Evangelio según San Lucas 9,57-62.

Mientras Jesús y sus discípulos iban caminando, alguien le dijo a Jesús: "¡Te seguiré adonde vayas!".
Jesús le respondió: "Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza".
Y dijo a otro: "Sígueme". El respondió: "Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre".
Pero Jesús le respondió: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios".
Otro le dijo: "Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos".
Jesús le respondió: "El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios".

Comentario del Evangelio

Santa Gertrudis de Helfta (1256-1301), monja benedictina
Ejercicios espirituales IV (SC 127. Œuvres spirituelles, Cerf, 1967), trad. sc©evangelizo.org

Tú, alegría desbordante de mi espíritu, tú, alabanza de mi corazón y mi boca, mi Jesús: te seguiré adonde vayas. Cuando hayas reivindicado para ti mi corazón y lo hayas poseído como propio, jamás en el mundo me serás quitado. (…)

“Así son los que buscan al Señor, los que buscan tu rostro Dios de Jacob” (Sal 23,6). (…) Dulce Jesús, hazme inscribir y contar entre la raza de los que te conocen, Dios de Israel. En la raza de quienes buscan tu rostro, Dios de Jacob. En la raza de los que te aman, Dios de los ejércitos. Por gracia, haz que teniendo manos inocentes y corazón puro, reciba bendición y misericordia de ti, oh Dios de mi salvación. (…)

Cordero de Dios, en la vía dónde camino, toma mi mano derecha, para que no desfallezca. Cordero de Dios, lo que comencé en tu Nombre, haz que fielmente lo cumpla gracias a tu ayuda. Cordero de Dios, que mis pecados no sean un obstáculo, sino que tu misericordia me haga progresar en todas estas demandas. ¡Oh Cristo escúchame! Y a la hora de mi muerte, alégrame en tu salvación.


    

Oración de la comunidad

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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