Primer día (Dic. 4) - Primeras Apariciones a Juan Diego en el Tepeyac.

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Primeras Apariciones a Juan Diego en el Tepeyac.

Acto de Contrición

Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío, por ser vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido. Propongo enmendarme y confesarme a tiempo, ofrezco cuanto se requiere para reparar mis pecados, y confío por vuestra bondad y misericordia infinita que me perdonaréis y me daréis gracia para nunca más pecar. Así lo espero por intercesión de mi Madre, Nuestra Señora la Virgen de Guadalupe.

 ¡Amén!

 

4 Salves en memoria de las 4 apariciones de la Virgen Morena, la Guadalupana

 

Oración para todos los días

Santa María de Guadalupe, Mística Rosa, intercede por la Iglesia, protege al Soberano Pontífice, oye a todos los que te invocan en sus necesidades. Así como apareciste en el Tepeyac y nos dijiste: "Soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios", alcánzanos de tu Divino Hijo la conservación de la Fe. Tú eres nuestra dulce esperanza en las amarguras de esta vida. Danos un amor ardiente y la gracia de la perseverancia final. ¡Amén!

 

Primer día

¡Oh Santísima Señora de Guadalupe! Esa corona que ciñe tus sagradas sienes nos reitera que tú eres Reina del Universo. Lo eres, Señora, pues como Hija, Madre y Esposa del Altísimo tienes absoluto poder y justísimo derecho sobre todas las criaturas.

Siendo así, yo también soy tuyo(a); también pertenezco a Ti por mil títulos; pero no me contento con ser tuyo(a) por la alta jurisdicción que tienes sobre todos; quiero ser tuyo(a) por otro título más, esto es, por elección de mi voluntad.

Veme aquí pues, postrado(a) delante de tu trono, te elijo por mi Reina y mi Señora, y por éste motivo quiero someterme al señorío y dominio que tienes sobre mí; quiero depender de Ti, y quiero que los designios que la Providencia Divina tiene para mí, pasen por tus manos.

Dispón de mí como mejor te agrade; que todos los sucesos, logros, fracasos y demás pruebas de mi vida quiero que corran por tu cuenta. Confío en tu benignidad, que todo se enderezarán para el bien de mi alma, y por Honor y Gloria de Nuestro Señor que tanto se complace en que todo el mundo te reconozca por su Reina. ¡Amén!

Madre generosa, te presento suplicante mi petición de ayuda.

Encomendar nuestros proyectos, nuestros temores y nuestras esperanzas a la Virgen Morena, Nuestra Señora de Guadalupe.

 

Padre Nuestro

Ave María

Gloria

 


1ra Aparición - Amanecer del sábado, dic. 9 de 1531

En la madrugada del sábado, Juan Diego iba camino a la capital, para hacer algunos encargos. Al pasar por el cerro del Tepeyac, escucho el canto de muchos pájaros preciosos. Cuando sus voces callaban, daba la sensación que el monte les respondía. Juan Diego se detuvo a pensar y a decirse a sí mismo: 

–“¿Por ventura soy digno de lo que oigo? ¿Quizás sueño? ¿Dónde estoy? ¿Acaso en el paraíso terrenal? ¿Acaso ya en el cielo?” 

De pronto se hizo silencio y oyó una dulce voz que de lo alto le llamaba: «Juanito, Juan Dieguito»

Imagen dentro de la publicaciónJuan Diego no sintió temor alguno y se dirigió hacia la cima, que era de dónde lo llamaban. Allí vió a una señora que estaba de pie y que le decía que se acercara. Delante de Ella, se maravillo ante tanta grandeza: 

•• «Juanito, el más pequeño de mis hijos, ¿adónde vas?»

–“Señora y Niña mía, tengo que llegar a tu casa de México Tlatilolco, a seguir las cosas divinas, que nos dan y enseñan nuestros sacerdotes, delegados de Nuestro Señor”.

•• «Sabe y ten por cierto, tú, el más pequeño de mis hijos, que yo soy la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive; el Creador de todas las cosas; Señor del cielo y de la tierraDeseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues yo soy vuestra piadosa madre; a ti, a todos vosotros juntos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en mí confíen; oír allí sus lamentos, y remediar todas sus miserias, penas y dolores.

Y para realizar lo que mi clemencia pretende, ve al palacio del obispo de México y le dirás cómo yo te envío a manifestarle lo que mucho deseo, que aquí en el llano me edifique un templo: le contarás puntualmente cuanto has visto y admirado, y lo que has oído.

Ten por seguro que lo agradeceré bien y lo pagaré, porque te haré feliz y merecerás mucho que yo recompense el trabajo y fatiga con que vas a procurar lo que te encomiendo. Mira que ya has oído mi mandato, hijo mío el más pequeño; anda y pon todo tu esfuerzo».

