Evangelio según San Marcos 2,23-28.
Un sábado en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar.
Entonces los fariseos le dijeron: "¡Mira! ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?".
El les respondió: "¿Ustedes no han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus compañeros se vieron obligados por el hambre,
cómo entró en la Casa de Dios, en el tiempo del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió y dio a sus compañeros los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes?".
Y agregó: "El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado.
De manera que el Hijo del hombre es dueño también del sábado".
Comentario del Evangelio
León XIII (1810-1903), papa 1878-1903
Encíclica «Rerum novarum», 32
La vida del cuerpo siendo tan valiosa y apreciada no es el fin último de nuestra existencia. Es un camino y medio para llegar, por el conocimiento de la verdad y del amor al bien, a la perfección de la vida del alma. Es el alma que lleva impresa la imagen y semejanza de Dios. En ella reside esta soberanía del hombre que le fue concedido cuando recibió el mandato de someter la naturaleza inferior y de poner a su servicio la tierra y los mares (cf Gn 1,28)... En este sentido, todos los hombres son iguales. No ha diferencia alguna entre ricos y pobres, amos y siervos, gobernantes y súbditos: “Todos sirven al mismo Señor” (cf Rm 10,12).
Nadie puede violar impunemente esta dignidad del hombre que Dios mismo respeta ni impedir el progreso del hombre hacia esta perfección que corresponde a la vida celestial y eterna...
De ahí se desprende la necesidad del reposo y la interrupción del trabajo en el día del Señor. El descanso, por otra parte, no debe entenderse como un tiempo dedicado a la ociosidad estéril y menos como una holgazanería que provoca vicios y malgasta los salarios, antes bien como un tiempo de reposo santificado por la religión...Esta es la característica y la razón de este descanso del séptimo día, prescrito por Dios en uno de los principales artículos de su ley: “Recuerda el día del sábado para santificarlo” (Ex 20,8). El mismo Dios dio ejemplo de este reposo cuando descansó después de la creación del hombre: “...y cesó en el día séptimo de toda la labor que hiciera” (Gn 2,2).
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