13 febrero - Tercer día : ¡Acudamos!

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13 febrero - Tercer día : ¡Acudamos!

 

Oración para todos los días

¡Oh María Inmaculada, Santísima Virgen de Lourdes! deseo hacer esta novena con la mayor devoción de mi alma, y responder al llamado que en persona de la humilde Bernardita, has hecho a todos tus hijos.

Me postro a tus pies para escuchar con atención tu dulce voz, presentarte mis necesidades y solicitar tus amorosos cuidados. No me ignores, Madre mía, a pesar de mi indignidad; observa únicamente el arrepentimiento que tengo por haber afligido tu maternal corazón.

Renueva en mi corazón la pasión hacia tu adorado Hijo, acude en mi ayuda durante esta santa novena, en la cual me propongo purificar mi alma y conseguir por tu intercesión el favor especial que solicito de la Divina Majestad.

Mucho mas quiero dar gracias a Dios, por todos los beneficios recibidos.

¡Amén!

 

 

Oración para el tercer día

Grande y sublime es el interés y solicitud de María para con los hombres. «No sólo no me opongo a que vengan contigo tus compañeras, sino que deseo venga mucha gente...» le dijo a Bernardita.

La criatura mas excelsa, la Reina de los Cielos, la Madre de Dios, llama a los hombres, les invita y desea que se le acerquen y le presenten sus necesidades con la más viva confianza, porque poderosa es ante su Santísimo Hijo, para obtener el remedio de todas nuestras dificultades.

Hijos de los hombres ¿se negaran a acudir al llamamiento de tan amorosa madre? Si su inteligencia está ofuscada por las tinieblas del error, si su voluntad está aficionada a objetos pecaminosos, si su corazón es juguete de viles y abominables pasiones, si se hallan en grandes necesidades y aflicciones o gimen bajo el peso de molestas e importunas tentaciones, ¿por qué no acuden a María que los llama con aquellas dulcísimas palabras de su Divino Hijo: «Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.»

Aunque la Virgen Santísima llama a todos los hombres, y a todos los ama, Ella ha manifestado especial predilección por los congregantes que la honran conformando su vida con las reglas de las Asociaciones o Cofradías a que pertenecen;. y ciertamente pueden prometerse de Ella especiales favores y protección más particular. Afiliados a sus banderas, mostrémonos en todo tiempo verdaderos siervos suyos, no nos avergoncemos jamás de mostrarnos devotos de esta Señora ni de ostentar visiblemente en las ocasiones oportunas el distintivo de tales, pues en verdad no nos rebaja ni nos envilece, al contrario nos ensalza y dignifica. Ella lo ha dicho: «Yo amo a los que me aman. Los que me esclarecen, obtendrán la vida eterna.»

Cuando invocamos su ayuda y su pritección en tantos momentos de la vida en la que la necesitamos, tenemos que recordar que María no se hace esperar. Ella está siempre dispuesta para servir [...] Es la Virgen de la rapidez: rápida y siempre dispuesta a prestarnos su ayuda. – Papa Francisco, Mayo 30, 2014, Vaticano

¡Amén!

 

 

Parte Histórica - Tercera parte

Cuatro días después, el 18 de Febrero a las seis de la mañana, después de oír la Santa Misa Bernardita se dirigía a la Gruta con una señora de la región y una joven de la Congregación de María.

Llegó primera la niña, e inmediatamente se arrodilla, empieza a rezar el Rosario, y al poco tiempo ve una luz clarísima que iluminaba el hueco de la peña, y en ese mismo momento percibe la celestial Visión. Oye una voz que la llama, y ve que la aparición con su mano le hace señas para que se aproxime. "Ahí está", dice a sus compañeras, (que ya lo habían imaginado, al ver su rostro transfigurado por el éxtasis) "y me hace señas para que me acerque". "Pregúntale si le molesta que estemos aquí contigo..."

Bernardita mira a la Virgen y después de un momentito ella le contestó: «Pueden quedarse...» Las dos jovenes que acompañaban a Bernardita, se arrodillaron y encendieron un cirio bendito, que habían llevado consigo.

Adelantándose a instancia de sus compañeras, recibió de ellas un papel, tinta y una pluma y presentó estos objetos a la celestial Aparición, diciéndole: "Señora mía, si tenéis algo que comunicarme, quisiera que tuvieseis la bondad de escribir en este papel quién sois y qué deseáis."

