Subiendo ochomiles con Jesús

Queridos amigos:

Esta semana está siendo un poco dura para mí porque estoy teniendo muchos dolores físicos fuertes y se me ocurrió este título porque parece que la vida a veces es como subir unas montañas imposibles.

Como sabéis "ochomil" es una terminología que los alpinistas aplican a las montañas más altas y difíciles de escalar.  Y es verdad que la vida nos plantea muchos retos a todos los niveles, emocionales, psicológicos, físicos, espirituales, profesionales y a veces nos lleva a un límite.

Yo estaba en oración delante de Jesús y realmente estaba tan mal que no podía orar, solamente me puse delante de El y dije bueno pues nada a subir otro ochomil. Seguramente que muchos os sentís identificados conmigo ahora ¿verdad?

¿Y qué hacer en esos momentos tan duros o dolorosos en los que ni siquiera puedes orar?

Bueno pues yo no lo sé la verdad. Solo se me ocurre pedir a otros que oren por ti. Jesús lo hizo en la oración en el huerto, fue a buscar a sus discípulos, y les dijo velad conmigo. Y el pobre no encontró ni siquiera ese apoyo humano. Entonces se dirigió a su Padre. Se sintió solo y abandonado y el Padre le escuchó. Pero Jesús durante su vida humana tuvo muchos momentos de dolor, de desánimo y de angustia. Por eso nos entiende y nos acompaña en nuestro dolor. Y aunque tengamos que subir "ochomiles" , o montañas que no son tan altas, pero a que nosotros no los parecen, lo bueno es que Jesús nos acompaña.

En los procesos de sanación interior o de sanación física a veces no vemos el final de la montaña, o vemos una montaña y sabemos que cuando lleguemos a la cima luego vendrá otra. Y así es en realidad la vida, un reto tras otro. Pero son retos que nos llevan a crecer y a estar cada vez más cerca de la cima final que es la unión amorosa con Dios.   

Por eso no te culpes por tener momentos de desaliento o casi de desesperación. Acude a tu Padre Dios que te enviará nuevas fuerzas, y acude a tus hermanos en la fe. No tengas reparos en pedir oración a los demás, pídela también en esta comunidad.

San Juan de la Cruz seguro que tuvo muchos momentos de estos, y aunque a veces nos lo presenten como un superhombre o como un genio, realmente su mayor genialidad fue confiar en Dios en la noche oscura de su vida, dejarse conducir por la luz de la fe, aún en medio de muchos sufrimientos.

Uno de los "ochomiles" que tuvo que superar San Juan de la Cruz es verse encarcelado por sus propios hermanos de la orden. Abandonado, enfermo, sin poder celebrar los sacramentos. Sin nadie con quien hablar y consolarse. Y aunque estaba solo y él no lo sabía, había personas orando por él. Santa Teresa de Jesús que no sabía donde estaba el santo oraba y luchaba por su liberación. Así lo cuenta José Vicente Rodríguez en la biografía del santo, en la página 309 de su libro en un epígrafe que llama “Teresa sigue matándose por fray Juan”:

“Y la pena más grande de la fundadora desde el principio era no saber dónde se encontraba el secuestrado. Y padecía sintiendo lo mal que lo estaría pasando el encarcelado. Todo esto la desazonaba cien por cien. Además de su actividad de búsqueda, de su carteo, exhortaba a la oración, y particularmente lo hizo con la comunidad de Beas, a la que pide oraciones y sugiere algunas prácticas supererogatorias. Ya hemos documentado su preocupación inicial con su carta al rey Felipe II, sólo dos días después del prendimiento. Igualmente, cómo se lo notificaba a su hermana Juana y lo que le decía a María de San José en Sevilla, el 16 y el 19 de diciembre. Y comparte la pena de las monjas de la Encarnación “porque están muy apretadas con tantos trabajos, y más con haberles quitado a estos santos confesores y tenerlos así apremiados. Por caridad, que los encomienden a Dios a todos, que es gran lástima lo que padecen”.

Sufriendo así el pobre preso, seguía ella con su búsqueda y escribe a don Teutonio de Braganza, obispo de Évora: “Por mandato del padre Tostado, ha más de un mes que prendieron los dos descalzos que las confesaban, “los del paño”, con ser grandes religiosos y tener edificado a todo el lugar cinco años que ha que están allí, que es lo que ha sustentado la casa en lo que la dejé. Al menos el uno que llaman fray Juan de la Cruz, todos le tienen por santo, y todas, y creo que no se lo levantan; en mi opinión es una gran pieza. Mi pena es que los llevaron y no sabemos adónde. Mas témese que los tienen apretados, y temo algún desmán. “

San Juan de la Cruz no lo sabía, pero en su soledad había muchas personas orando por él. Oremos unos por otros en sus momentos de dolor y debilidad. Yo os pido oración, y animo al que la necesite a que la pida aquí.

Para terminar una divertida charla, precisamente de José Vicente Rodriguez, biógrafo del santo al que nos hemos referido antes:

¡Hasta la próxima semana!

Oración de la comunidad

Jesús tu nombre me sana

Jesús, repito tu dulce Nombre, tranquilamente, empiezo a descansar en Ti, confío en Ti. Jesús, Tu sabes que estoy lleno de preocupaciones. Respiro suavemente , repito tu dulce Nombre y pongo todo el peso de mis ansiedades en tu hombro divino. Y ahora apoyo mi rostro en tu regazo y me dejo acariciar por tu mano dulce que me da tanta seguridad. Oigo tu voz suave que me dice que nada tema que Tú estás aquí conmigo. Jesús, Jesús, Jesús...

¡Gracias! 215 personas oraron

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"Que sus conversaciones sean siempre agradables y oportunas, a fin de que sepan responder a cada uno como es debido". Colosenses 4:6

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Sanación interior con San Juan de la Cruz y otros místicos

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