Evangelio según San Mateo 16,24-28.

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará.
¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?
Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras.
Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver al Hijo del hombre, cuando venga en su Reino".

Comentario del Evangelio

Santa Gertrudis de Helfta (1256-1301), monja benedictina
El Heraldo, Libro III, (SC 143. Œuvres spirituelles, Cerf, 1968), trad. sc©evangelizo.org.

Durante la respuesta litúrgica (…) “He aquí que viene el Señor, nuestro Protector, el Santo de Israel”, Gertrudis comprendió lo que ocurre si alguien, en lo profundo de su corazón, se aplica a poner toda su voluntad a desear que toda conducta de su vida, en la alegría como en las adversidades, obedezca a la muy adorable voluntad de Dios. Por tal disposición, con la gracia de Dios, rendiría al Señor el mismo honor que rinde al Soberano el que pone sobre su cabeza la corona imperial. (…)

Vio al Señor avanzando en un camino, agradable por la belleza del follaje y de las flores, pero estrecho y áspero por los espesos arbustos de espinas. El Señor parecía avanzar detrás de una cruz que separando las espinas de cada lado, abría un cómodo pasaje. Se tornaba con rostro sereno hacia los que lo seguían, animándolos y diciendo: “El que quiera venir detrás de mi, que se renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga” (Mt 16,24).

Comprendió con esas palabras que cada uno tiene por cruz una prueba propia. Por ejemplo, la cruz de uno es de deber actuar contrariamente a sus deseos, bajo el aguijón de la obediencia. La cruz de otro es ver el peso de la enfermedad poner obstáculo a su libertad. Y así es para todos. Esta cruz cada uno debe llevarla aceptando, con toda su voluntad, sufrir por lo que lo contraría. Aplicándose lo mejor posible, sin descuidar nada, a lo que es para alabanza de Dios.


    

Oración de la comunidad

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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