19-La Preciosísima Sangre de Jesucristo confirma nuestra Fe

Oración de Santa María Magdalena de Pazzi y Acto de Contrición

Padre Eterno, cubre mis labios con la Preciosísima Sangre de tu amado Hijo, de manera que mis oraciones sean purificadas antes de ascender a tu divino altar.

Dios mío, me arrepiento de todo corazón de todos mis pecados y los aborrezco, porque al pecar, no sólo merezco las penas establecidas por ti justamente, sino principalmente porque te ofendí, a ti sumo Bien y digno de amor por encima de todas las cosas. Por eso propongo firmemente, con ayuda de tu gracia, no pecar más en adelante y huir de toda ocasión de pecado.

Amén

Reflexión sobre la obra redentora del Señor

Considera, alma mía, el gran don que hemos recibido en el Santo Bautismo, nosotros cristianos, cuando el Señor puso en nuestra alma la santa fe, y de en medio de las tinieblas nos llamó a su admirable luz. Don precioso que nos ha deparado con preferencia a tantas almas desdichadas, que gimen en la infidelidad, lejos de esta arca de salvación que es la Iglesia; don que mediante la caridad nos hace participantes de la filiación divina y de la herencia celestial; don que es el fundamento y principio de nuestra salvación. Para merecernos un don tan precioso, Jesucristo ha derramado su Sangre, y en virtud de Ella se nos ha concedido. Y siendo Jesús el autor y consumador de la fe ha querido con su Sangre poner el sello a esta verdad adorable que había enseñado con sus palabras y ejemplos. Esta fe, pues, que recibimos por los méritos de la Sangre Preciosísima de Jesús, continúa habitando en nuestros corazones por los méritos de esa misma Sangre y es para ellos como alimento; Ella es quien lo afirma, vivifica y conserva constantemente. Ella es el alma de esa caridad sin la cual la fe no podría contentar el Corazón de Dios. De donde resulta, alma mía, que cuanto más devota seas de la Sangre de Jesús, tanto más viva será tu fe y tus obras más conformes a sus preceptos y a las verdades que ella propone a nuestra creencia. ¡Oh! ¡Y qué acentos de reconocimiento y de amor deberemos dirigir al Cielo hacia ese Cordero divino que nos ha rescatado y nos ha llamado por la fe a ser participantes de su reino¡ Con qué fervor deberemos repetir una y mil veces aquel cántico nuevo de que se habla en el Apocalipsis: Digno eres, Señor, de recibir el libro y de abrir sus sellos; porque has sido muerto y nos has redimido para Dios de todas las tribus y lenguas, y pueblos, y naciones, y nos hiciste para nuestro Dios un reino, y reinaremos.
II. Por esta razón, en efecto, tantos héroes de la fe, animados a la vista de Jesús crucificado y vertiendo Sangre, no han dudado en derramar también la suya y sacrificar su propia vida por su creencia. ¡Cuántos niños inocentes, cuántas tiernas vírgenes se han sacrificado en medio de los más atroces tormentos, animados en su fe a la vista de esa Sangre divina! Una Inés, una Catalina, una Bibiana, un Venancio y otros mil serán siempre los más brillantes testimonios de esta verdad. Y nosotros, ¿cómo hemos imitado tan ilustres ejemplos? ¿Cuál ha sido en nosotros la acción operadora de esta fe por la que tantos gloriosos mártires han dado su sangre y su vida? ¡Ay! no solamente merecemos la reconvención del Apóstol, de no haber todavía vertido una sola gota de sangre por Jesucristo, sino que debemos llenarnos de confusión al recordar tantas ocasiones en que no hemos obrado según las enseñanzas de esa misma fe que profesamos. Nos hemos contentado con la fe muerta o lánguida, y a ejemplo de las vírgenes necias hemos tenido la lámpara de la fe sin el aceite de la caridad. ¡Ah! ¡Qué vil y cobarde es un alma que no está pronta a derramar su sangre por Jesucristo!