–“Señora mía, ya voy a cumplir tu mandato; por ahora me despido de ti, yo tu humilde siervo”.

Inmediatamente, Juan Diego se fue a casa del obispo Fray Juan de Zumárraga, para pasarle elmensaje celestial. El prelado pareció no darle mayor importancia y le pidió que regresara en otro momento. Juan Diego salió triste de la entrevista y se fue directo a la cima del Tepeyac, donde la Señora del cielo le aguardaba.

 

2da Aparición - Tarde del sábado, dic. 9 de 1531

Al regresarse a eso del mediodía, se dirigió a la cima del cerro, a donde vió a la señora por primera vez y le dijo:

–“Señora, la más pequeña de mis hijas, Niña mía, fui donde me enviaste a cumplir tu mandato. Aunque con dificultad entré a donde es el asiento del prelado; le vi y expuse tu mensaje, así como me ordenaste; me recibió benignamente y me oyó con atención; pero en cuanto me respondió, pareció que no lo tuvo por cierto, me dijo: "Otra vez vendrás; te oiré más despacio; veré muy desde el principio el deseo y voluntad con que has venido… ".

Comprendí perfectamente en la manera como me respondió, que piensa que es quizás invención mía que tú quieres que aquí te hagan un templo y que acaso no es de orden tuya; por lo cual te ruego encarecidamente, Señora y Niña mía, que a alguno de los principales, conocido, respetado y estimado, le encargues que lleve tu mensaje para que le crean; porque yo soy un hombrecillo, soy un cordel, soy una escalerilla de tablas, soy cola, soy hoja, soy gente menuda, y tú, Niña mía, la más pequeña de mis hijas, Señora, me envías a un lugar por donde no ando y donde no me paro. Perdóname que te cause gran pesadumbre y caiga en tu enojo, Señora y Dueña mía”.

•• «Oye, hijo mío el más pequeño, ten entendido que valen mucho mis servidores y mensajeros, a quienes puedo encargar que lleven mi mensaje y hagan mi voluntad; pero es de todo punto preciso que tú mismo solicites y ayudes y que con tu mediación se cumpla mi voluntad. Mucho te ruego, hijo mío el más pequeño, y con rigor te mando, que otra vez vayas mañana a ver al obispo. Dale parte en mi nombre y hazle saber por entero mi voluntad, que tiene que poner por obra el templo que le pido. Y otra vez dile que yo en persona, la siempre Virgen Santa María, Madre de Dios, te envía».

–“Señora y Niña mía, no te cause yo aflicción; de muy buena gana iré a cumplir tu mandato; de ninguna manera dejaré de hacerlo ni tengo por penoso el camino.  Iré a hacer tu voluntad; pero acaso no seré oído con agrado; o si fuere oído, quizás no se me creerá. Mañana en la tarde, cuando se ponga el sol, vendré a dar razón de tu mensaje con lo que responda el prelado. Ya de ti me despido, Hija mía la más pequeña, mi Niña y Señora. Descansa entre tanto”.

 

Oración Final

Recuerda. ¡Oh, dulce Virgen de Guadalupe!, que en tus apariciones en el cerro del Tepeyac prometiste mostrar piedad y compasión a todos aquellos que, amandote y confiando en Tí, buscan tu ayuda y protección.

María, Madre de Jesús, escucha la oración de tu Iglesia hispana, un pueblo prometedor, comunidades sedientas de la Misericordia de Dios. Así como trajiste la fe por primera vez a estas tierras, y te has quedado con nosotros a través de tu admirable imagen, permanece con nosotros hasta la alegría de la Redención, y permitenos obtener las gracias que necesitamos. ¡Amén!

 

 

Oración de la comunidad

La Guadalupana

Desde el cielo una hermosa mañana la Guadalupana, la Guadalupana, la Guadalupana bajó al Tepeyac. Suplicante juntaba sus manos, y eran mexicanos y eran latinoamericanos, y eran hispanos su porte y su faz. Su llegada llenó de alegría, de luz y armonía, de luz y armonía, de luz y armonía todo el Anahuac. Junto al monte pasaba Juan Diego, y acercóse luego, y acercóse luego, y acercóse luego al oír cantar, Juan Dieguito, la Virgen le dijo: “este cerro elijo, este cerro elijo, este cerro elijo para hacer mi altar”. Y en la tilma entre rosas pintada, su imagen amada, su imagen amada, su imagen amada se dignó dejar. Desde entonces para el católico, ser guadalupano, ser guadalupano, ser guadalupano es algo esencial. En sus penas se postra rezando, y eleva sus ojos, y eleva sus ojos, y ¡eleva sus ojos hacia el Tepeyac!

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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Novena a Nuestra Señora de Guadalupe

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