Diario Espiritual 1, Capítulo 30

El Verbo divino me mostró de que manera está en el seno de su Padre, del que salió para venir a dialogar con las criaturas.



    [255] El día del gran Papa san León, después de muchos consuelos que recibí en la comunión, mi divino esposo quiso conversar amorosamente conmigo sobre el misterio de su Encarnación, diciéndome que él era el Verbo en el entendimiento y seno de su Padre, así como su tabernáculo eterno; que él era el divino sol oriente de lo alto que procede de su Padre por vía de generación eterna, recibiendo su esencia de él sin dependencia alguna. Admiraba cómo el Padre le entrega todo lo que tiene sin detrimento de su plenitud. Más tarde aprendí de qué manera este mismo Verbo descendió a la Virgen, a semejanza de un navío, para bogar en y sobre este mar, colmándola de su divinidad, ya que una parte de su sustancia virginal fue unida al soporte divino sin detrimento de su virginidad. Ella fue convertida en madre admirable del Verbo Encarnado, el cual, como águila real, se había dejado caer sobre la Virgen para hacerla su presa y hacerse la nuestra, pues al tomar la pura sustancia de María Virgen, se hizo hombre el Verbo eternal, Dios de Dios, luz de luz, corona de virginidad unida hipostáticamente a nuestra naturaleza; él nos dio su cuerpo, su alma y su divinidad en la eucaristía. Quién puede fijarse en los rasgos de este divino colibrí al entrar y al salir en el seno y en el corazón de María, donde se esconde. Toma en ella un cuerpo que es verdaderamente suyo. En la eucaristía nos da su cuerpo, su alma y su divinidad. Quién puede captar los rasgos de este divino colibrí cuando entra y sale del seno al corazón de María, donde se esconde. Toma en él un cuerpo que es verdaderamente suyo. Dios es cabeza de Cristo, y Cristo es cabeza de la Iglesia, aunque muy en particular va a la cabeza de las vírgenes. El es su padre, su esposo y su hijo; el Verbo es cabeza de su humanidad, que es su cuerpo natural. No dejo de pedirle que encabece todos mis designios e intenciones. Conocí la senda por la cual comenzó a andar el joven (Pr_22_6), de qué manera nació Jesucristo de María en el tiempo sin dejar rastro de impureza, pero este camino purísimo sólo puede ser contemplado claramente por los [256] bienaventurados y por aquellos que poseen la pureza por medio de una gracia grandísima y un favor muy especial, los cuales son lavados en la sangre y el agua que brotan del costado y de las llagas de este Hijo amadísimo, así como de la leche de los pechos de su misericordiosa madre. Adheridos a sus llagas, prendidos de sus pechos, levantados hasta su costado, contemplan como otro san Juan la distinción del agua y de la sangre, vislumbrando por medio del Hijo al divino Padre que lo engendra en el esplendor de los santos.

    Los pequeños aguiluchos de este corazón contemplan fijamente, tanto como a él le place fortalecer sus ojos, por estar todavía en un cuerpo mortal, a este sol oriente naciendo eternamente de su Padre eterno; ven al Verbo en su principio, a esta luz de luz, a este Dios de Dios, por cuyo medio el Padre hizo los siglos, y sin el cual nada de cuanto existe ha sido hecho, salvo la maldita nada del mal que es el pecado, al que Dios odia tanto como se ama a sí mismo.

    Ellos contemplan la gloria del único Hijo de este divino Padre, que igual a la suya, y que no es sino una mismo gloria, así como es un solo Dios con el Espíritu Santo, simplísimo y único por excelencia, que quiso venir a nosotros, haciéndose hombre para habitar con los hombres y conversar con ellos. Es este Dios que despide la luz y ella marcha; y la llama y ella obedece, temblando de respeto. Las estrellas difundieron su luz en sus estaciones, y se llenaron de alegría: fueron llamadas, y respondieron: Aquí estamos; y resplandecieron, gozosas de servir al que las crió Este es nuestro Dios, y ningún otro ser reputado por tal en su presencia. Este fue el que dispuso todos los caminos de la doctrina, y el que la dio a su siervo Jacob, y a Israel su amado. Después de tales cosas, él se ha dejado ver sobre la tierra, y ha conversado con los hombres (Ba_3_33s).


Oración de la comunidad

Pidiendo por la pronta beatificación...

Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te alabamos por todos los dones con los que has enriquecido a tu sierva Jeanne de Matel. Te suplicamos, por los méritos del Verbo Encarnado y los dolores de su Santísima Madre, elevarla al honor de los altares, para mayor gloria y salvación de la humanidad. Por su intercesión, te rogamos, Jesús, nos concedas la gracia de amarte cada vez más (gracia que se quiera alcanzar) y llegar un día a tu Reino de Amor. Amén V/ Venerable Jeanne de Matel, Apóstol de la Encarnación... R/ Intercede por nosotros. comunicar favores y gracias a [email protected]

¡Gracias! 39 personas oraron

"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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