Cristo, nuestra Luz

Yo soy la luz del mundo Jn 8, 12

"Nuestro Señor ha dicho: Yo soy la luz del mundo. Los judíos se desentendían de Jesús dicien­do que era de Galilea y que sólo las gentes de aquella región tenían que ver con él. Por eso Jesús les dijo: Yo soy luz para el mundo entero, para todos los hombres. Esta es la luz que hace lucir todas las luces de la tierra: luces materiales como el sol, la luna, las estre­llas, los sentidos corporales del hombre; y también la luz espiritual de la inteligencia del hombre razonable. Por la Luz todas las criaturas volverán al origen de la luz. Sin este refluir, las luces creadas son verdaderas ti­nieblas comparadas con la luz verdadera, luz por esen­cia, luz para el mundo entero. Por eso, Nuestro Señor nos dice: Renuncia a tu luz, pues es verdadera­mente tinieblas, y es contraria a mi luz. Yo soy la luz verdadera y quiero darte en propie­dad mi luz eterna, a cambio de tus tinieblas. Quiero que mi luz te pertenezca como a mí mismo y que tú tengas, como yo mismo, mi ser, mi vida, mi felicidad y mi go­zo." Juan Taulero.

Oración del día

Jesús, hoy brilla tu Luz con especial fuerza. Hoy celebrando la fiesta de tu Resurrección nos sentimos cegados por una Luz brillante, eterna y gloriosa que se lleva todas nuestras tinieblas. Somos como María Magdalena que nos hemos acercado a tu sepulcro con lagrimas en los ojos y ahora después de haberte visto resucitado nos hemos llenado de alegría. Jesús, levantamos nuestra mirada de las tinieblas de la enfermedad y de la muerte y nos sentimos bañados y reconfortados por tu Luz, sabiendo que podemos ser felices participando de tu Vida Resucitada. Aleluya. Aleluya. Aleluya.

Hoy es un día para celebrar, adorar y alabar a Dios que nos ha liberado de la esclavitud de la muerte. ¡Aleluya! Escucha esta canción tan simpática que le gustará mucho a los más pequeños de la casa:

¡JESÚS HA RESUCITADO!¡ALELUYA!¡ALELUYA!¡ALELUYA!    

Oración de la comunidad

Oración a Jesús

Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, tú que pasaste por nuestro mundo haciendo el bien y sanando a los enfermos, ¡ten compasión de nosotros! Acompáñanos en estos momentos de incertidumbre y no permitas que perdamos la confianza en tu poderosa intercesión sellada con tu Divina Sangre. A tu Nombre Divino acudimos en estos momentos de dolor, soledad, temor y angustia. Tu nos comprendes porque también has pasado por estos momentos. Jesús, Jesús, Jesús, tu Nombre nos salva y nos consuela. ¡Jesús, tú has vencido a la muerte con tu Resurrección y en esa esperanza vivimos! Amén.

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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