20-La Preciosísima Sangre de Jesucristo fortifica nuestra esperanza

Oración de Santa María Magdalena de Pazzi y Acto de Contrición

Padre Eterno, cubre mis labios con la Preciosísima Sangre de tu amado Hijo, de manera que mis oraciones sean purificadas antes de ascender a tu divino altar.

Dios mío, me arrepiento de todo corazón de todos mis pecados y los aborrezco, porque al pecar, no sólo merezco las penas establecidas por ti justamente, sino principalmente porque te ofendí, a ti sumo Bien y digno de amor por encima de todas las cosas. Por eso propongo firmemente, con ayuda de tu gracia, no pecar más en adelante y huir de toda ocasión de pecado.

Amén

Reflexión sobre la obra redentora del Señor

Mientras vivimos en este destierro y en este valle de lágrimas, nuestra alma está como en medio de un mar borrascoso, dice San Bernardo; a cada instante corre riesgo de naufragar asaltada incesantemente de mil tentaciones, por las cuales el demonio pretende ganarla y precipitarla en el abismo de la desesperación; unas veces por el recuerdo de las faltas pasadas, otras por el terror del juicio, otras, en fin, por la debilidad y enfermedad que todos experimentamos, nuestro enemigo común trata de arrastrarnos a la prevaricación. Más ¿cuál será el medio más eficaz para no naufragar en medio de las olas y de todas estas tempestades? ¿Cómo la esperanza se mantendrá en nuestro corazón? ¿Cómo vivificarla diariamente? ¿Cómo fortificarla? ¡Ah! vosotros lo sabéis, almas piadosas; mirando a Jesús en quien descansan todas nuestras esperanzas, como dice San Pablo. Mirar frecuentemente, con profundos sentimientos de devoción, la Sangre Preciosísima de Jesús, ved ahí el medio más apreciable y el más eficaz. Ofrecer continuamente al Padre Eterno esa Sangre divina, participar con frecuencia de los Sacramentos, invocarla en las tentaciones, oponerla como un escudo inexpugnable a todos los asaltos infernales, y de este modo marchar con paso seguro por los caminos del Señor, con la viva confianza de que Quien nos ha dado su Sangre nos dará la fortaleza para no caer. Sigamos, nos dice el Apóstol, “la carrera que se nos ha propuesto, fijos los ojos en Jesús, autor y consumador de nuestra fe”. “Jesús según las palabras del mismo Apóstol, nos ha rescatado con su propia sangre, a fin de comparecer en nuestro lugar en la presencia de Dios.” En el Cielo esta hostia inmaculada, el más agradable de los sacrificios, no cesa de ser ofrecida al Padre Eterno. Contemplemos, pues, esas llagas y la Sangre de que están inundadas; y dilatado el corazón por esa Sangre vivificante, caminaremos con rapidez en los caminos del Señor.
El alma que considera sus defectos y sus continuas imperfecciones podría caer algunas veces en el desaliento, si sus miradas, no se volviesen hacia el Cordero inmaculado. Más no será así, si tal es el objeto de sus pensamientos y miradas. No pequéis, hijos míos, decía San Juan a sus discípulos; más si alguna vez caéis en pecado, no os desaniméis, no perdáis la confianza del corazón, porque tenemos cerca del Trono del Padre un poderoso abogado, constante en implorar para nosotros la misericordia y que hace hablar la voz de su Sangre inocente. Así, pues, si el alma, turbada por la consideración demasiado atenta y reflexiva de sus imperfecciones se sumerge en la Sangre Sagrada del divino Cordero que borra los pecados del mundo, sacará de Ella una maravillosa consolación, considerará que Jesús no cesa de pedir por nuestra curación y nuestra salud; pensará que Jesús siempre es oído y que esta Sangre omnipotente puede remediar todos nuestros defectos. Y entonces, con una profunda paz de corazón, pero con un grande horror de sus faltas, el alma soportará sus propias imperfecciones, se afirmará en la virtud de la humildad, y en virtud de esa Sangre triunfará de todas las tentaciones, como nos advierte la seráfica Santa Teresa de Jesús, y será sanada con este remedio benéfico que da vida y salvación.

