Cómo rezar correctamente el rosario: ¡tres consejos (sagrados y eficaces)!
¡Recitar correctamente el rosario es, ante todo, rezarlo con el corazón! San Luis María Grignion de Montfort y San Juan Pablo II te ofrecen a continuación tres consejos para vivir plenamente este tiempo de oración. (Si eres principiante en el rezo del rosario, también encontrarás otros consejos para practicar con regularidad esta hermosa oración mariana).
1. Tener una intención de oración, por San Luis María Grignion de Montfort
El autor de la obra “El Admirable Secreto del Santísimo Rosario” nos dejó dos consejos sobre el rezo del rosario. El primero de ellos es asociar esta oración con una intención.
“La primera es no formar intención alguna al rezar el Rosario, de manera que si les preguntáis por qué lo rezan, no sabrían responderos. Por eso debéis tener siempre presente al rezar el Rosario alguna gracia que pedir, alguna virtud que deseáis practicar o algún pecado del que queréis veros libres”. (San Luis María Grignion de Montfort)
Por tanto, esta intención puede ser personal, pero también puede estar simplemente asociada al fruto del misterio meditado. En este caso, puedes mencionar esta intención justo antes de comenzar la decena con estas palabras: “Te ofrecemos, Señor Jesús, esta decena en honor de (menciona el misterio) y te pedimos, por este misterio y por la intercesión de tu santísima madre, la gracia de (menciona el fruto del misterio)”.
2. Tómate tu tiempo, por San Luis María Grignion de Montfort
El segundo consejo que te da este gran santo, devoto de María, es que te tomes tu tiempo durante este rezo. Como ocurre con cualquier oración rezada, la tentación puede ser repetir las palabras sin estar plenamente presentes en la oración. Dado que un rosario completo requiere algo de tiempo (unos veinte minutos para un rosario), podrías caer en la tentación de rezarlo rápidamente cuando crees que se te está agotando el tiempo. Por eso, para evitar la trampa de la prisa que perjudica la meditación, San Luis María sugiere adoptar un ritmo a seguir en el rezo del rosario.
“Detén, querido cofrade del Rosario, tu natural precipitación al rezarlo. Haz algunas pausas en medio del Padrenuestro y del Avemaría” (como las señalo aquí marcadas con un asterisco):
Oración del Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo, *
santificado sea tu Nombre; *
venga a nosotros tu reino; *
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. *
Danos hoy nuestro pan de cada día; *
perdona nuestras ofensas *
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; *
no nos dejes caer en la tentación, *
y líbranos del mal. *
Oración del Ave María
Dios te salve, María, *
llena eres de gracia; *
el Señor es contigo. *
Bendita Tú eres *
entre todas las mujeres, *
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. *
Santa María, Madre de Dios, *
ruega por nosotros, pecadores, *
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén *
Recuerda que, si el tiempo apremia, es mejor rezar una decena con fervor que un rosario rezado con prisa.
“A causa de la mala costumbre que tienes de rezar precipitadamente, te costará al principio hacer estas pausas. Pero, una decena recitada pausadamente será más meritoria que mil rosarios rezados a la carrera, sin reflexionar ni hacer las pausas”. (San Luis María Grignion de Montfort)
3. Incorpora momentos de silencio, por San Juan Pablo II
En su carta apostólica “Rosarium Virginis Mariae”, el Papa Juan Pablo II nos da un consejo que complementa el de San Luis María: tómate tu tiempo en la oración, tanto en el rezo como entre las oraciones, incluyendo periodos de silencio.
Este silencio es una invitación a disponerse la escucha. En efecto, la oración es un lugar de intercambio y encuentro entre Dios y el orante. Es decir, el rezo del rosario es una oración meditativa, donde el silencio tiene su lugar.
“El silencio es esencial para la escucha y la meditación. Después de enunciar el misterio y proclamar la Palabra, es conveniente hacer una pausa significativa para enfocarse en el misterio meditado antes de comenzar la oración vocal. Redescubrir el valor del silencio es uno de los secretos de la práctica de la contemplación y la meditación. En una sociedad fuertemente influenciada por la tecnología y los medios de comunicación, el silencio es cada vez más difícil de alcanzar. Así como en la liturgia se recomiendan momentos de silencio, también en el rezo del Rosario, después de escuchar la Palabra de Dios, es adecuado hacer una breve pausa para que la mente se concentre en el contenido de un misterio particular”. (San Juan Pablo II)
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