La Virgen se sonrió al oír tan sencilla petición y entreabriendo sus labios dijo: «Lo que tengo que decir no es necesario escribirlo. Hazme únicamente el favor de venir aquí durante quince días.» "Te lo prometo", respondió Bernardita.

«Y yo, a mi vez te prometo hacerte dichosa,» repitió la Virgen, «¡no en este mundo, sino en el otro¡»

Bernardita, sin quitar su extasiada mirada de la Virgen, se volvió hacia sus compañeras, pero notó que la Virgen detuvo largo rato su mirada fija en la joven que pertenecía a la Congregación de María, y les dijo: "La Señora te mira en este momento."

Antonia, se llamaba la joven, oyó con sumo gozo y como enajenada estas palabras y vivió siempre con este recuerdo. "Pregúntale si le molestará que vengamos a acompañarte."

«Pueden venir contigo», respondió la Santísima Virgen, «no sólo ellas sino otras personas; deseo ver aquí mucha gente.»

«Vendrás quince días...»

Con estas palabras la Santísima Virgen nos da a entender dos grandes lecciones:

- Que el cristiano debe ser perseverante en la oración, y que María se complace de un modo especial en recibir estas plegarias en los santuarios que ella misma ha escogido para sí.

El Señor ha dicho: «Es necesario orar siempre sin desfallecer jamás.»

En la continua oración el alma se comunica más intimamente con Dios y recibe sus inspiraciones y caricias. Y cuando la plegaria sale de un corazón puro y humilde, en un lugar escogido por la Madre de Dios, María la oye y la despacha con bondad.

Acudamos asiduos y obedientes al templo desde donde nos llama nuestra Madre y donde nuestras oraciones jamás serán desoídas.

 

 

Meditación del Tercer Día 

¡Nuestra Señora de Lourdes! nos atrevemos a pedirte para nosotros mismos lo que tu has prometido a Bernardita.

Asegúranos la felicidad, no en esta tierra fugitiva y temporal, sino en el mundo definitivo y eterno, en medio de los Angeles y Santos, donde ¡oh Reina de los Bienaventurados! estás sentada sobre un trono de gloria.

Danos una virtud sólida, haz descender a nuestros corazones la inmortal esperanza que alegra todas las tristezas de nuestra vida, dulcifica todas las amarguras de nuestro destierro y que nos hará gozar aquí abajo de la dulce paz del cristiano, felicidad anticipada de la bienaventuranza eterna.

« ¡Nuestra Señora de Lourdes, rogad por nosotros! »

 

 

Oración a Santa Bernardita

¡Bernardita de Lourdes! joven humilde y sencilla,
fuiste elegida por predilección divina  
para contemplar a la Madre de Dios, 
recibir su mensaje de conversión 
y entregarlo a los hombres de nuestro tiempo. 

Hoy venimos también nosotros, 
tus hijos, tus hermanos,
a saludarte y felicitarte,
dispuestos a imitar tu fe y entrega al Señor. 

Tú, que acudiste presurosa al encuentro de la Virgen,
préstanos tus pies ágiles para llegar hasta Jesús,
recorriendo el mismo camino que te enseñó María. 

Tú, que con tu Rosario alabaste a la Virgen Santa, 
préstanos tus labios candorosos,
para dialogar con Cristo, contarle nuestros problemas,
y compartir las esperanzas de nuestros hermanos. 

Tú, que en un cielo anticipado, 
contemplaste extasiada a María Inmaculada,
préstanos tus ojos límpidos para admirarla en su grandeza
y ser como Ella humildes servidores del Señor. 

Tú, que recibiste una promesa de felicidad, 
no en este mundo, sino en el otro,
danos tu corazón sencillo y generoso
para cumplir siempre con nuestro deber. 

Así, amando cada día más al Señor, 
y reconociéndolo presente en nuestros hermanos,
merezcamos contemplar contigo en el cielo
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

¡Amén!