Rosario a las Santas Llagas/Rosario de la Preciosísima Sangre (A elección)

(Se usa un rosario normal, se presentan en paralelo)

Al inicio:

Oh Jesús, divino redentor, sé misericordioso con nosotros y con el mundo entero. Amén

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Amén

¡Perdón! ¡Misericordia, Jesús mío!; durante los peligros presentes, cúbrenos con tu preciosa sangre. Amén

Padre Eterno, ten Piedad y Misericordia por la Sangre de Jesucristo, Tu Único Hijo. Ten Misericordia de nosotros, Te suplicamos.

Amén. Amén. Amén.

Cuentas grandes:

Bendita sea la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, que con ella nos redimió.

/

Padre Eterno, te ofrezco las Santas Llagas de Nuestro Señor Jesucristo, para sanar las llagas de nuestras almas.

Cuentas pequeñas:

Preciosísima Sangre de Cristo, lávanos. Preciosísima Sangre de Cristo, defiéndenos.

/

Jesús mío, perdón y misericordia, por los méritos de tus Santas Llagas.

Cadena:

Jesucristo, aplaca tu ira, tu justicia y tu rigor. Líbranos de esta epidemia, misericordia Señor.

/

María, madre llena de aflicción, las llagas de tu Hijo graba en mi corazón.

Al finalizar:

Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.

/

Padre Eterno, te ofrezco las Santas Llagas de Nuestro Señor Jesucristo, para sanar las llagas de nuestras almas (3 veces).

Gozos (Opcional)

Pues morís, Padre y Señor,

En una Cruz afrentosa,

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Esposo de sangre hermoso,

Que en vuestra Circuncisión,

Con ternura y compasión

La derramáis cariñoso:

Y aunque tierno y amoroso

Lloráis por el pecador:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Entre el huerto de las penas,

Entre angustias y agonías,

Dais amante por mil vías

La Sangre de vuestras venas:

Y pues con dulces cadenas

Rendís nuestro desamor:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Ríos de Sangre corrieron

De vuestro Cuerpo sagrado,

Cuando a golpes maltratado

Con tanto azote le hirieron:

Todo una llaga os hicieron,

Siendo el hombre el ofensor:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Vos de espinas coronado

Tanta Sangre derramáis,

Que casi, mi bien, cegáis,

Todo el rostro ensangrentado:

Y pues tierno y lastimado

Pagáis por vuestro deudor:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Al llegar desfallecido

Y sin aliento al Calvario,

Un aleve y temerario

Os arrebata el vestido:

Piel y Sangre, mal herido,

Nos dais en este rigor:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Clavos son nuestros delitos,

Que en una Cruz os fijaron,

Y pies y manos rasgaron

Con dolores exquisitos:

La sangre de Abel da gritos

En favor de su agresor:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Difunta vuestra hermosura,

Un ciego, el más atrevido,

El dulce pecho os ha herido,

Derramando con ternura

Raudales de gran dulzura

La Fuente del Salvador:

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.


Pues morís, Padre y Señor,

En una Cruz afrentosa,

Por vuestra Sangre preciosa,

Dadnos Jesús, vuestro amor.

 

℣. Nos redimiste, Señor, con tu Sangre.

℟. Y nos hiciste un reino para tu Padre y Dios nuestro.


ORACIÓN: Omnipotente y Eterno Dios, que por la Preciosa Sangre de tu Hijo quisiste aplacarte y redimirnos, concédenos te suplicamos, recordarte el precio de nuestra Redención, para que merezcamos alcanzar en esta vida el perdón, y la gloria en la eterna. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Coloquio

¡Ah! Jesús mío, que me amáis tanto, ¡qué fuerza, qué vida nueva saca de vuestro amor mi esperanza! Este amor llega hasta ofrecer por mí a cada momento vuestra Sangre omnipotente y eficaz delante del Trono de vuestro Eterno Padre, a fin de que no mire mis pecados, sino más bien los méritos de esa Sangre. ¡Ah! ¿Qué haría yo, miserable, en este valle de lágrimas, si Vos no opusieseis tan poderoso remedio a todos los males que me rodean? Conozco mi flaqueza, veo los peligros que me rodean, tengo horror a mis iniquidades pasadas; pero al cabo, a pesar de todo eso, me consuelo cuando vuelvo mi corazón y mi pensamiento hacia vuestra Sangre Sagrada; ella es mi remedio, mi fuerza y mi salud; con ella desafío a todos los enemigos de mi salvación, diré con David: que el infierno se desencadene contra mí; que el demonio se esfuerce en arrastrarme al abismo de la desesperación, nada temo, porque mi espíritu y mi corazón están unidos a vuestra Sangre Preciosa; esta Sangre Vos la habéis derramado por mí; esa Sangre Vos me la ofrecéis con tanto amor; esa Sangre tiene el poder de salvarme. Así, pues, mi esperanza no quedará burlada; y yo espero, sí, yo espero llegar un día a repetir en el Cielo con los Santos que se salvaron por los méritos de esa Sangre: “Vos, Señor, nos habéis redimido con vuestra Sangre.”

