Segundo día: Una búsqueda espiritual que quedó mucho tiempo sin fruto

Buscando la verdad :

Agustín se quedará 9 años oyente entre los maniqueos.  Crea fuertes y duraderas amistades. Le permiten considerar  una carrera.

Durante el verano 383, asqueado por estudiantes demasiados inquietos- los « descalabradores »-  abandona  Cartago para ir a Roma.

Su madre, opuesta al principio a su proyecto terminó por reunirse con él.

Ambicioso, Agustín obtiene un puesto importante como retórico en Milano en la corte imperial.

Está a cargo de la redacción de los discursos oficiales.

Quizás, porque tiene la fama de orador, Agustín va a escuchar los sermones de Ambrosio.

Sin que lo haya realmente pensado, este mismo le da una solución a sus problemas personales : se puede leer el Antiguo Testamento dándole un sentido espiritual.

Gracias a la lectura de los libros de los platónicos, ya no percibe  a Dios como un ser  exclusivamente material.

Un camino de interioridad  se abre a él.

El conocimiento de Dios no solo es cuestión de inteligencia sino tambien de corazón.

En aquella época, Agustín ya no es verdaderamente  maniqueo pero tampoco es totalmente cristiano.

El sacerdote, Simpliciano, le da el prólogo de San Juan para leer : el Verbo se hizo carne.

Cristo es al mismo tiempo Verbo y Palabra encarnada.

Las últimas objeciones contra la persona de Cristo terminan por desaparecer.

¡Cuántos descubrimientos en tan poco tiempo !

Aún le queda a Agustín un paso por hacer en el camino de su conversión : tener una vida conforme con la Verdad que acaba de descubrir.

 

Continuará…

 

Oración para los que buscan a Dios :

« Durante toda la vida, Agustín buscó a Dios pero tardó en reconocerloSeñor, Dios nuestro, de manera consciente o no, nos pasamos el tiempo buscándote.

Recuuérdanos  buscar en el lugar correcto y que nos atrevamos a pasar por nuestras dudas y sobrepasarlas muy confiado.

Por Jesucristo, nuestro Señor. »

 

 

Oración de la comunidad

Oración a San Agustín

Oración a San Agustín, escrita por San Juan Pablo II Oh gran Agustín, nuestro padre y maestro!, conocedor de los luminosos caminos de Dios, y también de las tortuosas sendas de los hombres, admiramos las maravillas que la gracia divina obró en ti, convirtiéndote en testigo apasionado de la verdad y del bien, al servicio de los hermanos. Al inicio de un nuevo milenio, marcado por la cruz de Cristo, enséñanos a leer la historia a la luz de la Providencia divina, que guía los acontecimientos hacia el encuentro definitivo con el Padre. Oriéntanos hacia metas de paz, alimentando en nuestro corazón tu mismo anhelo por aquellos valores sobre los que es posible construir, con la fuerza que viene de Dios, la "ciudad" a medida del hombre. La profunda doctrina que con estudio amoroso y paciente sacaste de los manantiales siempre vivos de la Escritura ilumine a los que hoy sufren la tentación de espejismos alienantes. Obtén para ellos la valentía de emprender el camino hacia el "hombre interior", en el que los espera el único que puede dar paz a nuestro corazón inquieto. Muchos de nuestros contemporáneos parecen haber perdido la esperanza de poder encontrar, entre las numerosas ideologías opuestas, la verdad, de la que, a pesar de todo, sienten una profunda nostalgia en lo más íntimo de su ser. Enséñales a no dejar nunca de buscarla con la certeza de que, al final, su esfuerzo obtendrá como premio el encuentro, que los saciará, con la Verdad suprema, fuente de toda verdad creada. Por último, ¡oh san Agustín!, transmítenos también a nosotros una chispa de aquel ardiente amor a la Iglesia, la Catholica madre de los santos, que sostuvo y animó los trabajos de tu largo ministerio. Haz que, caminando juntos bajo la guía de los pastores legítimos, lleguemos a la gloria de la patria celestial donde, con todos los bienaventurados, podremos unirnos al cántico nuevo del aleluya sin fin. Amén.

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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9 días con San Agustín

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