Cuaresma o Cuarentena?

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VAMOS, volvamos al Señor.
Porque él ha desgarrado,
y él nos curará;
él nos ha golpeado,
y él nos vendará.

En dos días nos volverá a la vida
y al tercero nos hará resurgir;
viviremos en su presencia
y comprenderemos.

Procuremos conocer al Señor.
Su manifestación es segura como la aurora.
Vendrá como la lluvia,
como la lluvia de primavera
que empapa la tierra».

¿Qué haré de ti, Efraín,
qué haré de ti, Judá?

Vuestro amor es como nube mañanera,
como el rocío que al alba desaparece.

Sobre una roca tallé mis mandamientos;
los castigué por medio de los profetas
con las palabras de mi boca.

Mi juicio se manifestará como la luz.
Quiero misericordia y no sacrificio,
conocimiento de Dios, más que holocaustos
.

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En estos días, cuando la humanidad se enfrenta a un temor que esta generación no conocía, a la extraña sensación de que oculto en el aire y de forma invisible la muerte nos acecha, y ante las alarmas gubernamentales encendidas que han decretado un tiempo de cuarentena en la mayoría de los países y principales ciudades del mundo, nos enfrentamos al interrogante: ¿Qué haremos durante este tiempo?

Es tan poco probable la coincidencia entre estos momentos y el tiempo litúrgico presente de la Cuaresma, aunque aún muchos no lo vean, Dios está constantemente interviniendo en su creación y si hay algo que la historia no podrá borrar, es que está pandemia, este aislamiento forzoso, se dio en tiempo de Cuaresma. 

Cuando todos los placeres, vicios, desenfrenos, estrés, obligaciones, competencias, diversiones y afanes del día a día quedan suspendidos por una simple orden presidencial, nos damos cuenta que toda nuestra vida allá afuera no es más que una ilusión temporal.

Nos encontramos de vuelta en el esquema de iglesia más primitivo: la iglesia doméstica, de la que todo lo demás ha nacido, aquella que durante los primeros siglos expandió el evangelio por todo el mundo conocido. 

Nos vemos a nosotros mismos nuevamente o quizá por primera vez, sentados a la mesa con nuestra esposa e hijos, con tanto tiempo disponible que no sabemos que hacer; ya no está la excusa del “debo trabajar” debo hacer esto o aquello, ya el “ahora no tengo tiempo” se ha esfumado.

Dios en su infinita sabiduría, la cuál nosotros no entenderemos jamás, ha permitido un tiempo como este, para hacernos retornar hacia las antiguas ruinas del cristianismo primitivo, de manera que volvamos a edificar, de que volvamos a cimentar. Este tiempo es grandioso para hacer aquello que olvidamos: Dios, la Familia, orar, meditar, creer.

En una sociedad que abiertamente se declara asesina de Dios, solo queda verle resucitar.

Eso es Cuaresma, un tiempo de reflexión dónde entendemos que Cristo murió por nosotros, que nosotros le crucificamos, que no le conocimos;

Pero que al tercer día resucitó demostrándonos no solo su amor, sino que debemos dejar a un lado todo temor, pues a la muerte que tanto nos asustaba El derrotó.

Tiempo de Cuaresma, tiempo de reflexión, tiempo de servir, tiempo de unirnos en torno a Dios, tiempo de estar pendientes de nuestros adultos mayores, tiempo de historias bíblicas para nuestros hijos, tiempo de orar juntos, tiempo de creer, de aumentar nuestra fe, de ejercitarla, de avivarla.

Aunque pueda sonar algo contradictorio, Dios nos ha bendecido con la oportunidad aunque forzosa de una Cuaresma así, cómo ninguna otra. Un tiempo de verdadero arrepentimiento, de conocer la fragilidad de una humanidad que se ha proclamado dios, pero que puede morir con un simple estornudo. La ciencia desarrollará la vacuna y cantará victoriosa, pero como en la selva aún hay depredadores al acecho; jamás el hombre estará preparado para lo que ha de venir, pues no conocerá nunca el futuro, pero solo teniendo a Dios ese futuro no nos asusta.

La invitación es a vivir no una Cuarentena, sino una verdadera y genuina Cuaresma, un volver a Dios, un conocerle; 

dejando atrás ese falso amor que una vez terminada la crisis desaparece, sino más bien cultivando en este tiempo uno que se mantenga firme aún en tiempos más difíciles que estos.

Volvamos al Señor y el nos curará, El nos vendará.

Bendito sea el Señor.


Oración de la comunidad

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo su único Hijo Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, todopoderoso. Desde allí va a venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia católica la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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