Misterios de Gloria: La Asunción de Nuestra Señora a los Cielos
Oremos juntos el Santo Rosario
- Haga la “Señal de la Cruz” y rece el “Credo de los Apóstoles”.
- Rece el “Padrenuestro”.
- Rece tres “Avemarías”.
- Rece el “Gloria”.
- Anuncie el misterio, luego rece el “Padrenuestro”.
- Rece diez “Avemarías” mientras medita sobre el misterio.
- Rece un “Gloria”.
- Rece la “Salve”.
La Asunción de Nuestra Señora a los Cielos
María muere y es elevada al cielo en cuerpo y alma, es decir, en toda su integridad. El cuerpo, lo material, es asumido por Dios en la encarnación del Hijo. El ser humano y el universo entero son obra de Dios. En la liturgia se incorporan los elementos de agua, pan, vino, aceite, como materia de los sacramentos que dan vida.
El Papa Francisco nos invita a:
Los Sacramentos son un modo privilegiado de cómo la naturaleza es asumida por Dios y se convierte en mediación de la vida sobrenatural. La mano que bendice es instrumento del amor de Dios y reflejo de la cercanía de Jesucristo que vino a acompañarnos en el camino de la vida. El agua que se derrama sobre el cuerpo del niño que se bautiza es signo de vida nueva. No escapamos del mundo ni negamos la naturaleza cuando queremos encontrarnos con Dios. Para la experiencia cristiana, todas las criaturas del universo material encuentran su verdadero sentido en el Verbo encarnado, porque el Hijo de Dios ha incorporado en su persona parte del universo material, donde ha introducido un germen de transformación definitiva (235). En la Eucaristía ya está realizada la plenitud, y es el centro vital del universo, el foco desbordante de amor y de vida inagotable. Unido al Hijo encarnado, presente en la Eucaristía, todo el cosmos da gracias a Dios. En efecto, la Eucaristía es de por sí un acto de amor cósmico: «¡Sí, cósmico! Porque también cuando se celebra sobre el pequeño altar de una iglesia en el campo, la Eucaristía se celebra, en cierto sentido, sobre el altar del mundo». Por eso, la Eucaristía es también fuente de luz y de motivación para nuestras preocupaciones por el ambiente, y nos orienta a ser custodios de todo lo creado (236). El domingo es el día de la Resurrección, el «primer día» de la nueva creación, cuya primicia es la humanidad resucitada del Señor, garantía de la transfiguración final de toda la realidad creada. Además, ese día anuncia «el descanso eterno del hombre en Dios». De este modo, la espiritualidad cristiana incorpora el valor del descanso y de la fiesta (237).
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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6