Evangelio según San Lucas 6,20-26.
Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: «¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!
¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!
¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!
Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!
¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!»
Comentario del Evangelio
Isaac de Stella (¿-c. 1171), monje cisterciense
Sermón 2 para Todos los Santos, 13-20
“Dichosos los que lloran, porque serán consolados.” (Mt 5,5) Con estas palabras quiere el Señor darnos a comprender que el camino del gozo son las lágrimas. Por la desolación se va a la consolación; perdiendo la vida se la gana, odiando la vida se la recobra (cf Mt 16,24ss) Si te quieres conocer a ti mismo y saber dominarte ¡entra en ti mismo y no busques fuera! ¡Entra en tu interior, pecador, entra donde estás, en tu corazón...! El hombre que entra en si mismo ¿no se descubrirá, desde lejos, como el padre descubre al hijo pródigo, en una región extraña, en un tierra desconocida, donde se sienta y llora por el recuerdo de su padre y de su patria? (cf Lc 15,17)...
“Adán ¿dónde estás?” (Gn 3,9) Tal vez todavía estás en la sombra para no verte a ti mismo. Coses unas hojas de higuera de vanidad para cubrir tu vergüenza, mirando lo que está a tu alrededor y lo que te pertenece... ¡Mira dentro, pecador, entra en tu alma! ¡Mira y llora por el alma sujeta a la vanidad, a la agitación y que no puede liberarse de su cautividad...Es evidente, hermanos, que vivimos fuera de nosotros mismos, somos olvidadizos de nosotros mismos cada vez que nos disipamos en risotadas o distracciones, cuando nos concedemos comodidades fútiles. Por esto, la Sabiduría tiene interés en invitarnos a la casa del arrepentimiento, más bien que a la casa de la diversión, es decir, llamar al hombre mismo desde dentro del mismo, diciendo: “Dichosos los que lloran” y en otro pasaje: “Ay de los que reís ahora”
Hermanos míos, gimamos en presencia del Señor cuya bondad nos perdona. Volvamos hacia nuestro interior, con ayunos, llantos, sobre nosotros mismos, (cf Jl 2,12) para que un día...sus consolaciones alegren nuestras almas. Dichosos, en efecto, los que lloran, no porque lloran, sino porque serán consolados. Las lágrimas son el camino, la consolación es la dicha.
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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6