 

 

Gozos a la Virgen de Lourdes

I

Virgen Santa Inmaculada, de la Gruta misteriosa,

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

II

Allá en las verdes riberas donde sus aguas de plata
El manso Gave desata dando vida, inspiración.
A la sombra de sus bosques la humilde Lourdes reposa.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

III

De verduras tapizadas se levantan sus montañas
De cuyas ricas entrañas, con admirable primor,
Se desprende una ancha Gruta que se cubre de silvestre roca.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

IV

Hacia las faldas del monte subió un día Bernardita,
La aldeana de Dios bendita por sus gracias y candor,
A formar haces de leña que proveyeran a su choza con fuego y calor.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

V

Súbitamente a la Gruta un rayo de luz la ilumina,
Y en una aureola divina más espléndida que el sol,
La reina del Cielo y la Tierra su santo pie en la roca posa.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

VI

“No temas, hija querida, levanta a mí tu mirada,
Soy María Inmaculada, soy la Madre de tu Dios
Por teatro elijo este sitio de mi portentosa mano.”

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

VII

Dijo la Virgen, y envuelta por los pliegues de una nube
Al Cielo de nuevo subió que a su paso se entreabrió:
La aldeana vuelve a la vida, y su alma de placer rebosa.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

VIII

Al pie de esta misma Gruta, diez y ocho veces la aldeana
De la Virgen soberana la vista recibió,
Desafiando al malvado, otras tantas veces victoriosa salió.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

 

IX

Sellar quiso, sus bondades la Señora, eternamente,
Con una límpida fuente, que entre las rocas brotó
Al contacto repentino de la candorosa niña.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

X

En esas aguas del cielo el hombre encuentra la vida,
Huye la muerte aterrada, calma el triste su dolor,
Y en los triunfos de María la Iglesia Santa se goza.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

XI

El lejano peregrino va a postrarse ante esa roca,
Donde el mundo entero invoca, Tu Divina Concepción.
¡Bendita seas, María!
Que de Dios eres Madre, Hija y Esposa.

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

 

XII

Virgen Santa Inmaculada de la Gruta Misteriosa,

Acoge, Madre piadosa de tus hijos la oración. 

¡Amén!

 

 

Oracion Final

Inmaculada Señora y Madre mía, por el grande amor que mostraste a los hombres, dignándote aparecer en una tosca gruta e instruir a la joven y dichosa Bernardita, tes ruego me hagas merecedor(a) de alegrar mi corazón con tus influencias soberanas.

Y así, Señora, como hiciste brotar en la gruta de Lourdes aquel manantial riquísimo de cristalinas y saludables aguas, para remedio del cuerpo, derrama sobre mi pobre alma las dulces y fértiles aguas de la gracia, que apaguen mi sed por las cosas de la tierra, y limpien mi espíritu para que sea digno(a) de los goces purísimos del cielo.

¡Amén!

 

 

 

Acción concreta:

Oremos por los hombres y mujeres que se dedican a los asuntos públicos; que la ética y la ejemplaridad esten en el corazón de su compromiso político que debe ser vivido como un servicio a sus conciudadanos y por todos aquellos que estan comprometidos con la ayuda humanitaria internacional para que puedan recibir todos los recursos necesarios para continuar su labor ayudando a los más vulnerables.


 

 

Oración de la comunidad

Oración a Nuestra Señora de Lourdes

¡Oh amabilísima Virgen de Lourdes, Madre de Dios y Madre nuestra! Llenos de aflicción y con lágrimas fluyendo de los ojos, acudimos en las horas amargas de la enfermedad a tu maternal corazón, para pedirte que derrames a manos llenas el tesoro de tu misericordia sobre nosotros. Por nuestros pecados, indignos somos para ser escuchados: pero acuérdate que jamás se ha oído decir que nadie que haya acudido a Ti haya sido abandonado. ¡Madre tierna! ¡Madre bondadosa! ¡Madre dulcísima! Ya que Dios obra por tu mano curaciones innumerables en la Gruta prodigiosa de Lourdes, sanando tantas víctimas del dolor, guarda también una mirada de bendición para (dígase el nombre del enfermo/a), que se haya tristemente enfermo. Concédele por intercesión de tu Divino Hijo Jesucristo la deseada salud, si ha de ser para mayor gloria de Dios. Pero mucho más, concédenos a todos el perdón de nuestros pecados, paciencia y resignación en los sufrimientos y sobre todo un amor grande y eterno a nuestro Dios, prisionero por nosotros en los Sagrarios. ¡Amén!

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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