Rosario a las Santas Llagas/Rosario de la Preciosísima Sangre (A elección)

(Se usa un rosario normal, se presentan en paralelo)

Al inicio:

Oh Jesús, divino redentor, sé misericordioso con nosotros y con el mundo entero. Amén

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Amén

¡Perdón! ¡Misericordia, Jesús mío!; durante los peligros presentes, cúbrenos con tu preciosa sangre. Amén

Padre Eterno, ten Piedad y Misericordia por la Sangre de Jesucristo, Tu Único Hijo. Ten Misericordia de nosotros, Te suplicamos.

Amén. Amén. Amén.

Cuentas grandes:

Bendita sea la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, que con ella nos redimió.

/

Padre Eterno, te ofrezco las Santas Llagas de Nuestro Señor Jesucristo, para sanar las llagas de nuestras almas.

Cuentas pequeñas:

Preciosísima Sangre de Cristo, lávanos. Preciosísima Sangre de Cristo, defiéndenos.

/

Jesús mío, perdón y misericordia, por los méritos de tus Santas Llagas.

Cadena:

Jesucristo, aplaca tu ira, tu justicia y tu rigor. Líbranos de esta epidemia, misericordia Señor.

/

María, madre llena de aflicción, las llagas de tu Hijo graba en mi corazón.

Al finalizar:

Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.

/

Padre Eterno, te ofrezco las Santas Llagas de Nuestro Señor Jesucristo, para sanar las llagas de nuestras almas (3 veces).

Gozos (Opcional)

Pues morís, Padre y Señor,

En una Cruz afrentosa,

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Esposo de sangre hermoso,

Que en vuestra Circuncisión,

Con ternura y compasión

La derramáis cariñoso:

Y aunque tierno y amoroso

Lloráis por el pecador:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Entre el huerto de las penas,

Entre angustias y agonías,

Dais amante por mil vías

La Sangre de vuestras venas:

Y pues con dulces cadenas

Rendís nuestro desamor:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Ríos de Sangre corrieron

De vuestro Cuerpo sagrado,

Cuando a golpes maltratado

Con tanto azote le hirieron:

Todo una llaga os hicieron,

Siendo el hombre el ofensor:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Vos de espinas coronado

Tanta Sangre derramáis,

Que casi, mi bien, cegáis,

Todo el rostro ensangrentado:

Y pues tierno y lastimado

Pagáis por vuestro deudor:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Al llegar desfallecido

Y sin aliento al Calvario,

Un aleve y temerario

Os arrebata el vestido:

Piel y Sangre, mal herido,

Nos dais en este rigor:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Clavos son nuestros delitos,

Que en una Cruz os fijaron,

Y pies y manos rasgaron

Con dolores exquisitos:

La sangre de Abel da gritos

En favor de su agresor:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Difunta vuestra hermosura,

Un ciego, el más atrevido,

El dulce pecho os ha herido,

Derramando con ternura

Raudales de gran dulzura

La Fuente del Salvador:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Pues morís, Padre y Señor,

En una Cruz afrentosa,

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.

 

℣. Nos redimiste, Señor, con tu Sangre.

℟. Y nos hiciste un reino para tu Padre y Dios nuestro.


ORACIÓN: Omnipotente y Eterno Dios, que por la Preciosa Sangre de tu Hijo quisiste aplacarte y redimirnos, concédenos te suplicamos, recordarte el precio de nuestra Redención, para que merezcamos alcanzar en esta vida el perdón, y la gloria en la eterna. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Coloquio

Jesús mío, autor y consumador de nuestra fe, Vos que habéis sacrificado vuestra vida sobre una Cruz, y derramado toda vuestra Sangre para confirmar las verdades que creemos, ¿por qué a vuestra imitación no podré yo también verter toda mi sangre? No merezco este favor que habéis concedido a vuestros servidores fieles; pero si no puedo derramar mi sangre, puedo, sin embargo, sufrir con paciencia las adversidades y amarguras de esta vida; puedo mortificar esta carne rebelde con una saludable penitencia; puedo llevar con resignación la cruz que os dignéis enviarme. Sí, alma mía; está siempre atenta a llevar en tu corazón la mortificación de Jesucristo, y de esta manera, sin el hierro de los verdugos, puedes, dice San Bernardo, tener parte en la gloria del martirio: sine ferro martyr esse poteris, si patientiam in animo veraciter custodieris; y entonces la fe estará animada por las obras, y tal, Jesús mío, que ella podrá conducirme, por los méritos de vuestra Preciosísima Sangre, a contemplar, y contemplar sin velo alguno, las infalibles verdades que ella me enseña.