Ejemplo de la vida de un santo

El bienaventurado Santiago de Beragna fue sorprendido un día por una violenta tentación concerniente a su salvación eterna, y aunque hubo practicado muchas virtudes heroicas, estaba en extremo espantado del temor de condenarse. Un día, estando sumamente desolado y afligido, se puso delante de una imagen de Jesús crucificado, y advirtió que de su sagrado costado salían abundantes gotas de sangre, y al mismo tiempo escuchó la dulce voz de Jesús que le decía: sanguis iste sit in signum tuae salutis: «esta Sangre sea la señal de su salvación.» A esta vista y a estas palabras todo el terror se disipó, sintió en su corazón un indecible consuelo, y continuó caminando con más fervor que nunca por el sendero de la virtud que le condujo a una encumbrada perfección.

Jaculatoria

Padre Eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo en expiación por nuestros pecados y por las necesidades de la Santa Iglesia.

(Rezar la cantidad de veces que se quiera)

Letanías

Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo, ten piedad de nosotros.

Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo óyenos.

Cristo escúchanos.

Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.

Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.

Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.

Santa Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

Sangre de Cristo, hijo único del Padre Eterno, sálvanos

Sangre de Cristo, Verbo encarnado,

Sangre de Cristo, Nuevo y Antiguo Testamento,

Sangre de Cristo, derramada sobre la tierra durante su agonía,

Sangre de Cristo, vertida en la flagelación.

Sangre de Cristo, que emanó de la corona de espinas,

Sangre de Cristo, derramada sobre la Cruz,

Sangre de Cristo, precio de nuestra salvación,

Sangre de Cristo, sin la cual no puede haber remisión,

Sangre de Cristo, alimento eucarístico y purificación de las almas,

Sangre de Cristo, manantial de misericordia,

Sangre de Cristo, victoria sobre los demonios,

Sangre de Cristo, fuerza de los mártires,

Sangre de Cristo, virtud de los confesores,

Sangre de Cristo, fuente de virginidad,

Sangre de Cristo sostén de los que están en peligro.

Sangre de Cristo, alivio de los que sufren,

Sangre de Cristo, consolación en las penas,

Sangre de Cristo, espíritu de los penitentes,

Sangre de Cristo, auxilio de los moribundos,

Sangre de Cristo, paz y dulzura de los corazones,

Sangre de Cristo, prenda de la vida eterna,

Sangre de Cristo que libera a las almas del Purgatorio,

Sangre de Cristo, digna de todo honor y de toda gloria,


Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, escúchanos Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.


V.- Nos rescataste, Señor, por tu Sangre.

R.- E hiciste nuestro el reino de los cielos.


Oremos: Dios Eterno y Todopoderoso que constituiste a tu hijo único Redentor del mundo, y que quisiste ser apaciguado por su sangre, haz que venerando el precio de nuestra salvación y estando protegidos por él sobre la tierra contra los males de esta vida, recojamos la recompensa eterna en el Cielo.

Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén

Oración de la comunidad

Tres ofrecimientos de cierre

Padre Eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de Jesucristo, en satisfacción por mis pecados, en súplica por las santas almas del Purgatorio y por las necesidades de la Santa Iglesia, especialmente por el alma de... Inmaculado Corazón de María, ofrece al Padre Eterno la Preciosa Sangre de NSJC, por la conversión de los pecadores, especialmente... Padre Eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de NSJC en unión a todas las Santas Misas celebradas hoy en el mundo entero, por todas las benditas almas del purgatorio. Amén.

¡Gracias! 31 personas oraron

"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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