3º NOVENA AUDAZ EN EL RIESGO
Tercer día:
COBIJADO EN EL PADRE FUNDADOR
Toda época necesita hombres para quienes el sentido de su vida sea representar a Dios ante los demás: por su esperanza que jamás desilusiona, su sencilla bondad, su paciencia silenciosa. Esas personas son un regalo de Dios y El lo hace a cada época.
(POR UNOS MOMENTOS MIREMOS LA IMAGEN DEL FUNDADOR DE SCHONSTATT EN SILENCIO...)
En este momento parece que para él sólo existiera este pequeña niño... Se inclina hacia el, lo mira, le habla y le tiende su mano abierta. El pequeño responde, levanta los ojos hacia arriba y lo mira, le sonríe y enseguida pondrá su pequeña mano en la mano abierta... quizá también las dos, con el objeto que aún sostienen. Siempre que alguien llegaba, el Padre Kentenich se dedicaba totalmente a esa persona. Muchos se quedaban sorprendidos por esa actitud. ¡El Fundador de una Obra tan grande no sólo se toma un momento para atenderme, con una mirada, un apretón de manos sino que me regala toda su concentración! ¡Le interesaba todo lo que le ocurría al otro... sí, hasta las pequeñeces! Después de encontrarse con él todos opinaban lo mismo: me comprende, con él me sentí bien. En su cercanía se solucionaban todos los problemas, a veces, sin llegar a hablar de ellos. Le preguntaron si sufría... —No, dijo. Sólo una cosa le resultaba dificil: no poder dedicarse a los suyos más detenidamente. Ahora lo puede. La nueva manera de ser en la visión beatífica de Dios le concede posibilidades que no existen en nuestra dimensión terrena. Te pido que me ayudes a encontrar un lugar en su corazón, y a contar con su ayuda intercesora para que también yo pueda regalar hogar a otros. Amén. ¡ Madre, bendíceme!
Su gran dolor: no poder estar para todos, siempre y exclusivamente, es ahora nuestra gran ventaja: él está, ahora sí, ¡siempre y exclusivamente! Quien desea comunicarse, no necesita hacer más que lo que hace esta pequeña niña. Reflexión: ¿Dialogo con el Padre y Fundador desde su regreso a la eternidad? ¿Le pido algo?
RECEMOS CON EL PADRE KENTENICH Querida Madre, el Padre Kentenich no predicó nada sin haberlo vivido; y vivió una apertura comprensiva frente a cada uno de los que encontró durante los largos años de su vida. Seguro en el Padre eterno, cobijado en su misericordia fue hogar desde donde irrumpió hacia muchos hombres el amor de Dios.
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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6