Ejemplo de la vida de un santo

Entre los innumerables ejemplos que podrían citarse de los gloriosos mártires que han derramado su sangre por la fe animados por la Preciosa Sangre de Jesucristo, he escogido los gloriosos príncipes de los Apóstoles San Pedro y San Pablo, el primero crucificado en el Janículo y el segundo decapitado en Aqua Salvia. Estos Santos, después de haber soportado, a ejemplo de Jesucristo, oprobios, desprecios, golpes, cárceles y cadenas, fueron martirizados y dieron voluntariamente su sangre por Aquel que tanta había vertido por sus almas, confirmaron con su propia sangre las verdades que habían creído y practicado, y nos dejaron un grande y brillante modelo de la facilidad con que se debe derramar su sangre por sostener la fe.

Jaculatoria

Padre Eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo en expiación por nuestros pecados y por las necesidades de la Santa Iglesia.

(Rezar la cantidad de veces que se quiera)

Letanías

Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo, ten piedad de nosotros.

Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo óyenos.

Cristo escúchanos.

Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.

Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.

Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.

Santa Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

Sangre de Cristo, hijo único del Padre Eterno, sálvanos

Sangre de Cristo, Verbo encarnado,

Sangre de Cristo, Nuevo y Antiguo Testamento,

Sangre de Cristo, derramada sobre la tierra durante su agonía,

Sangre de Cristo, vertida en la flagelación.

Sangre de Cristo, que emanó de la corona de espinas,

Sangre de Cristo, derramada sobre la Cruz,

Sangre de Cristo, precio de nuestra salvación,

Sangre de Cristo, sin la cual no puede haber remisión,

Sangre de Cristo, alimento eucarístico y purificación de las almas,

Sangre de Cristo, manantial de misericordia,

Sangre de Cristo, victoria sobre los demonios,

Sangre de Cristo, fuerza de los mártires,

Sangre de Cristo, virtud de los confesores,

Sangre de Cristo, fuente de virginidad,

Sangre de Cristo sostén de los que están en peligro.

Sangre de Cristo, alivio de los que sufren,

Sangre de Cristo, consolación en las penas,

Sangre de Cristo, espíritu de los penitentes,

Sangre de Cristo, auxilio de los moribundos,

Sangre de Cristo, paz y dulzura de los corazones,

Sangre de Cristo, prenda de la vida eterna,

Sangre de Cristo que libera a las almas del Purgatorio,

Sangre de Cristo, digna de todo honor y de toda gloria,


Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, escúchanos Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.


V.- Nos rescataste, Señor, por tu Sangre.

R.- E hiciste nuestro el reino de los cielos.


Oremos: Dios Eterno y Todopoderoso que constituiste a tu hijo único Redentor del mundo, y que quisiste ser apaciguado por su sangre, haz que venerando el precio de nuestra salvación y estando protegidos por él sobre la tierra contra los males de esta vida, recojamos la recompensa eterna en el Cielo.

Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén

Oración de la comunidad

Tres ofrecimientos de cierre

Padre Eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de Jesucristo, en satisfacción por mis pecados, en súplica por las santas almas del Purgatorio y por las necesidades de la Santa Iglesia, especialmente por el alma de... Inmaculado Corazón de María, ofrece al Padre Eterno la Preciosa Sangre de NSJC, por la conversión de los pecadores, especialmente... Padre Eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de NSJC en unión a todas las Santas Misas celebradas hoy en el mundo entero, por todas las benditas almas del purgatorio. Amén.

¡Gracias! 35 personas oraron

"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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