de mayo,

 

Algunos de los pobladores que habían acudido al lugar, notaron que la luz del sol se oscureció durante los primeros minutos del coloquio. 

Otros dijeron que, un momento antes de que Lucía hablara, la copa de la encina que estaba cubierta de brotes, pareció curvarse como si estuviese bajo un peso.

 

Durante la conversación de Nuestra Señora con los videntes, la cual solo era escuchada por los chicos y la Virgen, algunos de los presentes oyeron un susurro como si fuese el zumbido de una abeja.

 

Les habla de orar el Rosario, de salvar a los pecadores, de su Inmaculado Corazón herido.

Y de la intención de Su Hijo de salvar el mundo a través del Triunfo de su Inmaculado Corazón.

A Lucía le dice: 

Jesús quiere servirse de ti para darme a conocer y amar. 

Quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. 

A quien le abrazare prometo la salvación y serán queridas sus almas por Dios como flores puestas por mí para adornar su Trono.

Aquí aparece por primera vez en los mensajes la mención a su Inmaculado Corazón.

Y ahora vemos que es Jesús, su Hijo, que quiere hacer conocer la devoción y establecerla en el mundo. 

"Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios."

 

Cuando la visión se desvaneció, la Señora envuelta en la luz que Ella irradiaba, se elevó del arbusto suavemente, en dirección al este, hasta desaparecer del todo. 

 

Los espectadores notaron que los brotes de la copa de la encina estaban inclinados en la misma dirección, como si los vestidos de Nuestra Señora los hubiesen arrastrado. Sólo algunas horas más tarde volvieron a su posición natural. 

 

Todo lo que les prometió Nuestra Señora a los santos Francisco, Jacinta y a la venerable Sor Lucía se cumplió como ella dijoFidel García Martínez


Su Inmaculado Corazón no sólo será nuestra forma de amar a María, sino la forma en que Jesús nos conducirá a Dios.

 

 

 

Oración de la comunidad

Oración a la Virgen de Fátima (Papa Francisco)

Bienaventurada María, Virgen de Fátima, con renovada gratitud por tu presencia maternal unimos nuestra voz a la de todas las generaciones que te llaman Bienaventurada. Celebramos en ti las grandes obras de Dios, quien nunca se cansa de inclinarse misericordiosamente hacia la humanidad afligida por el mal, y herida por el pecado, para curarla y salvarla. Acoge con benevolencia de Madre nuestra oración que hoy hacemos con confianza, ante ti, nuestra querida Madre. Estamos seguros de que cada uno de nosotros es precioso a tus ojos y que nada de lo que habita en nuestros corazones es ajeno a ti. Custodia nuestra vida entre tus brazos; reavive y alimenta la fe; bendice y refuerza todo deseo de bien; reaviva y alimenta la fe; sostén e ilumina la esperanza; suscita y anima la caridad; guíanos a todos por el camino de la santidad. Enséñanos tu mismo amor de predilección por los pequeños y por los pobres, por los excluidos y por los que sufren, por los pecadores y por los extraviados de corazón: congrega a todos bajo tu protección y entréganos a todos nosotros a tu Adorado Hijo, Jesús, nuestro Señor. ¡Amén!

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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Novena a Nuestra Señora de Fátima

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