LECTIO DIVINA 5º Domingo de Cuaresma C

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CANTO DE ENTRADA

 

TE PEDIMOS PERDON, SEÑOR   

Te pedimos perdón, Señor.
Por el bien que no hemos hecho,
 
Por lo que hemos hecho mal,

Señor, piedad.


 Perdón por haber vivido      Perdón por que he permitido
     Sin fijarme en los demás          No acusarme y acusar,              

    Perdón por no haber querido    Perdón por no haber vivido       

    En mi hermano confiar              En pobreza y humildad  .


 Perdón por haber herido
Sentimientos de igualdad,
Perdón por no haber seguido
  Los deseos de bondad.

 
ORACIÓN PREPARATORIA

 
            Señor Jesús, crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

Lectura del santo Evangelio según San Juan 8, 1-11

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los letrados y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:
–Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras: tú, ¿qué dices ?.
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
–El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos, hasta el último.
Y quedó solo Jesús, y la mujer en medio, de pie.
Jesús se incorporó y le preguntó:
–Mujer, ¿dónde están tus acusadores?, ¿ninguno te ha condenado?
Ella contestó:
–Ninguno, Señor.
 Jesús dijo:

–Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.


PALABRA DEL SEÑOR

REFLEXIÓN

  Vemos a una mujer indefensa, enfrentada sola a la ignominia de la mentira y de la falsedad. ¿Dónde estaba su compañero de pecado? ¿Solamente los débiles -en este caso la mujer- son los culpables? Para Dios, y así lo entiende Jesús, no es cuestión de buscar culpables, sino de rehacer la vida, de encontrar salida hacia la liberación y la gracia. Los poderosos de este mundo, en vez de curar y salvar, se ocupan de condenar y castigar. Pero el Dios de Jesús, siente un verdadero gozo cuando puede ejercer su misericordia. Porque la justicia de Dios, muy distinta de la ley, se realiza en la misericordia y en el amor consumado. Es ahí donde Dios se siente justo con sus hijos. ¿Qué significa “el que esté libre de pecado tire la primera piedra”? ¿Por qué reacciona Jesús así? No podemos imaginar que los que llevan a la mujer son todos malos o incluso adúlteros. ¡No es eso! Pero sí pecadores de una u otra forma. Entonces, si todos somos pecadores, ¿por qué no somos más humanos al juzgar a los demás? No es una cuestión de que hay pecados y pecados. 

Esto es verdad. Pero por muy simple que sea nuestro pecado todos queremos perdón y misericordia. Los grandes pecados también piden misericordia, y desde luego, ningún pecado ante Dios exige la muerte. Dios no quiere la muerte del pecador.

a) ¿Cuál  es el punto de este texto que más te ha gustado o que te ha llamado más la atención?
 b) Trata de ponerte en el lugar de la mujer: ¿Cuáles eran sus sentimientos en aquel momento?

Oración final

Señor Jesús, te damos gracias por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Oración de la comunidad

SER CORAZÓN DE LA IGLESIA

ORACIÓN DE LA COMUNIDAD La vocación de una religiosa de clausura es el AMOR y su oficio la oración. Para orar hay que poner la cabeza y el corazón en el Señor. ¿Cómo hacerlo? Como nos enseña nuestra Madre Teresa de Jesús, como lo hizo nuestra hermana la Beata Inés con pocas palabras, con pocos pensamientos. Solamente hay que mirar la grandeza del Amor de Dios y descansar sabiendo que solo Él es grande. Considerémonos humildes, que somos poca cosa, que estamos huecos pero que nuestro vacío es un recipiente que Dios puede llenar. Ésta ha sido nuestra elección; vivir en esta casa para que Dios colme nuestro ser de su Amor. Que el Señor no permita que apartemos nuestros ojos de su grandeza y que nuestro ejemplo aliente a todos a llenarse de su Amor.

¡Gracias! 25 personas oraron

3 comentarios

"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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