Marta Robin, una gran mística francesa

La Pasión de Cristo y los estigmas

 A lo largo de su vida, Marta Robin fue probada por una enfermedad extremadamente discapacitante, pero en medio de su prueba, se mantuvo cada vez más unida a Cristo, de manera que ofreció todos sus sufrimientos a Jesús por amor, y poco a poco Cristo se entregó a ella, haciéndola entrar en la intimidad de sus sufrimientos, especialmente de su Pasión.

A partir del año de 1930, Marta recibió los estigmas invisibles, que más tarde se hicieron visibles: cada viernes tuvo que revivir la Pasión de Jesús y luego sentía que cargaba todos los pecados del mundo al igual que Cristo.

De hecho, su padre espiritual permitió a ciertas personas ser testigos de esta pasión y el número de testimonios es tal que no se puede negar la veracidad de los hechos. Además, el padre Faure, el cura del pueblo, se encargó de anotar cuidadosamente las palabras de Marta durante sus "pasiones", de manera que quedara un testimonio de lo que estaba sucediendo en ella, para que fuera compartido posteriormente. Ella misma habló de esta experiencia de la siguiente manera: "Todos los cristianos deben participar en la Pasión de Cristo, para completar en sus cuerpos lo que falta a la Pasión total de Cristo. Yo solo soy una señal, un recordatorio para todos los cristianos".

La hostia, su único alimento

 La enfermedad de Marta (encefalitis) fue empeorando con los años, por lo cual la parálisis se fue extendiendo en todo su cuerpo progresivamente. De hecho, es precisamente esta parálisis de los músculos lo que le impedía tragar: Marta solo podía tragar la hostia, que se convirtió en su único alimento, lo cual era muy inusual e inexplicable. Del mismo modo, Marta permaneció viva durante más de cincuenta años sin recibir ningún otro alimento, lo cual también es bastante sorprendente. Ella misma dijo: “Yo no me alimento más que de eso. Se me humedece la boca, pero no puedo tragar. La hostia pasa a mí, yo no sé cómo. Ella me produce entonces un efecto que me es imposible describir. Esto no es una comida ordinaria, es una cosa diferente. Es una vida nueva que penetra en mis huesos. ¿Cómo decirlo? Me parece que Jesús está en todo mi cuerpo... como si yo resucitara…”

Martha Robin experimentó todo el poder del sacramento de la eucaristía. Ella vivió todas las promesas que Jesús hizo en el Evangelio a todos aquellos que comen su carne y beben su sangre: "Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida". Ella lo explicó de una manera muy simple y vivaz: "Tengo deseos de gritar a los que me preguntan si como, que yo como más que ellos, pues yo me alimento en la Eucaristía de la sangre y de la carne de Jesús. Tengo deseos de decirles que ellos impiden en sí los efectos de este alimento. Bloquean sus efectos".

Después de cada eucaristía, Marta pasaba por un éxtasis de varias horas en las que se sentía unida a Jesús por completo. 

El don del consejo

Marta recibió en su pequeña habitación en Châteauneuf de Galaure a unas 100.000 personas y son muchos los testimonios que relatan estos encuentros, los cuales coinciden en confirmar el don excepcional de escucha que Marta tenía. De hecho, se dice que esta sierva del señor tenía una memoria extraordinaria y un don para interpretar el alma de cada persona que conocía, por lo que podía dar una palabra inspirada a cada visitante.

Por otro lado, la oración de intercesión de Marta Robin es conocida por ser muy poderosa. Al igual que Jesús, tenía una gran compasión por la gente y experimentaba la oración desde dentro de sí, esto permitía que se derramaran muchas gracias sobre los que venían a verla. Por ejemplo, muchas parejas que habían llegado a confiarle su sufrimiento al no tener hijos, se iban con una respuesta mientras esperaban. Además, gracias a su intercesión, muchas otras situaciones difíciles o incluso desesperadas fueron resueltas.

Las luchas contra el diablo

Como les suele ocurrir a aquellos que pertenecen plenamente a Cristo, Marta fue perseguida toda su vida por los ataques del diablo. Sin embargo, siempre se mantuvo firme en la confianza de Jesús.

Del mismo modo que San Padre Pío, Santa Teresa de Ávila, San Juan Bosco y el Cura de Ars, Marta tuvo que enfrentarse al mal directamente. Los ataques del demonio, visibles e invisibles, llegaron incluso a alcanzar su cuerpo, no obstante, en esos momentos, Marta permaneció firme gracias a las armas espirituales que Jesús le entregó  y a la presencia de la Santísima Virgen. Algo que le ayudó mucho fue el ofrecimiento de todos sus tormentos para la salvación del mundo y la conversión de los pecadores.

En cuanto a la intervención de la Virgen María, esto es lo que dijo Marta Robin: “Cuando ella aparece, él no tiene poder sobre ella… ¡Yo la amo tanto! Ella es mi estrella y mi morada. Yo vivo en su luz, oculta en el asilo inexpugnable de su Corazón inmaculado.”

“Pero cuando aparece la Virgen no tiene sobre ella ningún poder. La Virgen es tan bella... no sólo en su rostro, sino en todo su cuerpo... No tiene poder sobre ella. Cuando la Virgen aparece, ¡si vierais qué voltereta...! ¡Os moriríais de risa!”

La unión de Marta con Cristo fue tal que el demonio no pudo hacer absolutamente nada contra ella, y todas sus palabras muestran que lo importante es la confianza en Jesús. 

-Las citaciones corresponden a extractos de Retrato de Marta Robin de Jean Guitton.