Hoy me gustaría reflexionar sobre la instrumentalidad de nuestra vida 

Todos somos conscientes, o al menos deberíamos serlo, de que el espíritu santo nos toma como instrumento para la obra de Dios. 

El ser instrumento, nos coloca en una posición de creernos incapaces de realizar la tarea que nos encomienda Dios, y si... La verdad somos incapaces, pero desde nuestra humanidad... Y es allí cuando llegamos al fondo del mismo fracaso, cuando nos ponemos libremente y totalmente en manos del espíritu cuando encontramos la forma, palabras y acompañamiento que necesitábamos para la tarea.

Si dependiera de nosotros, nuestra tarea elegida sería al ras del suelo, porque la condición humana nos lleva a lo cómodo, fácil o lo que creemos como máximo a dar, por ello, quien trabajan su ideal, se sorprenden cuando descubren que Dios le pide un ideal muy elevado... Porque sabe que podemos apuntar a las alturas...

El padre Kentenich, en sus charlas en el seminario le planteaba a los seminaristas el trabajar por "los ideales más altos", los invitaba a pensar y volar a lo alto de Dios, allá cerquita del cielo, siempre acompañados por María, nuestra Madre.

Ahora, que pasa cuando nuestra instrumentalidad se ve demorada, trabada o relegada a que otros acontecimientos ocurran antes, o simplemente a la espera paciente del momento? Cómo lidiamos con ello?

A veces, tenemos tan cerca a Dios, y tan próxima su voz, que no llegamos a oírlo ni verlo... Es como el dicho "el árbol no permite ver el bosque".

Todos deberíamos de apuntar a ver y reconocer a Dios, saber qué nuestra instrumentalidad no se define solo al ideal, sino que nos coloca en la posición de "has en mi tu voluntad", para que Dios realice con nosotros su más infimo deseo, y nosotros poder así cumplirlo con real gozo, como la esposa en el cantar de los cantares...

Nuestra disposición de instrumento, nos lleva a veces a querer elegir, solo recibir gozo de lo que nosotros consideramos como nuestra tarea, y no nos permite ver que el gozo está en cada acción y paso del camino.

Los invito a reflexionar, para poder ver a Dios obrar en nuestros trabajos, hogar y comunidad, a través de nuestra disposición, y que podamos atesorar cada instante en el gozo de sabernos uno con la Trinidad Santísima.

Bendecido viernes, que nuestra madre toque cada uno de sus corazones y el espíritu santo los molde como instrumentos aptos.