Padre Nuestro Misionero
PADRE NUESTRO MISIONERO
Padre nuestro que estás en el cielo… Creemos ¡oh Dios! que eres nuestro Padre porque nos lo ha revelado Jesús. Pero hay una multitud de hombres que todavía ignoran el amor de tu corazón paternal y no saben rezarte la oración que tu mismo Hijo nos enseñó.
Santificado sea tu nombre… en tu nombre está encerrado el mensaje de tu amor y la historia de nuestra salvación. Anunciando a los pueblos tu paternidad, la Iglesia misionera te hace conocer a Ti y a tu enviado Jesucristo.
Venga a nosotros tu Reino… porque solo en tu Reino, llegamos a ser hijos tuyos y hermanos entre nosotros. Tu Reino de paz, de fe y caridad implantan los misioneros en el corazón de la humanidad.
Hágase tu voluntad… Conocerte a Ti, reconocerte en Cristo y amarte en el Espíritu Santo es tu voluntad. Sálvanos, Padre, para que podamos salvar a nuestros hermanos y se cumpla así el deseo de tu hijo: !Que hay un sólo rebaño y un sólo pastor”.
Así en la tierra como en el cielo… El reino de Dios lo ha iniciado Jesús en la tierra y se consumará cuando regrese glorioso; mientras tanto la Iglesia hace presente el Reino de los cielos en la tierra. Señor, que los misioneros con su fe, esperanza y caridad sean testigos creíbles de tu reino.
Danos hoy nuestro pan de cada día. “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” y este pan de tu palabra el mundo lo reclama. Envía predicadores de tu Evangelio para saciar a la multitud hambrienta y sedienta de justicia y amor.
Perdona nuestras ofensas… porque hemos pensado poco en nuestro deber de llevar a los que no te conocen la fe que recibimos gratuitamente. Perdónanos, Señor, porque no comprendemos todavía, la grandeza de la misericordia hacia los mas necesitados.
Como también nosotros perdonamos… la misión implica llevar a todos los hombres y pueblos la reconciliación que nos ha regalado Jesús con Dios y entre nosotros. Ayuda a los misioneros ser incansables operarios de la paz y de la reconciliación.
No nos dejes caer en la tentación… de escandalizarnos, ni de desconfiar de tu providencia amorosa ante aquellos que no creen, después de dos mil años de la muerte en la cruz de tu hijo por nosotros.
Líbranos del mal… de ser insensibles a las necesidades de los que aún no te conocen. De este mal de la indiferencia, líbranos, Señor.
Amén.
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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6