Hemos partido para seguir la estrella por 25 días. Si hemos comenzado a caminar, es porque tenemos el deseo de avanzar, un paso cada día, hacia el Niño en el pesebre. ¿Pero estamos siguiendo la estrella correcta?

¡Dejemos nuestras inquietudes y nuestras cadenas en la puerta del Adviento!

¡Confiemos en Él! Dios nos ha deseado, nos ha creado, nos ama y nos salva. Es el Todo Poderoso y quiere conducirnos hacia la más grande felicidad. ¡Nos conoce mejor que nosotros mismos y desea nuestro bien! Y sobre todo, nos ha prometido que no nos abandonará jamás:

“Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia.” - Mateo 28, 20

¡Sí, es Dios que nos inspira el deseo de buscarlo!

 

San Claudio de la Colombière nos muestra el camino:

“Dios mío, estoy tan convencido que Tú velas por aquellos que esperan en Ti y que no nos faltará nada cuando esperamos todo de Ti, que he decidido vivir de ahora en adelante sin ninguna preocupación y dejarte todas mis inquietudes.

Los hombres pueden despojarme de mis bienes y de mi honor, las enfermedades pueden privarme de la fuerza y los medios de servirte, el pecado puede hacerme perder tu gracia; pero nunca perderé mi esperanza: la conservaré hasta el último momento de mi vida (...)

Algunos pueden esperar que la felicidad venga de sus riquezas o de sus talentos, otros se apoyarán en la inocencia de su vida, o en el rigor de sus penitencias, o en el número de limosnas, o el fervor de sus oraciones. Para mi, Señor, toda mi confianza es mi confianza misma: esta confianza no engaña a nadie.

Estoy seguro que seré eternamente feliz, porque espero firmemente serlo, y que es de Ti, oh Dios mío, que yo lo espero.

Amén

Hoy: puedo reflexionar sobre las dudas que me habitan y ponerlas en las manos de Dios diciendo: “Señor, confío en Ti”.

 

Una oración para el camino : ¿conoces el salmo de la confianza intrépida?

 El Señor es mi luz y mi salvación,

¿a quién he de temer?

Amparo de mi vida es el Señor,

¿ante quién temblaré?

Salmo 26