Nuestra unión con Ella es lo único que hará a nuestra devoción lo que debe ser

Miércoles 26 de junio de 2019


Si queremos llevarla con nosotros, como San Juan, el discípulo amado (Jn. 19, 27), ha de ser toda entera. Si queremos quedarnos sólo con un aspecto de su ser, es fácil que se nos escape totalmente. Luego nuestra devoción a María tiene que mirar todas las caras de su personalidad y misión, y tratar de reproducirlas; y no debe preocuparnos especialmente lo que no es lo más importante. Por ejemplo, es muy hermoso y útil mirarla como nuestro dulcísimo modelo, cuyas virtudes hemos de copiar; pero esto, y nada más, seria una devoción parcial, y hasta mezquina. Tampoco basta rezarle, por muchas oraciones que pronunciemos, ni conocer y agradecer gozosamente los innumerables y maravillosos modos con que las Tres Divinas Personas la han adornado, edificando sobre Ella su Proyecto, y haciéndola fiel reflejo de sus propios atributos divinos. Tenemos que tributar a María todos estos homenajes, porque los merece; pero todo eso no es sino una parte del todo. Nuestra unión con Ella es lo único que hará a nuestra devoción lo que debe ser. Y esta unión significa necesariamente comunión de vida con Ella. Y la vida de Ella no consiste principalmente en ser objeto de nuestra admiración, sino en comunicamos la gracia.

Oración de la comunidad

Catena Legionis

Antífona: ¿Quién es Esta que va subiendo cual aurora naciente, bella como la luna, brillante como el sol, terrible como un ejército formado en batalla? Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí; su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo; dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos, y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes, y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. Antífona: ¿Quién Esta que va subiendo cual aurora naciente, bella como la luna, brillante como el sol, terrible como un ejército formado en batalla? V. Oh María, sin pecado concebida, R. Ruega por nosotros que recurrimos a Ti. Oremos Oh Señor Jesucristo, medianero nuestro delante del Padre, que constituiste a la santísima Virgen, tu Madre, madre nuestra y medianera ante de Ti, haz que cuantos a Ti acudieren para pedirte beneficios se gocen de haberlo conseguido todo por Ella. Amén.

¡Gracias! 27 personas oraron

"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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