La llaga del cauterio de amor del Espíritu Santo sana nuestras heridas de amor
Queridos amigos:
Todos, en mayor o menor medida, tenemos heridas interiores que han sido causadas por la falta de amor. ¿Quién podrá sanarnos de nuestras heridas de amor? Aquél que nos ama incondicionalmente, que nos conoce íntimamente, que nos desea y que quiere que le deseemos.
Y nuestro deseo de Dios se va acrecentando a medida que nos vamos enamorando más de Él. Primero este amor es una chispa y después se va convirtiendo en una llama.
Este fuego no nos hiere como el fuego material. La llaga que este fuego del Espíritu produce en nosotros a la vez que es herida es sanación. La herida del Amor de Dios nos sana de nuestras heridas por falta de amor. Cada toque del amor de Dios nos sacia infinitamente más que los amores de las criaturas, pero a la vez nos deja más heridos de amor. Pero es una herida que duele y a la vez satisface al alma. Al final la llaga que deja este fuego de amor es tan grande que ya es todo Amor, ese es nuestro fin, hemos sido creados para ser consumidos en el Amor de Dios.
Dice así San Juan de la Cruz:
"Y para dar a entender cómo sea esta llaga con que aquí ella habla, es de saber que el cauterio del fuego material en la parte do asienta siempre hace llaga, y tiene esta propiedad: que, si sienta sobre llaga que no era de fuego, la hace que sea de fuego. Y eso tiene este cauterio de amor, que en el alma que toca, ahora esté llagada de otras llagas de miserias y pecados, ahora esté sana, luego la deja llagada de amor: y ya las que eran llagas de otra causa, quedan hechas llagas de amor. Pero en esto hay diferencia de este amoroso cauterio al del fuego material; que éste la llaga que hace no la puede volver a sanar, si no se aplican otros medicables, pero la llaga del cauterio de amor no se puede curar con otra medicina, sino que el mismo cauterio que la hace la cura, y el mismo que la cura, curándola la hace; porque, cada vez que toca el cauterio de amor en la llaga de amor, hace mayor llaga de amor, y así cura y sana más, por cuanto llaga más; porque el amante, cuanto más llagado está, más sano; y la cura que hace el amor es llagar y herir sobre lo llagado, hasta tanto que la llaga sea tan grande que toda el alma venga a resolverse en llaga de amor. Y de esa manera ya toda cauterizada y hecha una llaga de amor está toda sana en amor, porque está transformada en amor". Llama de amor viva canción 2 verso 2 punto 7.
¡Esto es importante!
¿Estás enamorado de Dios? Seguramente buscas un amor incondicional que te ame como eres, que te acepte, que te cuide, que te desee. Así te ama Dios. Tal vez no lo hayas experimentado. Pídele hoy al Espíritu Santo que te haga experimentar este amor de Dios. Empieza también hoy a buscar este amor en Dios y no en otros sitios donde lo buscas y no lo encuentras. Tu alma solo puede ser llenada por este amor. Tal vez te ayude meditar el pasaje del Evangelio en el que la samaritana habla con Jesús en el pozo de Sicar. Ella es una mujer herida de amor. En el pozo se encuentra con la mirada de Jesús, con sus palabras de vida eterna y encuentra el Amor de verdad. Tú también puedes encontrarte con Jesús cada día en la oración e irte enamorando de Él.
La oración de hoy
¡Espíritu Santo! He buscado el amor desde que era un niño, una niña. A veces lo he recibido y otras no. He experimentado en ocasiones el abandono, el rechazo, la injusticia , la humillación. Y todas estas experiencias me han provocado heridas que sangran en mi interior. Y por eso a veces busco el amor donde puedo o donde creo que puede estar. Pero Jesús me dice como a la samaritana que El puede darme agua viva que me regenere, que me sacie. Tú eres Espíritu Santo ese agua viva que calma mi sed. Tú eres ese fuego que transforma mis heridas de amor. Quiero experimentar tu amor, tu fuego. ¡Ven Espíritu Santo!
Sigue si quieres en este clima de recogimiento mientras escuchas esta canción:
¡Hasta mañana!
25 comentarios
"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6