Fe y Paciencia

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El Adviento

Correctamente entendido es un tiempo de espera. Esperamos el momento para conmemorar, celebrar, festejar el nacimiento de nuestro Salvador Jesús; pero ¿Es realmente tan simple, tan básico este tiempo del calendario litúrgico?

Ciertamente no lo es. Si bien en aquellos tiempos José y María esperaban con ansias el nacimiento de su hijo, lo cual se encontraba enmarcado en un periodo natural de nueve meses, hoy nosotros nos encontramos a la espera de su segunda venida, de la cual no sabemos la fecha, pero que por fe sabemos que sucederá y que implicará la plenitud del plan redentor.

Por tanto la vida del cristiano de este tiempo, se convierte en un ejercicio permanente de espera. En otras palabras un diario ejercicio de  paciencia. 

Nuestra fe nos da la certeza y la convicción de que aquello que esperamos sucederá, sin embargo en nuestra humanidad nos desesperamos y no solo por la venida de Cristo, sino por todo lo demás también. Cada prueba, cada aflicción de nuestra vida tiene implícita una espera. Dios así lo ha dispuesto.

¿Por qué es tan importante para Dios que desarrollemos la paciencia a través de la espera continúa? Porque es el camino más seguro y efectivo a través del cual se desarrolla en nosotros todos los valores cristianos. Si estás dispuesto a esperar toda una vida por algo y vivir conforme a esa espera, entonces aquello que esperas y la manera como lo esperas gobiernan tu vida; esto es Cristo.

Nuestra fe es probada en la espera.

Y la paciencia consuma la obra, para que seáis perfectos y enteros, sin faltar en alguna cosa.

Por tanto queridos hermanos, que este Adviento lo vivamos más allá de la celebración del nacimiento de Nuestro Salvador, es decir, con la mirada fija en cada día perfeccionarnos a través de la paciencia.



Oración de la comunidad

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo su único Hijo Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, todopoderoso. Desde allí va a venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia católica la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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