La oración de abandono

La experiencia de la pequeñez


Toda oración debe brotar espontánea de una situación por la que estamos pasando o estamos viviendo. Cuando hacemos la experiencia de que somos limitados, que somos pequeños, que somos frágiles y débiles, la oración que nos debe acompañar es una oración de abandono. Cuando sentimos que ya no podemos más, que el peso que tenemos que cargar en nuestros hombros es muy fuerte, que nuestro pecado nos ha llevado a una profunda oscuridad necesitamos aprender a abandonarnos en Dios.


La experiencia de la propia limitación es algo que nos acompaña toda la vida. San Pablo lo describe como un aguijón. Él le pide a Dios que le quite esta debilidad y escucha del Señor que le basta Su gracia. El apóstol concluye que la fuerza de Dios se manifiesta en la debilidad (cf 2Cor 12, 7-10). Dios permite que sintamos que somos débiles para que nunca dejemos de buscarlo a Él que es nuestra fuerza. Y esta debilidad a veces se experimenta con más fuerza. Puede ser a causa de nuestra condición de criaturas limitadas, es decir, una enfermedad ya sea física o psicológica.

Son momentos en nuestra vida en los que nos damos cuenta que no lo podemos todo, que nuestro cuerpo o nuestra psicología nos limita.

O también puede ser a causa de nuestra condición de criaturas que tienen una tendencia al mal. Vivimos lo que San Pablo expresa con estas palabras: “puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero” Rom 7, 19. Ya sea por un pecado mortal del cual no podemos salir. Hemos caminado progresivamente y nos hemos alejado tanto de Dios que ya nos es muy difícil regresar.

O quizá no vivimos en pecado mortal pero constantemente encontramos en nosotros una debilidad moral. Queremos ser mejores, amar más, servir más y nos damos cuenta que nos impacientamos, nos enojamos, nos gana la pereza, etc. Esto nos duele profundamente porque queremos vivir auténticamente la vida cristiana pero somos muy limitados.

Oración de la comunidad

Oración del programa

Señor Jesús, enséñanos a orar. Dirige nuestra mirada y nuestro corazón al cielo para reconocer la presencia del Padre celestial. Muéstranos el modo de entrar dentro de nosotros para encontrar en el santuario de nuestra alma a Dios que viene a hacerse uno con nosotros. Unidos con Él y en Él en intimidad aprenderemos a vivir desde Él irradiando a nuestros hermanos el mismo amor de Dios. Llena nuestra vida con tu presencia que es fuerza, paz y consuelo. Manda tu Espíritu para que unidos en comunión seamos una sola cosa contigo. Enséñanos a hacer de nuestra vida oración y de nuestra oración vida para así vivir en Dios. Amén

¡Gracias! 208 personas oraron

4 comentarios

"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

loader

La oración: Vivir en Dios

Me inscribo