Día 2: La Devoción del Padre Pío al Ángel de la Guarda
La Devoción del Padre Pío al Ángel de la Guarda
El Padre Pío tuvo la gracia de comunicarse toda su vida con su ángel de la guarda a quien llamaba «compañero de mi infancia».
El Padre Pío podía ver y hablar con los ángeles de la guarda de otras personas.
... tu buen Ángel Guardián me transmite algunas veces estas necesidades tuyas, y entonces yo, desde mi indignidad, siempre cumplo mi deber con Jesús, encomendándote a su bondad paternal". – Padre Pío de Pietrelcina, Cartas, Vol. II, no. 30
Pide a tu Ángel Guardián que te ilumine y te guíe. Dios te lo ha dado para eso. Entonces, ¡úsalo! Envíame a tu Ángel Guardián, pues no necesita pagar un boleto de tren y no va a desgastar sus zapatos. – Padre Pío de Pietrelcina
Meditación del segundo día
El ángel de la guarda es el compañero invisible que está junto a nosotros desde el nacimiento hasta la muerte. Siempre, siempre, siempre.
¡Qué consolador es saber que cerca de nosotros hay un espíritu que, desde la cuna hasta la tumba, no nos deja ni por un instante, ni siquiera cuando nos atrevemos a pecar! Y este espíritu celestial nos guía y protege como un amigo, un hermano. – Padre Pío de Pietrelcina
No te olvides de este compañero invisible, siempre presente y dispuesto a escucharnos y consolarnos. Tenlo siempre presente, acuérdate frecuentemente de su presencia, invocalo y agradéceselo.
Oración al Ángel de la Guarda
El Padre Pío invitaba a invocar frecuentemente a nuestro Ángel Guardián, con esta corta oración:
Ángel de Dios, mi querido guardián,
la bondad divina me ha encomendado a ti,
ilumíname, protéjeme, guíame ahora y siempre.
¡Amén!
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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6